Nosotras votamos

Hace justo una semana se podía leer en la página de facebook de la Tertulia Feminista Les Comadres: ‘¡Hoy estamos de celebración! ¡Rajoy ha anunciado que retira la contrarreforma del aborto! Un gran éxito de y para todas las mujeres y la sociedad civil. Que las jóvenes sepan que seguiremos luchando para que no vean mermados sus derechos’.

Como las alegrías tampoco vienen solas pronto supimos que Gallardón había dimitido. Y nos alegramos muchísimo.

Junto a estas asturianas, las feministas españolas celebramos la noticia. A ellas nuestra gratitud porque esta asociación y las Mujeres por la Igualdad de Barredos salieron en tren hacía Madrid para protagonizar la más grande manifestación feminista de la historia de nuestro país. Su indignación contra la reforma que Gallardón se proponía hizo que fueran las promotoras del tren de la libertad, al que nos sumamos mujeres y, también, muchos hombres de toda España. Había que impedir que los derechos de las mujeres retrocedieran. Después vino la película “El Tren de la Libertad” cuya idea partió de la crítica de cine y paisana nuestra Pilar Aguilar Carrasco. No han podido con nosotras. Juntas lo hemos conseguido. Y la inmensa mayoría de las asociaciones de la sociedad civil han estado con nosotras. Ha habido muchas acciones feministas pero con el tren de la libertad aprendimos que #JuntasSomosPoderosas.

Y este domingo en muchas ciudades españolas hemos celebrado la retirada de la reforma que tanto sufrimiento traería. En Jaén convocó Marea Violeta.

El objetivo de todo Gobierno ha de ser procurar la felicidad de la ciudadanía. Por eso, las leyes se crean o se modifican para solucionar problemas, no para crearlos. La mayor parte de la sociedad estaba a favor de conservar la ley actual, y en democracia esto debe ser razón suficiente para no modificarla pero a este gobierno parece que la mayoría solo le interesa el día de las elecciones.

Por eso las encuestas les han hecho razonar y es que les dicen que el cuarenta por ciento de sus votantes no quería reforma. Tampoco les conviene olvidar que votamos más mujeres que obispos.

Piropos

Me gustaría hablar del piropo. Lo primero que suelo hacer en estos casos es ver qué significa esta palabra para la Real Academia de la Lengua y el María Moliner. Dicen ambos que ‘es una alabanza dirigida a una persona, dicha a ella misma’. Podemos convenir que a cualquier persona, sea mujer un hombre, le agrada que le digan cosas buenas sobre ella misma. No conozco a nadie que no le guste tener belleza, inteligencia,…A la mayoría le gusta, además, que los demás se den cuenta de ello y se lo reconozcan. Si se hace con gracia o con cariño, aún más. ¿Qué hace entonces que no haya unanimidad sobre si está bien o no decir piropos? ¿Por qué genera debate?¿Por qué a algunas personas no les gustan?

Aquí no vamos a hablar de las alabanzas o cumplidos sino de algo más concreto, de lo que la mayoría entendemos por piropos; esos que dicen por la calle algunos hombres y que van dirigidos a las mujeres para alabar, con mayor o menor acierto, sus atractivos físicos.
No escuchamos: ‘¡Lista!’, ‘¡Inteligente!’, ‘¡Tienes un cerebro de escándalo!’ No, ¿verdad?. Hablamos del ‘¡Guapa!’, el ‘¡Tía buena!’ y sus versiones ‘mayores’. Si la calle es de todos no parece justo que no estemos en ella con la misma tranquilidad. Di con algo que también me molesta: el piropo del que hablamos no va dirigido de una persona a otra, no, sino de un hombre hacia una mujer.
Si pudiera ir en las dos direcciones estaría mucho mejor. O sería menos malo, que es lo mismo. Pero una sola dirección es indicativo de que algo está mal. Nos dice, entre otras cosas, que cualquier hombre, cualquiera, puede opinar sobre la belleza de cualquier mujer. Sobre mí. Sobre ti. Y se queda tan pancho. Esto me lleva a evocar como alguno, poco agraciado, expone, tranquilamente, ante un grupo de personas lo fea que es tal o cual política o mujer relevante (un modo de atacar su poder) sin que le pase, ni un momento por su cabeza que él no es un Adonis. Porque a quien se le pone nota es a nosotras, a las mujeres. Y el que piropea no tiene que examinarse.
Una amiga me confiesa que cada día le gustan más los piropos. Otra, se queja de que a partir de cierta edad las mujeres nos hacemos invisibles. ¿Para quién, le pregunté?

Estamos hablando de los piropos. No como halagos, que sabemos que gustan a cualquiera. Tampoco cuando se producen dentro de nuestro círculo de amistades. Nos referimos al que lanza en la calle un desconocido a una mujer. Sí, él debe ser un hombre y va solo aunque también puede ir acompañado. Ella va sola o acompañada por otras (a los ojos de él eso es como ir sola también). Eso sí, si la mujer va con un hombre el piropo es impensable. ¿Cómo va a hacer algo así a otro de su especie? Ellos, los que piropean, estas cosas las respetan.
El debate, en mi opinión, no debe centrarse en que es diferente si los piropos son bonitos o no. No se trata de averiguar si hay mujeres, que claro que las hay, encantadas de recibirlos. Lo que debería importar es que hay muchísimas mujeres a las que eso les molesta, o no les gusta en cualquier momento o por cualquier hombre. Es decir, debería ser fundamental caer en la cuenta de que una mujer también es un ser humano. Y es que hay hombres, que por serlo, creen tener derecho a opinar sobre la belleza, o la ausencia de ésta, en cualquier mujer. Cuando opinan sobre el cuerpo de una mujer les es indiferente qué piensa ella al respecto. Cómo se siente. El piropo es un arma y ellos lo intuyen.
Hay un sujeto activo, él, y un sujeto pasivo, ella. Según el susodicho él es el sujeto y ella, nosotras, un objeto. Esa niña que se siente contenta y bonita porque acaba de recibir su primer piropo de mujer aún no sabe que es un caramelo envenenado y que le costará un alto precio.
Al menos nueve mujeres, ¡nueve!, han sido asesinadas en España durante este mes de agosto de 2014 por culpa del machismo. Puede que la culpa no la tengan los piropos. La ideología que lo sustenta desde luego que sí.

Publicado en el Diario Jaén en agosto de 2014

Ideas Poderosas – Doctorados en silencio

No nos fuimos, nunca nos hemos ido. Hemos estado aquí, aunque callados, observando en silencio. No ha sido parte de una estrategia, ni una tregua planificada. Podríamos hablar de la importancia de reconocer con humildad el propio silencio cuando sientes que no tienes nada nuevo que decir. Podríamos hablar quizás del exceso de coaching, de la sobreexplotación de frases bonitas, del buenismo, de la psicología positiva o de esta epidemia impuesta de emprendimiento de sofá y mesa camilla que tanto empiezan a sonar a tiranía. Podríamos hablar, al fin y al cabo, de todos estos temas que llena las redes y sus círculos profesionales de la formación y el desarrollo personal-profesional.

Pero todo esto no serían más que razones, excusas disfrazadas de causas que explicaran nuestros casi tres meses sin publicar en nuestras redes o los más de 120 días desde que hicimos la última entrada para nuestro blog. Simplemente no hemos estado o hemos estado en otros sitios, o la cabeza o las manos o el corazón no han dado abasto.

A pesar de habernos doctorado en silencio, durante este tiempo Ideas Poderosas sigue siendo nuestra casa. La casa a la que siempre se vuelve, en la que guardas tus viejos apuntes, los dolores de cabeza, los experimentos, los proyectos arrugados en servilletas y manchas de café, los buenos amigos, los planes más maravillosos y menos rentables del mundo.

Ideas Poderosas es nuestra inevitable vocación, el lugar que nos apasiona y donde nos gusta estar. Un lugar lleno de triunfos fugaces y derrotas memorables, de partisanos que siguen resistiendo, de personas que han querido compartir con nosotros su tiempo, sus miedos y su voz. Personas que estuvieron con nosotros y que nunca olvidamos.

Desde el torpe silencio de estos meses hemos seguido trabajando sin piedad, deshilando para volver a hilar, atando cabos, conociendo apasionantes propuestas, maestros nuevos que nos han abierto sus casas y con las que vamos a empezar nuevos proyectos. De todo esto os iremos contando.

Mientras tanto la cabeza, las manos y el corazón nos siguen sin dar abasto, pero aquí estamos.

Nota: Fotografía de la Caedral de Jaén, de la exposición ‘In ictu oculi‘. De Jose Manuel Ballester.

Y Diós se hizo hombre

En 1978 se abrió en Málaga el primer Centro de la Mujer en España. Era el primer paso para acabar con la violencia de género: sacar el problema a la luz, ponerle nombre. Un terrorismo, que siempre había existido, empezaba, tímidamente, a figurar en la agenda política española. En 1995 se comienzan a contabilizar los asesinatos machistas.

“Antes, hace tres décadas, a lo mejor un hombre se emborrachaba y llegaba a su casa y le pegaba a la mujer, pero no la mataba como hoy ¿Por qué? Porque antes había un sentido moral, unos principios cristianos y unos valores que hoy no lo hay’. Así predicaba el párroco de Canena la semana pasada en una misa de Primera Comunión que estaba siendo grabada.

Las muestras de condena han llegado desde todas las fuerzas políticas. Su torpe homilía ha servido también, para que se hable de este grave problema y, nos sorprendamos agradablemente, de que la mayor parte de la sociedad rechaza cualquier grado de violencia de género.

Padre, lo que sí ha ocurrido en los treinta años que van de 1980 a 2010, es que España ha sido el país de la OCDE que más ha reducido su brecha de desigualdad. Las españolas, en ese tiempo, nos hemos incorporado masivamente al mundo universitario y laboral, y muchas cuestionamos todo lo que no nos parece justo.

No nos gusta, por ejemplo, que el Arzobispado de Granada publique el libro “Cásate y sé sumisa” sobre el que la fiscalía reconoce que su contenido es “poco acorde con el papel de la mujer en la sociedad actual”. O que Rouco Varela sea quien decida sobre nuestros derechos sexuales y reproductivos. Ni que ser mujer se reduzca a ser Virgen María y madre o Eva pecadora e incitadora.
“Y Dios se hizo hombre” nos enseñaron, y por eso precisamente hay hombres que se creen Dios. En la Iglesia Católica aprendemos que el Papa, los obispos, los arzobispos y los curas son quienes deciden lo que está bien. Para hacerlo ya están las monjas y las feligresas.

Las religiones, en fin, con su ejemplo, legitiman para sus creyentes, el patriarcado de la sociedad.

Regalar cine, una bofetada a la apatía

Hace ya más de un año que llegué al proxecto máscaras gracias a Paz Domínguez, imprescindible curadora y fontanera digital, desde entonces he podido (ad)mirarlo de cerca y ver como no ha dejado de investigar(se) y de transformar(se) a sí mismo, de sumar, levantar calladas tormentas y de crecer de conversación en conversación.

Máscaras es una idea poderosa, una experiencia inspiradora, una herramienta intelectual y didáctica, una excusa para la conversación, una forma especial de contar algo.
Máscaras es una impostura, un fingimiento, una mentira imprescindible para conocer las verdades que encierra la vida cuando nos dejamos ver y nos dejan ser quienes realmente somos. Porque como dice @pnique, lo que no se ve no existe.
El proyecto máscaras es una bofetada a la apatía y un homenaje a la estrategia que no se ve, al punto de partida, al trabajo artesano de consultoría, a la conversación como el mejor latido posible para innovar y seguir vivos.

Sea lo que fuere, ante todo Máscaras es cine en mayúsculas. Sin duda. Dirigida por Iago González y producida por Isabel Iglesias. Durante muchos meses ha circulado en algunas candidaturas a premios, pases y círculos privados. Ahora ya se puede ver en Vímeo y en Filmin por 2,95 €

Pero como hay puntos que guardan mil caminos, Iago, Isabel y Julen Iturbe, idearon iniciar un meme para expandir Máscaras y la galaxia en la que gira. Ahora la película también se puede regalar. Y para contarlo bien nada mejor que recoger la explicación que aparecía en el post de Julen con el que se inició este meme.“Como quiera que la difusión de la película es muy complicada lo que os proponemos es que si os llega vía meme o si, sin más, os gusta porque la habéis visto, podáis hacer un regalo para que otras tres personas la vean. Os costará 5,81 euros. Para eso:

  • Compras el pack de regalo en la plataforma de Vimeo
  • Envías por correo electrónico el resguardo que te dará Vimeo a asociacion@proxectomascaras.com
  • Recibirás inmediatamente los tres códigos de acceso para que los envíes a las personas que has elegido. Las entradas se activan cuando se introduce por primera vez el código de acceso y hay un plazo de tres días (72 horas) para repetir visionados.

El dinero de tus alquileres o del regalo que vayas a hacer va a parar a la Asociación Proxecto Máscaras. Y como explican en su sitio web respecto al dinero que se va recaudando:
No, no es una donación sino que estás comprando entradas para ver una película. En realidad quien hace la donación es la productora, con la que se ha firmado un convenio mediante el cual autoriza esta campaña y dona la recaudación a la Asociación Proxecto Máscaras. Estos ingresos irán directamente a la cuenta bancaria de la Asociación y los resultados se irán publicando en esta Web.
(…)
Si te llega este meme y ves la película nos gustaría que aquí dijeses que la has visto. Si, además, te ha gustado lo suficiente como para propagar su difusión invitando vía meme en tu blog a otras personas, te pediríamos que uses #proxectomascaras para etiquetar tu post y que lo podamos rastrear de forma automática.“

La afinidad entre el proxecto máscaras e ideas poderosas no es nueva, y claro que tenemos ya nuestras entradas dispuestas, esperando asiento y un buen cartucho de palomitas. Para empezar les hacemos nuestro regalo a Aitor Lazpita, a Jesús Muyor y a Emilio Molero . Creemos que estas entradas están en muy buenas manos para ser disfrutadas y contempladas desde revoluciones distintas.
Para seguir desvelando conversaciones. De eso se trata.

Nota: Aquí puedes ver el corto «Calcetines»

Ayer fue 14 de abril, aniversario de la II República

Los Estados pueden ser monarquías o repúblicas. En España, la Jefatura del Estado no se elige, se hereda. Suena mal pero es la verdad. El Jefe del Estado es quien representanta a nuestro país en el mundo. ¿Cómo se puede heredar algo así?
En 1969, Franco designó a Juan Carlos de Borbón como su sucesor a la Jefatura del Estado, puesto que el Rey ocupa desde 1975, tras la muerte del dictador. Otros cuarenta años. Por un Real Decreto de 1977, su hijo varón, menor que sus hermanas, es el heredero de la Jefatura de nuestro Estado. ¿Cuarenta más? Nuestra Constitución no se aprobó hasta el año siguiente. En su artículo 1.2 proclama que “la soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado’. ¿Cómo va a haber Soberano si el pueblo lo es? Pues en el 1.3 dice que sí, que puede ser y se llama Monarquía Parlamentaria. En estas contradicciones entra nuestra Carta Magna, que más que padres parece que tuvo padrastros. Pero es que, además, una sociedad como la española no debería seguir permitiendo que se la ofenda cuando en el artículo 57 dice que se prefiere el varón a la mujer en la línea sucesoria. Un privilegio que la ley de igualdad de 2007 no debió dejar pasar. Si quieren lo pueden modificar en un momento, en una noche de verano como hicieron con el 135. Nuestras representantes, al menos, deberían exigirlo. Se trata de hacer efectivo el principio constitucional de igualdad.

Cada cuatro años votamos listas paritarias, y elegimos a quienes deberían ser nuestros únicos representantes. Como ciudadana, a eso creo tener derecho.
Como mujer, además, no me resigno a que la personificación de España sea un hombre, es decir, quiero saber que cada cuatro años la mujer tiene opción, expectativas de gobernar. Aunque no gobierne. La monarquía española es una institución anacrónica y contraria a los principios de la democracia, que refuerza, más aún en los últimos tiempos, roles y estereotipos que perpetúan la desigualdad entre mujeres y hombres.

La palabra República viene de cosa pública, de pueblo. Sin conocerla, ya la quiero. Ayer fue 14 de abril.

Training using drama – Grupo Marwen Calsan

Durante 5 horas, el equipo de Marwen Calsan, S.L. confió en Ideas Poderosas para desarrollar un proceso de entrenamiento en estrategias comunicativas con la finalidad de encontrar la voz que todos llevamos dentro.

El 15 de enero estuvimos durante 5 horas trabajando con el equipo de Marwen Calsan, S.L. desarrollando un taller motivacional para facilitar que cada uno de los participantes encuentre su voz a través del entrenamiento en técnicas teatrales, Training Using Drama.

Un equipo muy cohesionado que desde el juego que proporciona el teatro, fue aceptando nuestras «arriesgadas propuestas», buscando su personaje, encontrando su voz y finalmente contando su historia.

Toda una experiencia de aprendizaje.
El taller se desarrollo en Geolit – Parque Científico y Tecnológico de Jaén donde el Grupo tiene sede

 

Comunicación: la metáfora del canal.

Nuestro lenguaje sobre el lenguaje está basado en un viejo mito, una metáfora que por un lado nos ayuda a entender(nos) y hablar(nos) sobre una supuesta realidad objetiva, y que a la vez nos sitúa de una manera y no otra en el mundo, estructura la forma en que percibimos lo que quiera que sea esa realidad y el modo en que nos relacionamos con ella y los demás.

Michael Reddy se refiere a esta forma de entender el lenguaje como “la metáfora del canal”. Esta metáfora plantea que las ideas, los mensajes (significados) son objetos, las expresiones lingüísticas serían una suerte de recipientes que contendrían estos objetos y la comunicación consistiría en el envío de estos objetos debidamente “empaquetados” de un lado a otro, de una persona a otra.

Emisor-mensaje-canal-receptor-…., esta es la caprichosa y cansina descripción de comunicación que desde pequeños nos han enseñado, que siempre hemos creído y que configura en cierto modo nuestra manera de entender las relaciones, la educación, los conflictos, la posesión de la verdad o incluso las relaciones de poder. Un modelo que ayuda a justificar ciertas concepciones y metodologías “industriales” de la comunicación, y el aprendizaje en el que el conocimiento no se descubre, no se construye ni se genera con el otro, sino que se posee como verdad cierta por parte de los docentes, los expertos o los políticos, y que éstos habrán de transportar, vender o regalar a su alumnado que aprende o a sus ignorantes y agradecidos ciudadanos.

“La metáfora del canal” una aparente verdad irrefutable y universal, un modelo fácil de explicar y hasta cierto punto descriptivo y cierto de lo que implica comunicar. Se podría decir que se trata de un patrón incluso útil para enfrentarnos de una manera racional con nuestras complicadas experiencias como seres verbales, como animales sociales. Se trata en definitiva, de una inteligente pirueta lingüística que nos ayuda a transformar algo tremendamente contextual, complejo y multicausado en algo más lineal, mecánico, manipulable y entendible.

Esta metáfora del canal supone que las palabras tienen significados en sí mismas como contenedoras de mensajes, de significados que son independientes de cualquier contexto o hablante/oyente. En cierta manera esta metáfora es cierta, justa y útil en muchas situaciones, aquellas en las que las diferencias de contexto y las diversas experiencias vitales de los oyentes y los hablantes son mínimas, no tienen importancia o no son relevantes.
Sin embargo no siempre son así las cosas, no siempre el conocimiento, los contenidos no pertenecen en exclusiva a las palabras que lo “transportan”, la realidad es más complicada, hay otros muchos factores a los que también interesa mirar si queremos entender los porqués y los significados de nuestras comunicaciones: el contexto, los valores, la ideología, la experiencia previa, los intereses, las actitudes, etc. de los hablantes y los oyentes que están construyendo -más que transportando- un mensaje. Y esto sería válido para cualquier tipo de interacción comunicativa, desde el RD de un BOE a la discusión en un foro, desde una clase magistral en un instituto o la universidad a una sesión de trabajo de consultoría.

Sería interesante no perder de vista que esta metáfora del canal, que tan bien hemos aprendido hasta el punto de impregnar nuestro ADN con ella, nos proporciona una visión útil pero parcial de lo que es la comunicación y todo lo que ella implica. No deberíamos dejar de reconocer que ésta no es más que una metáfora, una manera de entender(nos) de hablar(nos) sobre el lenguaje, y por tanto sobre nosotros mismos. La aceptación de esto nos exigiría como educadores, gestores, periodistas, políticos,… el beneficio de la duda, de la infidelidad con las propias palabras-ideas, más humildad y una mayor aceptación, (re)conocimiento y compromiso con los demás y sus discursos.

Las implicaciones de esto para oradores, profesores, consultores, psicólogos, políticos… no es pequeña. ¿Eres más canal o explorador, ponente o buscador, crees que tu papel es transmitir información o construir y compartir significados con tu audiencia, acabas tus exposiciones generado(te) más preguntas o más respuestas?

Por todo ello en Ideas Poderosas huímos de fórmulas mágicas o ‘libros de recetas’ cuando planteamos nuestros talleres, por todo ello no nos queda más remedio que aceptar la necesaria incertidumbre y la inevitable improvisación en nuestros cursos: ante personas distintas no puede haber dos experiencias formativas idénticas. Porque pensamos que aprender a comunicar es más un proceso orgánico que industrial, que es un proceso de autoconocimiento, que tiene que ver con cómo te relaciones contigo mismo y con los demás, con tus propósitos, con tu historia, con tus intenciones, pero también con el conocimiento y la aceptación de tu audiencia y con tu interés por sus valores, sus intenciones y su experiencias y por su manera de entender y hablar del mundo. Por todo ello proponemos en nuestros cursos: “encuentres tu voz, para expresarte, para ayudar a otros, para entender el mundo

Y cuando una persona encuentra humildemente su voz, hasta sus silencios tienen sentido.

Improvisar

En nuestros talleres “Encuentra tu voz” de entrenamiento de hablar en público solemos observar con frecuencia algunos temores comunes, por ejemplo el temor a la posibilidad de quedarse con la mente en blanco, a no saber qué hacer o decir ante una situación complicada o una pregunta imprevista. Este miedo a la incertidumbre es uno de los componentes imprescindibles, una de las experiencias más poderosas en nuestros talleres y siempre estamos atentos a que aparezcan, las provocamos e intentamos aprovecharlas.

Muchas de las personas que pretenden mejorar sus habilidades de exposición ante una audiencia buscan su seguridad en el discurso, en tener siempre la respuesta adecuada, en no perder el hilo, en que nada ni nadie pueda sacarles de su guión, de su “papel” que tanto han entrenado y tan bien han aprendido. Como se puede suponer, en este contexto la improvisación es sinónimo de desastre, de fracaso asegurado y por tanto el enemigo a evitar. A esto hay que añadir todo el significado peyorativo que encierra la palabra improvisar (“hacer algo de pronto, sin estudio ni preparación”, según la RAE), pareciera que improvisar fuese propio de personas que no dominan un tema lo suficiente, de profesionales que no han preparado bien su trabajo y van a hacer cualquier cosa para salir del paso.

Hay otra manera sin embargo de mirar todo esto. Vivir es improvisar. Nadie sabe a ciencia cierta qué le va a ocurrir en cada momento de su día ni tiene planificada cuál será su reacción ante cada situación imprevista. Aceptar la incertidumbre como una de las reglas del juego de la vida en general y del trabajo en particular se antoja clave si se quiere estar en la partida. Siempre se puede optar por no jugar por temor a lo incierto o por miedo a perder, pero en estos casos la partida ya estaría perdida, más aún cuando -como en un viaje a Ítaca- la victoria está no en el resultado final, sino en la propia partida. En los entornos de trabajo actuales, líquidos, flexibles y en continuo cambio esto adquiere más significado aún.

Pero volvamos al contexto de “encuentra tu voz”, según analizamos en nuestros talleres, hablar en público no es sólo transmitir un mensaje, exponer unas ideas o ejecutar de manera ejemplar un discurso. La clave no está en dar o representar, sino en construir un mensaje, una experiencia con tu auditorio, con las personas que han dejado a un lado otras actividades y organizan su tiempo para estar allí contigo. Estar más pendiente de ti, de tus sensaciones y de tu discurso que de ellos, de sus intereses, de sus propuestas y de sus sugerencias no solamente es una falta de respeto hacia ellos, sino una engañosa solución para dominar tus nervios e inseguridades que acabará provocandote más problemas que beneficios

Enlazando en este punto con el tema de este post, como quiera que toda audiencia es diferente, la improvisación no sólo será inevitable sino una herramienta clave, necesaria e imprescindible para que todo vaya sobre ruedas y para que las ideas que allí se construyan conecten de verdad con los intereses y necesidades de los que te escuchan aquí y ahora, transformando una simple charla en una experiencia personal interesante y más probable de ser recordada.

Estas son algunas de las ideas y conclusiones que vamos descubriendo en nuestros talleres a partir del trabajo y las experiencias de improvisación que en ellos se generan:
1. La improvisación es una habilidad clave en ambientes de trabajo colaborativos y en un mundo profesional que siempre está cambiando.
2. Querer tener a toda costa un mundo sólo de certezas e instalarnos en ellas como condición para dar un paso y para poder trabajar con garantía, no sólo es irreal, además es una trampa que nos limita y muchas veces puede funcionar como una (auto)excusa para evitar las responsabilidades que nos genera emociones incómodas e inseguridad.
3. Para hablar de manera genuina ante un auditorio, para encontrar nuestra voz y ofrecer autenticidad tenemos que dejar a un lado lo que tenemos que/lo que queremos ser para simplemente ser quienes realmente somos. Esto significa que aceptamos nuestra vulnerabilidad, que no tendremos siempre una respuesta preparada ante todo y que la improvisación será una pieza importante de la partida
4. Cuando una persona conoce a fondo un tema, lo ha trabajado a conciencia y se ha preocupado de cómo hacer llegar y construir con su audiencia un discurso o unas ideas, no tener todas las respuestas en cada momento y mostrar la propia vulnerabilidad no le resta crédito ni le distancia de los que le escuchan. Al contrario en muchas ocasiones nos hará más cercanos y ayudará aumentar la confianza en nosotros.
5. Porque asumir riesgos (asumir riesgos digo, no ser un inconsciente ni un suicida) ayuda a generar confianza. Hablar en público implica asumir riesgos, exponerse, dejarse ver, mirar para ser mirado, escuchar para ser escuchado. No podemos construir en solitario desde el discurso que tenemos escrito o que llevamos aprendido de memoria. Entendido de esta manera, hablar en público no es un evento, es una relación y por tanto lo imprevisto es altamente probable y la improvisación un habilidad realmente útil y poderosa.
6. Improvisar no es actuar o reaccionar a ciegas y sin criterio ni plan alguno. Solamente aquellas personas que se han preparado a fondo, que han investigado, experimentado y trabajado en profundidad sobre un tema, serán capaces de improvisar y encontrar alternativas ysoluciones que van a enriquecer e innovar su discurso y su trabajo.
7. Una situación que nos obliga a improvisar sólo será problemática en el contexto de una experiencia escasa, un trabajo previo insuficiente y una preparación pobre. La inseguridad no se “cura” con ansiolíticos ni controlando todas las incertidumbres posibles, si no con mucho trabajo, preparación y exponiéndose, lo que permitirá transformar el miedo en experiencia y la improvisación en un elemento clave para la innovación.

Valgan éstas como una muestra de las ideas que trabajamos a partir de distintas actividades y experiencias que vamos construyendo e “improvisando” en algunos de nuestros talleres de Ideas Poderosas. En ellos no tratamos de explicarlas para convencer a los que nos acompañan, sino de hacer que pasen cosas en directo, exponernos y jugar con nuestras “certezas”y emociones, relacionarlas con nuestra vida diaria y nuestro trabajo cotidiano, reflexionar sobre todo ello y ayudar a que cada participante encuentre ideas y estrategias de cambio personal con las que pueda jugar y experimentar en su mundo real, fuera ya del contexto de entrenamiento.

Hay distintas actividades de improvisación que utilizamos en nuestros talleres, este blog puede ser un buen lugar para compartir algunas de estas experiencias, la forma en la que las realizamos y los objetivos que perseguimos con ellas. Pero eso será otro día, en este momento toca practicar para seguir improvisando, ahora en la cocina.

Asociación Proxecto Máscaras

Hablar en primera persona puede ser muy complicado, dominio del lenguaje puede no faltarte pero además se necesita valor para hacerlo y un mínimo de biografía. En realidad esto no es cierto, o al menos la realidad nos muestra lo contrario. Palabras tenemos, valor nos sobra y experiencia a nuestras espaldas… ¿qué importa? Hilar palabras relacionadas con los valores, la misión, la visión de las empresas, el personal branding, el desarrollo personal, etc. esto es lo que ofrecen muchos consultores, coachs, oradores motivacionales,… Es como si una suerte de virus verbal nos hubiera contagiado a todos de grandes palabras y mensajes de responsabilidad social corporativa, sostenibilidad, innovación,…

Parece que bastara con saber nombrar para realmente innovar y actuar de manera congruente con lo que las palabras significan. Esto se observa en grandes y pequeñas empresas, en profesionales y en proyectos de todo tipo, forma y color. Son proyectos que ponen el discurso y las palabras por delante. En ocasiones esto da para “poco más” que unos buenos beneficios, un buen blog con muchos seguidores, algunos titulares por un tiempo y no pocos proyectos contratados y subvencionados por la administración de turno. Al final la innovación y los grandes valores no van mucho más allá de los beneficios económicos y de los límites del discurso con el que se explicó todo. De palabras afuera todo sigue igual.

En ocasiones parece exisitir algo así como una burbuja verbal, se está inflando demasiado el valor de algunas palabras, detrás de las cuales muchas veces no hay más que aire. Sin embargo, no basta con decir e hilar finos discursos, esto es garantía de casi nada. Los repertorios decir/hacer no siempre van en la misma dirección, ni se necesitan el uno al otro. Se puede describir muy bien un proceso, parecer el mayor experto en agricultura ecológica o en educación, y sin embargo no haber plantado ni saber plantar una sola hortaliza en tu vida, ni haber estado nunca ante una clase. Recuerdo a más de un profesor en la facultad de psicología que, a pesar de no haber tratado con caso clínico alguno, impartía asignaturas de diagnóstico diferencial y tratamiento psicológico y tenía escritos algunos libros y artículos sobre la materia. Pero también se observa el caso contrario, hay personas capaces de cultivar las mejores coles o de enseñar y despertar la pasión por el aprendizaje y ninguno de ellos sería capaz de escribir un post sobre desarrollo sostenible o un artículo sobre métodos didácticos.

Y en ese punto estamos, a veces tengo la sensación de que lo blogs son trincheras desde donde lanzamos palabras elocuentes y discursos impecables y a la vez donde escondemos nuestras carencias, donde protegernos del cuerpo a cuerpo, del trabajo sucio de campo, del inevitable error del que juega a hacer y aprender no sólo de las palabras, también de las consecuencias de cada acción a la que se lanza.

No se trata de restar valor al trabajo, los artículos, los proyectos de buenos consultores “de sofá y mesa camilla”, con los que disfruto y aprendo en muchas ocasiones a través de sus lecturas. Se trata de reivindicar la necesidad y el valor del hacer, de la importancia de forjarte una buena biografía para poder hablar de verdad en primera persona, de la importancia de trabajar y vivir en gerundio, de exponerse y dejar que ocurran cosas, de girar nuestra atención hacia las prácticas cotidianas de profesionales y asociaciones que no tienen tiempo nada más que para seguir buscando soluciones, salidas; de aprender de personas que, aún sin saberlo, no dejan de estar innovando, diseñando y creando nuevos caminos.

Quería llegar hasta aquí para desembarcar en el Proxecto Máscaras. No es fácil de definir. Es un buen ejemplo de cómo hablar en primera persona con un buen dominio de la palabra, con mucha biografía a las espaldas y muchas cosas por contar. Pero Máscaras es ante todo cine, a partir de aquí el proxecto es mucho más: se trata de un grupo de personas haciendo cine de verdad, aprendiendo, abriendo caminos, reflexionando sobre su trabajo, innovando, escribiendo sobre su experiencia, siendo actores de la vida pública, interpretando el mundo, definiendo sus valores desde lo que les importa, desde lo que les afecta y siempre en términos de acciones, de verbos como única estrategia posible para cambiar el (su) mundo.

El Proxecto Máscaras es un punto en el que el buen cine, la consultoría, el aprendizaje, el compromiso, la inclusión y la innovación social se integran y lo hacen de la única manera posible: sin hablar demasiado de ello en esos términos, trabajando mucho, de una manera orgánica, generando las condiciones para que sucedan cosas, analizándolas, escribiendo sobre ellas, y revisando continuamente para no dejar de aprender.

El Proxecto Máscaras es ahora además una asociación, y esa asociación es un laboratorio social donde se está trabajando con nuevas maneras que permitan, entre otras cosas, crear una escuela de actores y actrices y difundir su trabajo, analizar y estandarizar lo andado y lo aprendido en métodos, unidades didácticas y herramientas de trabajo para la integración social por la naturalidad.

La asociación es un proyecto de participación social abierta a todas las personas que pretende impulsar nuevos proyectos. La primera campaña que se ha lanzado desde la asociación es “invita al cine” El objetivo de esta campaña es que más personas vean la película Máscaras. Quienes la han visto la recomiendan y así empezó a surgir la idea de preparar un pack especial de tres entradas para regalar. La campaña es muy simple: consiste en el envío de invitaciones a título personal, para ver Máscaras.

Desde Ideas Poderosas hemos retirado ya nuestras tres invitaciones que pensamos regalar a amigos, algún(a) participante de nuestros talleres o a cualquiera de nuestros seguidores en nuestras redes.

La Asociación Proxecto Máscaras es un Idea construida en gerundio, humilde y sutil, pero muy Poderosa. Os deseamos que la disfrutéis mucho.