Libre te quiero

Quizá porque no soy madre sí me sorprende mucho ver cómo hay mayores que se desconciertan al ver actitudes machistas en parejas de adolescentes y jóvenes. Creo, que cegadas por el amor que sienten a sus hijas e hijos estas personas piensan que las nuevas generaciones vienen mejor “de serie”.Y claro, eso no es así. El ser humano es el mismo ahora y hace mil años.

Y nosotras leímos a Blancanieves y a Cenicienta y ellas, las jóvenes de hoy también. Así, por ejemplo, el estudio “La socialización desde Disney. La figura de la mujer en los clásicos” evidenciael efecto socializador que estas películas tienen y cómo influyen en que niñasy niños asuman sus roles sociales. Los cuentos les enseñarán cual “debe ser” su papel en la vida y así, van viendo natural algo que quizá no lo es.

En esos cuentos las mujeres son princesas,bellas, sumisas, pasivas, miedosas dependientes, irracionales, débiles,inferiores… Los hombres son príncipes, de escala social superior, cultivancuerpo y mente y utilizan la violencia para conseguir que el bien triunfe. Ellaanhela un hombre en el que encontrar el amor, su media naranja, que le apartaráde esa vida desgraciada que, sin él, le habría tocado vivir. Ella esperará atener la suerte de ser la elegida porque el papel activo lo tendrá él.

Por eso, puede que entre otros, Disney tenga la culpa de que las chicas sigan soñando con un príncipe azul y que lasmujeres sigan mitificando la figura masculina, buscando en ella cariño yprotección. Mientras, los chicos aprenden que tienen que ser fuertes,protectores, valientes y, también, violentos. Y ambos que, por supuesto, elobjetivo de la existencia, es tener pareja. En otro caso, por algo será.

El otro día, por San Valentín,leí un excelente artículo en que nos señalaba cómo todos los cuentos acababan en aquello de “fueron felices y comieron perdices” pero no explican qué ocurría después, si la pareja compartía las tareas domésticas, si se respetaban, si cuandoya no había belleza/juventud se seguían atrayendo,… y es que es muy probable que si basamos nuestra existencia en este amor romántico, desigual, la cosa no acabe bien.

Es por eso que estaría bien enseñar a nuestros jóvenes a que el amor no puede estar basado en la necesidad ni en el miedo a la soledad. Que ha de ser generoso, entre iguales, no posesivo. Porque quien te quiere no necesitar controlar todo lo que haces, ni te chantajea ni te amenaza. Que no es amor si te prohíbe. Que más celos no es más amor. Que si no hay alegría y felicidad en una relación, la ruptura evita males mayores. Endefinitiva, que el amor debe ser parecido al poema de Agustín García Calvo, Libre te quiero.

¡Más dopamina! (o sobre la medicalización del aprendizaje)

Algunos amigos me lo tienen dicho “no te metas por ahí, no leas estas cosas que después nos toca a nosotros aguantarte” Y llevan razón, y por más que lo sé y por más que me exponga a ellas no logro habituarme.

El caso es que hace unos días pesqué en las redes este post sobre Neurociencia, trastornos de aprendizaje y fracaso escolar en el que se afirma: “La primera causa de las dificultades de algunos alumnos para seguir el ritmo del resto de compañeros son los trastornos del aprendizaje, que afectan en torno al 15% de la población en edad escolar (4-5 alumnos en cada aula de 30). Nos cuesta mucho concebir que aprender depende principalmente del cerebro. Los trastornos para el aprendizaje, de base neurobiológica, están detrás de la mayoría de casos de fracaso escolar. El mundo educativo tendría que asumir que como mínimo el 15% de la población en edad escolar tiene algún trastorno del aprendizaje”.

Maldita neuromanía!!. Pareciera como si cualquier actividad humana, desde la más simple a la más compleja, pudiera explicarse en términos de estructuras cerebrales y sus procesos fisicoquímicos, todo ello apoyado por un peculiar márketing de lo científico y lo académico que lo envuelve todo de un halo futurista e irrefutable.

Permitidme que divida y comente ese breve post en tres partes.
Se comienza diciendo: “La primera causa de las dificultades de algunos alumnos para seguir el ritmo del resto de compañeros son los trastornos del aprendizaje, que afectan en torno al 15% de la población en edad escolar (4-5 alumnos en cada aula de 30)”.
Sin duda esta afirmación es un gran disparate. Bueno, ya que estamos en red seamos más cautos y digamos que se trata de un argumento pseudocientífico y tautológico, una afirmación circular que no explica nada, que pretende ofrecer como explicación de una realidad lo que no es más que una descripción de la misma. Afirmar que “La primera causa de las dificultades de algunos alumnos para seguir el ritmo del resto de compañeros son los trastornos del aprendizaje” es tanto como decir que “la primera causa de que una persona tenga 39,5º de temperatura es la fiebre”. Un gran argumento científico ¿verdad?.

Continuemos re-leyendo: “Nos cuesta mucho concebir que aprender depende principalmente del cerebro. Los trastornos para el aprendizaje, de base neurobiológica, están detrás de la mayoría de casos de fracaso escolar”.
¿Qué aprender depende principalmente del cerebro? El mito del cerebro creador, revelación divina!!! Por supuesto, sin cerebro no hay aprendizaje, ni respiración, ni vida, pero tal vez el aprendizaje tenga algo que ver con aspectos mucho más mundanos como la educación y las costumbres familiares, el dinero que invierte el gobierno en educación, tener buenos maestros, tener recursos y materiales adaptados, poder acceder con facilidad a los centros de cultura y ocio, tener buenos hábitos, estar interesado, esforzarte un poquito cada día,…

Por otra parte, ¿qué será eso de “trastornos del aprendizaje con base neurobiológica”? Que yo sepa todos los trastornos y los éxitos en el aprendizaje o de cualquier otra actividad humana tienen una base neurobiológica. Este reduccionismo cerebrocentrista desplaza a la persona y a la cultura a un punto residual, a mera variable dependiente, despojándolas de su responsabilidad y negándoles su papel como creadores no sólo de su propio cerebro o de su aprendizaje, también de sus actos, sus decisiones, de sus sentimientos, sus pensamientos, sus pasiones, sus miedos o sus miserias.

Y terminemos con la última frase: “El mundo educativo tendría que asumir que como mínimo el 15% de la población en edad escolar tiene algún trastorno del aprendizaje”.
Ante este tipo de afirmaciones y conclusiones el siguiente paso lo tenemos servido en bandeja: medicalicemos el aprendizaje. Incluyamos más asignaturas de neuropsicología en los planes de estudios de profesores y orientadores, menos filosofía menos pedagogía y menos psicología y más neurotransmisores. Incluyamos médicos o neuropsicólogos en los departamentos de orientación, en los equipos de educación especial, incluyamos un TAC en cada instituto, exijamos las madres imágenes en color del cerebro en funcionamiento de nuestrxs hijxs, que nos digan cómo estimular la amígdala para que nuestrxs alumnxs trabajen más y mejor de manera colaborativa o cómo activar las neuronas espejo para potenciar su empatía. Y dejemos que las compañías farmacéuticas comiencen a decirnos qué es un problema de aprendizaje y qué no y cómo debe ser tratado. Cambiemos la sal y el aceite de oliva virgen extra de los comedores escolares por Ritalin, Adderall o Concerta (metilfenidato, droga utilizada con los niños diagnosticados con TDAH -Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad). ¿Te parece exagerado este comentario?

Si quieres profundizar en estos despropósitos no dudes en abrir este archivo al que hace referencia y se enlaza desde el post que hoy estamos comentando. “El aprendizaje en la infancia y la adolescencia: claves para evitar el fracaso escolar” es un documento del Observatorio de Salud de la Infancia y la Adolescencia del Hospital de Sant Joan de Déu, con la colaboración de Obra Social Fundación “la Caixa”. El equipo de autores está compuesto por un pedagogo, una logopeda, un director de un centro escolar y 4 neuropsicólogos (pareceía demagogia lo de medicalizar la educación ¿verdad?). Este equipo elabora un remix de distintos datos y afirmaciones, algunas serias, otras vagas, derivadas de distintos estudios relacionados con la infancia, la adolescencia, el aprendizaje, la psicología, la pedagogía o la neurología e incluye unas estupendas imágenes de cortes sagitales y axiales del cerebro coloreado, estableciendo relaciones causales donde no hay más que correlatos fisiológicos de ciertas actividades con dchas imágenes cerebrales.
Al menos se reconoce en el mismo documento que “No existe ningún marcador biológico para el diagnóstico del TDAH. Es decir, ningún análisis ni prueba médica es útil.” (ver vídeo de más arriba) Y sin embargo se afirma con rotundidad que la base del trastorno es especialmente de tipo médico y parte imprescindible del tratamiento sería farmacológico. Curiosa prudencia para hablar como científicos. A la luz de este trabajo pareciera que nada tiene que ver la desigualdad social y económica en los trastornos del aprendizaje, o que no afectan al rendimiento escolar aspectos como el nivel cultural de los padres o algunas costumbres familiares como la lectura.

Sea como sea, esta moda del cerebro no es algo nuevo, se trata de una sugerente tendencia alimentada por los mass media y por muchos gurús en las redes sociales de distintas disciplinas, una tendencia que seduce con habilidad, gracias a su lenguaje atractivo y metafórico, y conquista a científicos, académicos y personas de andar por casa y a los profesionales no solo de la educación, de la medicina o de la psicología, también de la economía (neuroeconomía), el márketing (neuromárketing), la ética (neuroética), religión (neuroteología), el comportamiento social (neurociencia social), la educación (neuroeducación), etc. Por no hablar del juego y el fascinante pero falso apoyo científico que este lenguaje le ofrece a muchos de los que se dedican a lo que quiera que sea el coaching y otras psicocosas.

Este uso mágico-científico del lenguaje de la (neuro)química-física-bilogía parece poder explicar casi cualquier acto que tenga que ver con lo humano, y aunque reducir nuestra complejidad al funcionamiento del cerebro puede parecer una solución científica, atractiva y elegante, esto no deja de ser a día de hoy una ilusión, una quimera, además de un magnífico negocio.

No se trata de olvidar el papel del cerebro ni negar los importantes y necesarios avances de la neurociencia y su utilidad. Sin embargo otro enfoque más humanista y con mayor serenidad a la hora de sacar conclusiones y grandes titulares es posible. Un grupo de científicos desde la psicología y la neurología comienzan a dejarse ver ( Paolo Legrenzi, Molly Crockett, Marino Pérez,…) y a ofrecer una perspectiva distinta sin dejar de atender y reconocer la importancia que el cerebro tiene para entender el comportamiento, las enfermedades, los logros, la sociedad,.. Profesionales que tienen muy claro que se trata de niveles de análisis diferentes que no se deben mezclar alegremente ni establecer entre ellos relaciones mecánicas causa-efecto. Se trata de científicos, psicólogos, filósofos que no pierden de vista que el ser humano no sólo es una entidad biológica, sino también biográfica y cultural. Bajo mi punto de vista, esta forma de entender y estudiar el cerebro no sólo es mucho más seria, sino también mucho más útil y prometedora para entender(nos) mejor y abrir nuevas preguntas, nuevos caminos y nuevas soluciones.

Mis amigos llevan razón, no debería exponerme a estos blogs. Debe ser que mi amígdala no está muy desarrolla o que ando fatal de neuronas espejo y no puedo empatizar y, sin remedio, me pongo negro cuando leo este tipo de artículos de la “ciencia amarilla”.
Hoy pediré doble ración de dopamina en la ensalada.

Voluntariamente

Te será familiar la campaña “Doce meses, doce causas” que ya hace tiempo inició una cadena de televisión. Aprovechando este formato y bajo el lema “12 causas feministas para un 2013 menos machista” cada mes, asociaciones, instituciones y personas de todo el mundo difundiremos a la vez información sobre un tema importante para la erradicación de las violencias contra las mujeres. Y es que para que se produzca la violencia que, en algunos casos, llega al asesinato de mujeres, por el hecho de serlo, es necesario que haya un caldo de cultivo aceptado por la sociedad. Por eso el primer mes, enero, comenzamos hablando de la violencia simbólica.

¿No es violencia acaso desear ponerme prótesis mamarias si no estoy en el mundo con la talla de moda? ¿No es violencia no atreverme a dejar crecer mis canas o no ser capaz de asomarme al mundo sin las pinturas de guerra? ¿No lo es que la publicidad día tras día, a todas horas, presente mi cuerpo como un conjunto de imperfecciones que hay que corregir? ¿O que la belleza sea una característica mucho más necesaria para ser mujer que para ser hombre? ¿No es violencia que en muchos casos sea nuestra madre quien nos inicie en estos ritos?

Porque la violencia simbólica arranca sumisiones que no se perciben como tales; tan bien nos han “educado” que muchas veces hasta nos gusta. Y en esto es curioso como las occidentales reaccionamos cuando vemos algo que nos espanta de otras culturas. El otro día, hablando de la tradición que durante siglos se realizó en China mediante la cual se vendaba los pies de las mujeres para reducirlos de tamaño y que fueran más atractivas para la mirada del hombre yo lo comparaba con nuestros tacones; el objetivo que se persigue es el mismo. Una amiga me respondía que había una gran diferencia y es que a las chinas se les obligaba y nosotras de los tacones nos podemos bajar cuando queramos ¿estás de acuerdo? ¿realmente es voluntario ¿Porque, si es así, ya estamos tardando, y es que por cada hombre con juanetes hay diez mujeres que los padecen. Esto sin contar los problemas de espalda, de rodillas,… o que nos hacen ir más lentas. Pero se me olvidaba: “Nosotras es que queremos gustarnos a nosotras mismas”. ¿Qué mujer en su sano juicio, y sin embarazo de por medio, estaría orgullosa de su barriga? Ellos son mucho más libres.

¿No te parece violento que llamemos parto natural al que es con dolor, o que a nuestras mejores actrices o presentadoras de televisión al llegar a la madurez no les permitan tener arrugas? Dirás que qué cosas digo, si se operan es porque quieren. Pues no, aprende el nombre, se llama violencia simbólica y la sociedad, toda, la practica contra ti.[/wr_column]][wr_text]Te será familiar la campaña “Doce meses, doce causas” que ya hace tiempo inició una cadena de televisión. Aprovechando este formato y bajo el lema “12 causas feministas para un 2013 menos machista” cada mes, asociaciones, instituciones y personas de todo el mundo difundiremos a la vez información sobre un tema importante para la erradicación de las violencias contra las mujeres. Y es que para que se produzca la violencia que, en algunos casos, llega al asesinato de mujeres, por el hecho de serlo, es necesario que haya un caldo de cultivo aceptado por la sociedad. Por eso el primer mes, enero, comenzamos hablando de la violencia simbólica.

¿No es violencia acaso desear ponerme prótesis mamarias si no estoy en el mundo con la talla de moda? ¿No es violencia no atreverme a dejar crecer mis canas o no ser capaz de asomarme al mundo sin las pinturas de guerra? ¿No lo es que la publicidad día tras día, a todas horas, presente mi cuerpo como un conjunto de imperfecciones que hay que corregir? ¿O que la belleza sea una característica mucho más necesaria para ser mujer que para ser hombre? ¿No es violencia que en muchos casos sea nuestra madre quien nos inicie en estos ritos?

Porque la violencia simbólica arranca sumisiones que no se perciben como tales; tan bien nos han “educado” que muchas veces hasta nos gusta. Y en esto es curioso como las occidentales reaccionamos cuando vemos algo que nos espanta de otras culturas. El otro día, hablando de la tradición que durante siglos se realizó en China mediante la cual se vendaba los pies de las mujeres para reducirlos de tamaño y que fueran más atractivas para la mirada del hombre yo lo comparaba con nuestros tacones; el objetivo que se persigue es el mismo. Una amiga me respondía que había una gran diferencia y es que a las chinas se les obligaba y nosotras de los tacones nos podemos bajar cuando queramos ¿estás de acuerdo? ¿realmente es voluntario ¿Porque, si es así, ya estamos tardando, y es que por cada hombre con juanetes hay diez mujeres que los padecen. Esto sin contar los problemas de espalda, de rodillas,… o que nos hacen ir más lentas. Pero se me olvidaba: “Nosotras es que queremos gustarnos a nosotras mismas”. ¿Qué mujer en su sano juicio, y sin embarazo de por medio, estaría orgullosa de su barriga? Ellos son mucho más libres.

¿No te parece violento que llamemos parto natural al que es con dolor, o que a nuestras mejores actrices o presentadoras de televisión al llegar a la madurez no les permitan tener arrugas? Dirás que qué cosas digo, si se operan es porque quieren. Pues no, aprende el nombre, se llama violencia simbólica y la sociedad, toda, la practica contra ti.[/wr_text][/wr_column][/wr_row]

¿Pará qué sirve el fin del mundo?

Hemos llegado. Parece que el fin del mundo está aquí. Me imagino una semana de especial ajetreo en los centros de salud y los servicios de urgencias. Pequeñas sensaciones de ahogo, presión en el pecho, pérdida de apetito o ataques de ansiedad ante la perspectiva infame que nos deja una caprichosa conjunción de planetas.
Puedo imaginar las iglesias y confesionarios más concurridos que nunca, llenos de personas buscando la absolución y el alivio de saberse en paz y de tener un rincón reservado en su cielo.
Puedo imaginar millones de parejas y de amantes a la vez prometiéndose a cada hora amor eterno y sus camas llenas de besos, de palabras y de pasión como nunca antes se había visto. Incluso puedo imaginar un pequeño repunte de la natalidad nueve meses después de haberse amado sin condiciones, sin barreras, sin miedo ante la perspectiva de un futuro embarazado, ahora imposible; o por el despecho y la valentía de algunas mujeres de enfrentarse a este fin de la vida creando una nueva en el universo de sus entrañas. Secreta venganza.

Como parece ser que hoy (17/12/12) más que nunca es verdad eso de que nos quedan cuatro telediarios, creo que lo mejor sería mirar de frente y actuar. O al menos preguntarnos y completar esta frase: “Antes de morir me gustaría,…”

Y si sobrevives a la fecha maldita, la euforia no debiera hacerte olvidar que el fin de tu mundo sigue al acecho y que aunque debieras de vivir cada día con la frescura y el alivio del que siente que él mismo y las personas que quiere son inmortales, no deberías dejar de vivir con la decisión, la sensatez y la valentía del que sabe que algún día será el último. Y quizás te des cuenta de que, si no te has puesto manos a la obra, aún te queden por hacer demasiadas cosas importantes para las que algún día tal vez ya no te quedará tiempo.

Eso es lo que hizo la artista Candy Chang. En su barrio de Nueva Orleáns, transformó una casa abandonada en una pizarra gigante pidiendo completar la frase: ‘Antes de morir quiero…’. Una historia poderosa que además nos habla del poder de nuestros espacios públicos y todo el potencial de inspiración e innovación que tienen la empatía y el con-sentir a nuestros vecinos, de lo bueno de escucharlos y de caminar por unos instantes en sus zapatos.

‘Before I die I want to…’
¿Cuál es tu respuesta?

Arquitectos de contextos. Acting in context

“El poder está en ti”, “La vida es 10% lo que te pasa y 90% lo que haces con lo que te pasa”, “no hay problemas, hay desafíos”, “no has fracasado, ahora tienes más experiencia”, “si la vida te da limones, haz limonada”, “deja que tus ilusiones sean más grandes que tu temor”… Estas son algunas de las consignas a las que cada vez estamos más expuestos y que nos dicen algo así como que si no puedes cambiar tu entorno, cambia tú.

Son consignas que tienen un gran poder motivador para muchas personas que las usan como pensamientos inspiradores que les ayudan a gestionar su cambio y su desarrollo personal y/o profesional y, como tales, tienen el poder que tienen. Ahora bien, una cosa es una frase sesuda, inspiradora y motivante y otra es basar todo un proceso de cambio en ella o en las premisas en las que se sustenta.

Las ciencias del comportamiento nos indican claramente que la conducta está en función de las consecuencias que se obtienen al emitirla y también está en función del contexto en el que se desarrolla y que sirve como señalizador para activar o desactivar un comportamiento determinado.

Todos tenemos la experiencia de comportarnos de manera muy diferente según la situación en la que nos encontremos. Unos ambientes nos estimulan y sacan lo mejor de nosotros, otros ambientes nos anulan y nos llevan al más profundo abatimiento; unos escenarios nos facilitan el trabajo haciéndonos disfrutar con él, otros escenarios nos dificultan la tarea, haciéndonos sufrir con ella. Nosotros seguimos siendo los mismos, pero nuestro comportamiento puede variar radicalmente en función del contexto. Entonces, ¿qué nos queda? ¿Resignarnos a dejarnos llevar por dichos contextos o cambiar la actitud? Sin duda, el cambio de actitud, la potenciación de las competencias personales, el cambio individual es necesario, pero no suficiente. Probablemente, sea más barato suministrar unas consignas a la persona del tipo “si tú quieres, tú puedes” que modificar el ambiente, pero seguramente también sea una forma poco radical de facilitar los cambios.

Queremos fomentar un ambiente colaborativo en el aula, pero seguimos distribuyendo las sillas en un formato clásico (todas mirando el profesor). Queremos generar un ambiente creativo en la oficina, pero el ambiente que nos rodea está lleno de reglas, normas y procedimientos. Queremos potenciar una cultura del aprendizaje, de la formación continua, de la innovación social, pero no proporcionamos espacios, herramientas, tecnología o métodos que permitan la experimentación, el ensayo y error, el cambio. Y así podríamos encontrar cientos de ejemplos en los que está muy bien decir que si quieres puedes, pero nos olvidamos de generar ambientes que faciliten ese poder.

Toda conducta individual se da en un contexto físico, personal y social que incrementa o disminuye la probabilidad de que aparezca dicha conducta. Ciertos contextos incrementan la probabilidad de que aparezcan ciertos comportamientos, mientras que esos mismos contextos podrían indicar la ausencia o baja probabilidad de aparición de otros comportamientos.

El contexto se convierte en un potente estímulo si se gestiona bien pero también se puede convertir en un fuerte elemento desmotivador, en el sentido de que en lugar de invitar a la acción, promueva la inactividad y las pocas ganas de hacer cosas.

Intervenir sobre el contexto es una primera medida higiénica que ayuda a provocar respuestas, que facilita el inicio de conductas y que genera señales para la acción.

Quienes tienen que liderar equipos de personas: jefes de grupo, directivos, mandos intermedios, docentes, padres y madres, responsables, etc. tienen como misión prioritaria diseñar ambientes facilitadores de las conductas que quieran estimular. Dedicar tiempo a generar un adecuado y agradable ambiente físico, personal y social va a ayudar a obtener mayores beneficios para el grupo y cualquier intervención que tenga que ver con la potenciación de competencias será mucho más viable y sostenible.

Dedica tiempo, pues, a generar un adecuado y agradable ambiente físico, personal y social y verás como es más fácil que las personas que pertenecen al grupo obtengan beneficios al actuar en dicho contexto. Si te conviertes en un buen arquitecto de contextos, la estrategia motivadora que uses después, tendrá unos efectos más potentes.

Es esencial, por tanto, no olvidarnos de promocionar contextos facilitadores, escenarios estimulantes y ambientes enriquecedores.

Poner en el centro a la persona olvidándose de que ésta es en función de su contexto es correr un riesgo que se puede pagar muy caro si no se gestionan bien los ambientes físicos, personales y sociales en los que se desarrolla, por eso, los responsables del cotarro deben convertirse en excelentes arquitectos de contextos.

No olvides esta idea: “hay ambientes que capacitan y ambientes que discapacitan”.
idea

Hablando en público: atajos a ninguna parte

No nos engañemos. No es verdad que exista el orador perfecto, el presentador ideal o un estilo de hablar en público excelente. Tal vez ni el mismo Steve Jobs habría conseguido inspirar a los miembros de la junta directiva de la almazara del pueblo de aquí al lado.

Esa es al menos mi experiencia después de más de 10 años trabajando con grupos de estudiantes y profesionales que quieren prepararse para ser docentes o para realizar ponencias o presentaciones delante de todo tipo de audiencias (jóvenes, padres, clientes, emprendedores, profesionales de la salud, de las ventas, equipos directivos, etc.). La gran mayoría de ellos llegan buscando parecerse a algún docente que alguna vez tuvieron y les impactó o a cualquier otro modelo de orador ideal, y piensan que para lograrlo deben comenzar por negarse a ellos mismos y a su propia historia, tratando de huir de sus habilidades y de sus emociones, de su cuerpo, de su voz, de su forma natural de mirar, de escuchar, o de moverse. Es como si gran parte de lo que son y su propia biografía de aprendizaje les resultara un inconveniente para hablar en público.

No es extraño que esto sea así si tenemos en cuenta la cantidad de libros de autoayuda, manuales o cursos que venden la idea de que aprender a hablar en público es una habilidad en la que las emociones como el miedo o la ansiedad hay que eliminarlas o controlarlas, y que basta con mezclar los ingredientes correctos, previamente definidos según el modelo ideal, para llegar a dominar esta competencia.

Sin embargo, este tipo de libros y de cursos, tal y como aparentemente están planteados la mayoría de ellos, en no pocas ocasiones pudieran ser más contraproducentes que beneficiosos. Puede ocurrir que termines el taller y vuelvas a casa con una gran cantidad de instrucciones acerca de cómo debes moverte y gesticular, qué hacer con las manos, la manera correcta de mirar, la velocidad del habla o la entonación más adecuada. Todo esto, tan alejado de tí mismo, de la forma natural de ser tú que, en el mejor de los casos, gracias a estos cursos, puedes llegar a ser un orador autómata correcto, sin tus viejas imperfecciones pero también sin tu huella personal, sin voz propia.

Pero el enfoque debiera ser otro, el objetivo de estos talleres no debería ser formar oradores perfectos según marcan los manuales o los expertos de “última generación”. La clave debiera estar en aprender a expresar las ideas con claridad para inspirar y construir emociones y vínculos de confianza y credibilidad con las personas que escuchan. Y para conseguir esto no existe un único modelo. Recuerdo ahora algunas charlas TED y ciertas exposiciones memorables de alumnos y de participantes en nuestros talleres que realmente han conseguido conectar conmigo e inspirarme, y entre ellos he visto de todo. Mientras unos utilizaban gran parte del escenario en su charla, otros no salían de su atril; mientras unos casi no gesticulaban, otros movían las manos con gran intensidad; mientras algunos leían su discurso, otros no tenía ningún tipo de ayuda escrita; unos parecían muy extrovertidos y seguros mientras que otros parecían ser más humildes y tímidos. Entonces, ante tantas diferencias, qué es lo que hace que todos consigan captar nuestro interés y ‘engancharnos’ ¿cómo lo hacen? Yo creo que hay tres aspectos que todos ellos comparten:

Coherencia, cada actuación es una unidad coherente en sí; su discurso, su voz, su mensaje, su forma de mirar, su timidez o su extroversión tienen sentido en su conjunto, se fortalecen entre sí y hacen más poderoso el mensaje o el propósito de la presentación.
Autenticidad, todos parecen trabajar desde la verdad; es como si eso que dejan ver fuera realmente ellos mismos, que su voz, su mirada, sus gestos o sus palabras son suyas, sin sobreactuaciones y sin la perfección fría de un autómata.
Pasión por lo que están contando. Aunque esa misma exposición la hayan hecho con anterioridad en tres o en siete ocasiones, cada actuación resulta tan fresca, tan apasionada y tan espontánea como si fuese la primera vez.

Coherencia, autenticidad y pasión, lo demás es superfluo.

Y es que hablar en público es un play que tiene que ver con conectar con los demás y para conectar con otros tenemos que dejarnos mirar, por eso nos preparan un lugar privilegiado y especial a la vista y al alcance de todos. Una vez allí hay que dejarse ver y trabajar desde la verdad, dejando a un lado lo que queremos ser para ser quienes realmente somos. Y en todo este juego, las cartas de la vulnerabilidad, del miedo o la vergüenza juegan un papel a veces tan incómodo como necesario e inexcusable.
Por todo ello no acaba de gustarme el enfoque mecánico y mercantilista que frecuentemente se le da a algunos temas relacionados con el entrenamiento y el desarrollo profesional y personal. Un todo a 100. Un tú pagas y yo te doy la solución fácil y rápida que necesitas y que yo conozco y domino.

Creo que los docentes, formadores o entrenadores debemos ser más cabales y reconocer que en esto del desarrollo personal/profesional no existen las fórmulas mágicas, que lo fácil y rápido no es más que una estrategia de marketing en forma de quimera que vende muy bien en un mundo que vive demasiado deprisa; que el descubrimiento de la lentitud es imprescindible para el aprendizaje y que los grandes avances se consiguen a golpe de incertidumbre y de corazonadas lentas.

Porque hablar en público tiene mucho más de pasión que de instrucción, mucho más de orgánico que de mecánico, es más un trabajo de artesanos que de cadenas de montaje y por eso necesitamos la autenticidad como punto de partida.

Cuando el proceso de aprendizaje a hablar en público te acerca a un supuesto ideal pero te aleja de tí mismo, de tus cualidades, de tus emociones y de tus valores, todo suele quedar en una experiencia interesante, pero pronto mucho de lo vivido se olvidará y se quedará fuera de tu trabajo porque no encaja con quien eres ni con tu vida cotidiana. ¿Por qué quieres parecerte a un orador de Silicon Valley si tu tarea consiste en trabajar con un grupo de empresarias, de mujeres o de estudiantes de una capital de provincias?. ¡¡¡Ay, otra vez el contexto!!!.

No estoy diciendo que no sea útil aprender y ensayar mejores formas de comunicarte, de construir ideas y conectar a tu audiencia con ellas. No hay nada de malo en querer cambiar y desarrollar nuevas habilidades. Todo lo contrario. Sin embargo tener que ser un orador perfecto al estilo de Sir Ken Robinson o Brené Brown negando lo que somos puede ser una tiranía. Demasiada presión para avanzar, una trampa y una paradoja que intentando escapar de tu biografía te lleva a la peor versión de tí mismo.

Por todos estos motivos, desde Ideas Poderosas no tenemos reglas fijas o un modelo ideal a seguir y preferimos partir desde ideas más que desde reglas o mensajes. En Ideas Poderosas nos gusta comenzar por escuchar, por conocer de cerca a nuestros participantes, los contextos reales en los que se desenvuelven, sus para qué y sus porqués a la hora de hacer este taller. En Ideas Poderosas preferimos trabajar desde lo que son, mirando tanto a la función como a la morfología de la conductas relacionadas con la competencia de hablar en público que tratamos de ir construyendo con ellos. Intentamos ayudar a que cada participante encuentre su estilo personal, que se reconozca en el reto, en la incertidumbre y en la ansiedad que puede provocarle hablar en público, que encuentren su propia voz, y ayudarles a que disfruten del proceso.

En Ideas Poderosas creemos que trabajar a partir del reconocimiento y la aceptación de lo que cada uno es y comprometerse desde el entorno y los valores propios para avanzar y llegar tan lejos como se quiera, se pueda, y el escenario permita, es el mejor punto de partida posible para cualquier proceso de desarrollo personal-profesional. El resto son atajos a ninguna parte.

Recursos humanos: miradas puntillistas

Vayan por delante dos aclaraciones y un reconocimiento: para comenzar he de precisar que no soy conocedor, ni he estudiado con interés o atención el mundo de la empresa; en segundo lugar debo reconocer que siempre he sido un defensor de lo público, aunque no de sus sistemas de reclutamiento, selección y gestión de sus trabajadores, al menos en lo que se refiere al sistema educativo que es el que conozco más de cerca. Ha de considerarse por tanto esta entrada al blog más como una opinión y reflexión personal que como un análisis objetivo de alguien con criterio o amplios conocimientos sobre el tema. Permítanme por tanto esta pequeña “osadía” en forma de post.
El reconocimiento tiene que ver con la trayectoria y curriculum profesional y académico del Doctor Xavier Sala-i-MartínF, autor del vídeo que ha inspirado estas ideas que aquí comparto con la boca pequeña y en voz baja. Pretenden ser éstos tan sólo simples comentarios a raíz de un vídeo breve y aislado, y que en absoluto se aspira con ellos a poner en duda la calidad, validez, profundidad y extenso trabajo del profesor Martín.

Dicho esto, veamos el vídeo y a renglón seguido se continúa en los siguientes párrafos con algunas, tal vez, arriesgadas críticas sobre lo que en él se comenta, estando por mi parte tan dispuesto a escribirlas como a aprender de mis posibles concepciones erróneas, a reconocer sus debilidades y a rectificarlas.

“Los peces son los últimos en darse cuenta del agua”. No creo que en el sector privado sólo se despida a las trabajadoras (a partir de ahora para referirme a ambos sexos por personas trabajadoras) que no funcionan, también a las que durante años han demostrado altos niveles de productividad, profesionales con un gran conocimiento y sabiduría práctica, auténticos criadores de esas “corazonadas a paso lento” tan poco rentables de forma inmediata, como necesarias para la innovación, la sostenibilidad y la rentabilidad a medio-largo plazo de una empresa. Se trata de trabajadores que pueden resultar en momentos de crisis demasiado caros para algunas empresas en exceso miopes y demasiado presas de la inmediatez, y que prefieren despedir a estos profesionales sin más o para ser sustituidos por otros más ¿productivos?, más ¿rentables? y más ¿baratos?

El conocimiento está en las preguntas. Desde mi punto de vista la pregunta de partida que se plantea en el vídeo no es nada ingenua y en absoluto la mejor para obtener nuevas respuestas o posibles innovadoras soluciones. Tal y como está formulada, pareciera que el peso y la responsabilidad de la productividad y rentabilidad de una empresa (pública o privada) recayera principal o exclusivamente sobre sus trabajadoras. De ser esto así pudiera pensarse que en el vídeo se insinúa de manera tramposamente aséptica, académica y objetiva, que la única o principal solución ante los problemas de productividad en las empresas públicas y privadas es el despido de los que no muestran los adecuados niveles de productividad, y esto sin analizar el modelo de trabajo y todas las variables que intervienen en el éxito de una empresa, de su rentabilidad, de su sostenibilidad, etc. , sin analizar su gestión al fin y al cabo.
Creo que serían mucho más inspiradoras y con mayor poder a la hora de aportar matices y soluciones otras maneras de formular la pregunta, aquellas que nos invitaran a analizar qué sistemas de organización, qué valores, modelos empresariales, cultura organizacional, estilos de liderazgo, sistemas de incentivos, etc. en combinación con qué tipo de competencias profesionales, habilidades blandas, características y valores personales de las personas trabajadoras hacen más probable que éstas sean más felices y más productivas.

De nuevo el contexto. Me sorprenden estos análisis y valoraciones de comportamientos complejos realizados de forma totalmente descontextualizada. Bajo mi punto de vista, esta ocultación del marco que a todos nos envuelve lleva a análisis faltos de perspectiva, demasiados simplistas, poco innovadores y a veces podría pensarse que interesados. Análisis en los que resulta fácil encontrar culpables y cambiar algunas cosas para, en el fondo, dejar todo como estaba. Al igual que se pierde el concepto, la belleza y la comprensión de un cuadro puntillista como “La Parade de Cirque” (de Seurat) si se mira sólo desde unos centímetros de distancia, de manera que no se podría apreciar más que toscas manchas de color, no creo que se pueda entender el rendimiento ni la productividad de cualquier persona (trabajadores, emprendedores, estudiantes, etc.) atendiendo de manera aislada a su comportamiento y a sus resultados, sin observar ni entender el cuadro en su conjunto: el marco laboral en el que se desenvuelven, sin tener en cuenta el contexto organizacional en el que trabajan, los valores de la empresa, sus sistemas de selección, sus sistemas de producción, de incentivos materiales y emocionales,….
No quiero decir con esto que las personas no sean responsables de sus actuaciones o que ese contexto justifique sus buenas o malas ejecuciones, su mejor o peor productividad; me refiero a que, bajo mi punto de vista, se necesita un análisis menos mecanicista, más orgánico y radical (por lo de ir a la raíz de las cosas) para exigir, para comprender, para avanzar, para innovar y en definitiva para conseguir que nuestros proyectos sean productivos, rentables y sostenibles a la vez que éticos y responsables socialmente.

Y tú, ¿qué opinas de todo esto?

Escuchando la diversidad

En Ideas Poderosas pensamos que la diversidad humana en general y, en concreto lo que quiera que sea la discapacidad, puede ser uno de los mayores motores de igualdad, de innovación, de avance social, humano, y urbano. Y creemos en esto no como una metáfora sino en su sentido más literal. Basta con observar cómo la accesibilidad y los principios del diseño universal han cambiado los electrodomésticos, la tecnología, nuestras ciudades, … en definitiva nuestras vidas. Basta con observar(se) con dejar(se) sentir las propias experiencias y emociones en escenarios y ciudades con altos niveles de accesibilidad en comparación con aquellas otras en las que la accesibilidad sólo es utilizada por los gestores y políticos como una excusa para ocupar titulares.

Para que esto sea posible lo diverso tiene que tener su propia voz, pero las personas con discapacidad tradicionalmente han hablado, y lo siguen haciendo en gran medida, con palabras prestadas. Así es, tanto a lo largo de la historia como hoy en día son instituciones médicas, académicas y políticas y sus profesionales los que, escuchando más a la biología y a la economía de la inmediatez que a las personas, regulan el modo oficial de visión y división de esta realidad y el manejo de la misma. De esta manera, definiendo, clasificando, valorando, crean un lenguaje que después es asumido por la mayoría (personas con y sin discapacidad) como una fiel descripción de la realidad más que como una manera de entenderla – por otra parte nada ingenua y con una gran carga ideológica-, una re-creación de lo que es la diversidad o la discapacidad a imagen y semejanza de sus visiones e ideas tan normalizadas como poco diversas. La inevitable consecuencia de este proceso es una suerte de profecía autocumplida que nos atrapa en una (tiranía) de la normalidad, simpática para la mayoría asustadiza de lo diferente, pero engañosa para todos.

La discapacidad no es un fenómeno médico, ni tecnológico, ni político, sino una experiencia humana que debe ser entendida individualmente. Y ahí es donde radica una de sus mayores posibilidades como fuente de innovación social, de cambio, de necesaria re-evolución. La investigación, las políticas y asuntos en general relacionados con la diversidad funcional son demasiado importantes para dejarlas exclusivamente en manos de las investigadoras, académicos, las expertas o los políticos de turno, desde una perspectiva engañosamente objetiva y alejada de la vida cotidiana de las personas con discapacidad.

En ideas poderosas pensamos que aún hoy en día a las personas con discapacidad se les despoja en gran parte de su voz y de sus derechos como ciudadanos, lo que no ayuda a generar contextos que faciliten su visibilidad, su libertad, que sean dueños de sus propias vidas, de sus propias palabras. Necesitamos que las personas con discapacidad y sus aliados hablen su propio lenguaje, cuenten sus propias historias y se dejen ver tal y como quieran ser.

Sirvan estas reflexiones para introducir las siguientes reivindicaciones extraídas del documento de FEAPS (Confederación Española de Organizaciones en favor de las Personas con Discapacidad Intelectual) que las ha motivado: “Manifiesto por la plena ciudadanía de las personas con discapacidad intelectual o del desarrollo”.

  • Queremos un trato de igual a igual, de adulto, de ciudadano. Para esto, necesitamos el apoyo de los gobiernos y los medios de comunicación. Necesitamos que los medios den a la sociedad una imagen positiva e inclusiva de nosotros.
  • Pedimos a jueces, abogados, médicos y fiscales que nos conozcan y que se informen. Tienen que conocernos bien antes de firmar nuestras sentencias de incapacitación. ¡Somos capaces de hacer muchas cosas y tomar decisiones!
  • Necesitamos ciudades y pueblos accesibles para poder participar, entender la información, pasear por las calles y entrar en los sitios públicos. Pregúntanos cómo hacerlo. Queremos colaborar con vosotros para conseguirlo entre todos.
  • Día a día nos formamos para trabajar. Exigimos que las empresas y administraciones cumplan con la ley, y reserven empleo para las personas con discapacidad.
  • Exigimos a los responsables de asociaciones vecinales, culturales, deportivas y de ocio que cumplan las normas de acceso a sus instalaciones. Igual que nosotros cumplimos con todas las normas que nos exige la sociedad.

Tomemos buena nota de estas reivindicaciones, tenemos mucho que ganar.

Taller de coaching para comunicar con eficacia

Comunicar es como hacer una travesía, desde los preparativos en tierra firme hasta la llegada a puerto, pasando por todas las etapas de la navegación. A veces esta travesía es fácil de transitar, nos encontramos con los otros y esto nos genera satisfacción. Sin embargo, otras veces no es tan fácil, surgen impedimentos que acaban bloqueando el proceso de comunicar, lo cual nos aleja de los otros.

¿Qué es lo que diferencia un estado de otro?

Para llegar a contestar esta pregunta es conveniente tomar consciencia de cómo es nuestro comunicar para obtener información del proceso, y desde ahí, poder diseñar la mejora efectiva que producirá un cambio en la comunicación.

Durante dos días le vamos a seguir la pista al mensaje, investigando cómo se construye, cómo se emite, cómo se recibe, cómo se interpreta y cuál es la respuesta que produce en el otro, ya que la eficacia en la comunicación radica en que el mensaje que se emite genere en el otro una respuesta acorde a los objetivos del emisor. Igualmente se van a entrenar habilidades íntimamente relacionadas con el proceso de comunicar como la escucha efectiva, el lenguaje verbal y no verbal, el arte de dar y recibir feedback (retroalimentación), el acompasar y asemejar con el cuerpo.

En este taller haremos más consciente la forma, única y exclusiva, que tenemos de comunicarnos con los otros, observando qué elementos facilitan nuestra comunicación y que elementos la dificultan. Exploraremos otras fórmulas de comunicación que nos permitan ampliar las posibilidades de desarrollo de la competencia de comunicación tanto en el ámbito profesional como personal.

Para llegar a alcanzar un rendimiento óptimo, ya sea desde el punto de vista profesional como personal, hay que atender a la competencia de la comunicación, la cual requiere modificaciones fundamentales en la actitud y en la conducta de las personas. La propuesta para conseguirlo es adoptar un estilo de comunicación basado en el Coaching.

El Coaching es el arte de trabajar con personas para que estas se pongan en movimiento.

El Coaching es una metodología de aprendizaje basada en un proceso de acompañamiento cuya finalidad es liberar el potencial de las personas e incrementar su desempeño. Es mucho más que una herramienta, es una nueva manera de ver a las personas desde una perspectiva más optimista. Es una forma de relacionarse, de comunicarse, un estilo de vida, una forma de vivir y convivir desde y para el bienestar, y una de las habilidades mas propicias para el crecimiento humano.
Lo que mejor lo define es su potencial para producir cambios, generar movimiento, tomar consciencia y alentar la responsabilidad.

Si no cambiamos de dirección, es muy probable que acabemos allí donde nos dirigimos.

METODOLOGIA DEL TALLER:
El diseño del taller se basa en la metodología Coaching complementada con la Programación Neurolingüística (PNL) y el Modelado Conductual Desarrollativo (DMB).
A través de un aprendizaje experiencial, trabajaremos con cuerpo y mente, experimentaremos con sensaciones, emociones, situaciones y todo ello nos permitirá “darnos cuenta” de los aspectos en los que debemos mejorar y trabajar, encaminándonos a asumir compromisos de acción.

OBJETIVO DEL TALLER:

Desarrollar habilidades de comunicación que generen espacios para facilitar el intercambio personal y profesional partiendo de nuestro potencial y dirigiendo nuestro aprendizaje hacia las metas individuales.

PROGRAMA DEL TALLER:

Aprendiendo a mirar(se).
Redescribiendo perspectivas y valores.
Círculo de Comunicación: ¿dónde estoy? ¿dónde quiero estar?
Descubriendo mi estructura de comunicación.
Coaching y comunicación.
Entrenamiento en comunicación.
Tipos de Lenguaje: Metafórico, actuacional y literal.
Diseño de Estrategias comunicativas.
Estilos de comunicación: liderazgo y motivación.
Habilidades del lenguaje verbal y no verbal
El taller incluye una teleclase on-line 15-20 días después de su finalización.

CALENDARIO DEL TALLER:
El taller se desarrollará en Torredonjimeno (Jaén) los días 9 y 10 de noviembre de 2012 en el siguiente horario:
Viernes, 9 de noviembre de 16:00 a 21:00 horas.
Sábado, 10 de noviembre de 9:00 a 14:00 horas.
Teleclase on-line (se propondrán las fechas durante el taller según necesidades)

INSCRIPCIONES:
Para inscribirte en el taller deberás escribir un correo electrónico a imagina@ideaspoderosas.com mostrando tu interés en participar y te responderemos indicándote los pasos para formalizar tu matrícula.

El precio del taller es de 50 €.

Educación especial, ¿Finlandicemos España?

Comparto este estupendo vídeo que han hecho los amigos de Edutopía sobre ‘La formula del éxito de la educación en Finlandia’.
Según nos cuenta el video, la gran mayoría de los estudiantes que finalizan con éxito la educación obligatoria en Finlandia han recibido apoyo individualizado y en algún momento de su escolarización han sido alumnos de educación especial. Tal y como dicen. ‘(…) la educación especial no es nada especial. Un niño o estudiante se considera especial si nunca ha tenido que utilizar los servicios de educación especial durante su escolarización’.

Parece ser que la identificación lo más temprana posible de esas dificultades y el trabajo individualizado con estos niñxs es una de las líneas estratégicas de las politícas y las administraciones educativas de Finlandia, que apoyan a los colegios con los profesores y recursos necesarios.

Su experiencia y resultados parecieran empecinarse en demostrar que la clave del éxito de la educación en Finlandia está más relacionada con el trabajo para lograr la igualdad de posibilidades, el apoyo individual necesario y sin límites a los alumnos ‘con necesidades’ y la inclusión de todxs en las aulas, que con la separación por rendimientos o habilidades de los estudiantes con el objetivo de alcanzar y premiar la excelencia. Por cierto, ¿qué será eso de la excelencia?.

En Finlandia miran y atienden a las necesidades y a las diferencias para conseguir la igualdad como un elemento imprescindible para la calidad y la excelencia de su sistema educativo. Mientras tanto en España los recursos destinados a trabajar con alumnos con necesidades especiales son algunos de los que más re-cortes están teniendo.

Y mientras esto ocurre, para generar conversaciones y animar debates que ayuden a que surjan nuevas propuestas y soluciones innovadoras, a los que se ocupan de hacer políticas y planificar estas cosas de la educación en nuestro país no se les ocurre otra cosa que lanzar la idea y discutir de la importancia de españolizar a nuestros hijos…

Qué personalidades más importantes y cuántas matrículas deben lucir en sus expedientes, cuánta excelencia en sus curriculums, pero qué incultura, qué aburridos y antiguos que son. Y qué peligrosos .