En el Aula de Experiencia de la UNIA

Ayer comenzamos aventura del Aula de Experiencia con la Universidad Internacional de Andalucía. Los compañeros de viaje: un grupo de mujeres y un hombre atrevidas que se arriesgaron a acompañarnos sin saber muy bien adónde o para qué. La nave: la sede de la Asociación Socioeducativa y Cultural Alternativas, un piso en un edificio de principios del XX en el centro de Linares que desprende un encanto especial por las 4 esquinas. La compañía y el escenario no pudieron ser mejores.

Ayer fijamos el rumbo del viaje, pero seguimos sin saber a donde llegaremos después de 4 semanas. Y eso nos gusta.
Hablamos de nuestras vidas, de hijos y madres, de serpientes y caballos, de hacer comunidad, de la confianza creativa,… Revisitamos la palabra liderazgo para llenarla de otros contenidos menos relacionados con las certezas, con las respuestas y lo pragmático, y más cercanos al aprender del vivir incierto, a las preguntas y al poder que nos dan las derrotas memorables.

«Todo liderazgo es autobiográfico. Si no sé lo que eres como persona, no sé lo que eres como lider» Noel Tichy

Nos sorprendieron los relatos de los asistentes y sus biografías cargadas de ganas, de retos y de entrega. Y nos enamoró su manera de conversar y el mirar inconformista a algunas de nuestras propuestas, sus ambiciones y su rebeldía de actores y actrices en busca de nuevos personajes para los escenarios nuevos en los que la vida nos sitúa.

Y nos encantó su coraje y su pasión para seguir buscando y creciendo, y todo ello no ‘a pesar de‘, sino ‘gracias a’ los años vividos,…  ‘que el arte es largo y, además, no importa’.

(Continuaremos con nuestro curso dentro del Aula de Experiencia cada mercoles de 17:00 a 20:30, hasta el día 27 de mayo. Si alguien está interesado en unirse al grupo, puede contactar con la asociación Alternativas, con la UNIA o pasarse directamente la próxima sesión el día 6 de mayo por la sede de la asociación)

Storytelling, del márketing a la educación (un viaje de ida y vuelta)

El pasado 7 de abril terminamos nuestro primer ciclo de colaboraciones con Jaén Acoge con un taller sobre storytelling en el IES Las fuentezuelas. El ancestral arte de contar cuentos que llevamos clavado en nuestros genes de aprendices y maestros está siendo aprovechado con fuerza desde el márketing y la publicidad para adaptarse a la forma de ser de los nuevos ciudadanos, a una nueva manera de consumir y de estar en el mundo. Pensamos que la educación y los educadores podemos aprender y enriquecernos de este viaje del storytelling por los campos de la publicidad y la empresa.

De la caverna a la escuela. Taller sobre storytelling y educación intercultural con Jaén Acoge y el IES «Las Fuentezuelas».

De ello estuvimos conversando durante dos horas con un grupo de maestros de un instituto muy grande, un grupo pequeño pero de profesionales muy implicados y enamorados de su trabajo. Hablamos de las múltiples ventajas que el storytelling puede aportar a nuestras clases, de la necesidad de pasar de los contenidos a los contenidos+las experiencias y de la importancia de pasar de ser simplescontadores de historias a ser auténticos creadores de historias si queremos de verdad ir más allá de “días de”, de pósters con palomas de la paz y de manifiestos llenos de buenas intenciones, si queremos de verdad educar la empatía, la educación emocional, la educación en valores, la desigualdad, la interculturalidad, el racismo…

Fue una buena tarde en la que estuvimos conversando pero también probando y proponiendo algunas maneras alternativas de trabajar estos temas en clase. Porque cada metodología encierra una historia y cada historia una experiencia, y sólo las experiencias memorables nos transforman el alma. El resto apenas sirve para adornar las paredes de nuestras clases.

Haciendo trampas en la UNIA

De cuando en cuando se llenan las redes, los programas de radio, los periódicos de buenas palabras y mejores intenciones proclamando la importancia de integrar a las personas mayores de manera activa en la sociedad, de darle el protagonismo que se merecen. Sin embargo, con más frecuencia de la deseable, ese protagonismo se traduce en ser participantes de talleres o de programas -algunos muy interesantes- de ocio, salud, calidad de vida, envejecimiento activo, turismo,… Aun siendo éstas acciones muy sugerentes y útiles, algunas de ellas incluso imprescindibles, se me antoja algo miope esta manera de entender a este grupo de tan singular “mayoría de edad”.

Se dice que los años vividos, la vida trabajada, los aciertos y los errores, las alegrías y las penas superadas, que la experiencia acumulada al fin y al cabo implica una sabiduría y unos conocimientos que merecerían ser compartidos y aprovechados por todos. Pero en pocas ocasiones se gestiona la educación, el emprendimiento o la participación social como si esto fuera algo más que simples palabras.

En muchos de nuestros talleres de Ideas Poderosas hemos conocido a mujeres y hombres mayores (lo que quiera que eso sea) con historias apasionantes que contar, con un ingenio asombroso, con unas habilidades vitales increíbles, con muchas ganas de aprender y de enseñar, con una gran inquietud y un gran compromiso social. Son personas que además de ser simples consumidores de talleres y programas sociales, de ocio salud, turismo,… deberían de ser más a menudo auténticos actores y actrices de la vida pública y ser ellos mismos los organizadores, profesoras, ideadores, movilizadoras de actividades para mujeres y hombres, padres y madres, trabajadores y trabajadoras, niños y niñas , personas emprendedoras,… Sin duda, todos ganaríamos mucho con ello.

Para nosotros esto es algo más que simple buenismo verbal, en Ideas Poderosas creemos de verdad en ello. Así que cuando nos planteamos participar en la “Aula de la Experiencia, una Universidad sin edad” de la Universidad Internacional de Andalucía pensamos en una propuesta un tanto arriesgada: confundirnos de lleno con ellos para conocerlos a fondo, para que rompan nuestros esquemas, para (re)conocer y (re)encontrar su voces y construir junto con ellos armas, habilidades, estrategias, que les permitan realmente ser actores y actuar y emprender en sus comunidades.

Ya lo decíamos más arriba, nos encanta trabajar en esta universidad sin edad con la UNIA, nos apasiona trabajar con personas que tienen tanto por contar. Así que no podíamos dejar pasar esta oportunidad y no nos ha quedado más remedio que hacer trampas: hemos organizado un curso que nos permita disfrutar mucho y aprender nosotros tanto o más que las personas que decidan acompañarnos en esta aventura.
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El curso se realizará los lunes y los miércoles en horario de tarde, entre el 27 de abril y el 27 de mayo en la sede de la UNIA de Baeza. El plan de contenidos de este curso es el siguiente.

Bloque 1: Encuentra tu voz (analiza tus talentos y tus valores)
Re-construyendo tus valores.
Re-descubriendo tus talentos.
La pasión y tú: Trabajando desde la verdad.
Bloque 2: Construye un escenario para generar (auto)confianza .
Aprendiendo a escuchar.
Aprendiendo a delegar.
Mirando con perspectiva.
Sincronizando con tu interlocutor.
Más allá del mensaje, comunicando desde las ideas.
Bloque 3: Prepárate para la acción.
Aceptando y actuando con las emociones.
Reconociendo valores y fijando metas.
Generando compromisos.
Aprendiendo a preguntar.
Aprendiendo a sugerir.
Avanzando desde el riesgo: el prototipo como unidad básica de acción.

Cambios radicales del e-learning

¿En qué se diferencia el aprendizaje tradicional (en formato presencial) del e-learning? Radicalmente en nada. Me explico: apelando a las cuestiones básicas, podemos afirmar que los principios del aprendizaje online vs presencial, o del trabajo colaborativo presencial vs en red son idénticos. Los comportamientos de personas aprendiendo o trabajando en unas u otras condiciones están gobernados exactamente por los mismos principios. Y aunque la topografía y la forma de algunas conductas de las personas implicadas (docentes, tutores, alumnado, compañeros de trabajo,…) o de los estímulos y condiciones bajo las que se trabaja o se produce el aprendizaje en las modalidades presencial/online puedan ser distintas, funcionalmente son equivalentes.

Un par de ejemplos. Los principios de la aerodinámica o de la biomecáncia son los mismos para ti que para Usain Bolt, aunque él haga los 100 metros en 9,58 y tú no. La ley de la gravedad es la misma para un adolescente que entra a casa con prisas como elefante en cacharrería a recoger su último olvido que para el que abre la puerta y anda casi sin tocar el suelo a las 3 de la mañana intentando ser invisible a los oídos de sus padres después de 5 horas de botellón. Los hilos de la gravedad son universales, por muy distintas que sean las formas de andar y moverse.

Las diferencias entre el aprendizaje presencial y el e-learning, entre el trabajo colaborativo cara a cara y en red no son profundas, es una diferencia de detalles (que no es poco). A veces pienso que tal vez escribimos demasiado desde un nivel teórico, reificando conceptos ya inventados, creando teorías que nos empeñamos en vestir como científicas, ideando nuevos nombres para viejas cosas, dándole un toque de modernidad y tratando de vestir de etiqueta el sentido común. Quizás escribimos demasiado sobre/desde estos aspectos profundos – no aportando mucho realmente nuevo a la práctica real- y demasiado poco sobre/desde los detalles.

No desdeño, ni critico ni considero inútil muchos de estos artículos y conversaciones, pero creo que necesitamos ocuparnos y conversar más desde los matices, sobre lo concreto, sobre los cómos y los porqués, y bajar más a menudo al nivel de la experiencia que se puede tocar y copiar y probar y mejorar. Y ser generosos con todo ello. Es ahí donde encontraremos muchas respuestas. Y muchas teorías.

Tenemos que dejar de hacer siempre lo mismo y experimentar. Y para ello imagino que debe ser importante tener claro nuestro propósito, formularnos las preguntas adecuadas -preguntas que sirvan para algo más que coleccionar certezas y demostrar(nos) que estamos en lo cierto- y experimentar

Experimentar de manera intencionada y estratégica, es decir introducir cambios en alguno(s) de los factores sobre los que tenemos control. Podemos por ejemplo, probar con actividades o dinámicas totalmente nuevas, o modificando tan sólo un pequeño aspecto de una actividad o del contexto formativo/laboral (por ejemplo reduciendo la duración de las reuniones de equipo, o la de los vídeos que tendrán que ver nuestros alumnos en casa, o cambiando el tipo de evaluación que venimos utilizando, etc.) mientras el resto de variables las mantenemos estables, y a partir de ahí observar lo que ocurre, medir, interpretar y sacar conclusiones que podamos probar e introducir a la dinámica de nuestro trabajo.

Tenemos la oportunidad de transformar nuestros talleres, nuestras clases o los grupos de trabajo que coordinamos en laboratorios de experiencias y hacer de ello una buena fuente de aprendizaje e innovación. Y tenemos la oportunidad de contar y compartir nuestra práctica para hacerla más grande, de ser generosos no sólo con las teorías que explican nuestra mirada y justifican lo que hacemos, también ser generosos conversando sobre la manera en que trabajamos, conversando sobre nuestras buenas prácticas o nuestros errores memorables.

Ser generosos y mirar para ser mirados, no sólo para esconder lo que hacemos.

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La imagen es de un cuadro de Santiago Ydañez

De videoclubs e imposturas

A veces siento que la red es en gran medida una clínica de cirugía plástica, que no es más que un laberinto de espejos en el que elegimos mirarnos sólo en aquellos que mejor imagen nos devuelven de nosotros mismos, que es sobre todo un juego de egos, un lugar donde la motivación pasa en demasiadas ocasiones por mirarse el ombligo, por la ceguera y el autoengaño, donde decir y hacer pretenden ser una misma cosa, donde se habla de humildad para demostrar lo humildes que somos, donde las imprescindibles (con)versaciones cada vez son más escasas y se transforman en un juego de ecos o en simple impostura.

Estoy seguro de que estas impresiones personales retratan más mi mundo en red y mis caminos en ella que a lo que quiera que sea la red en sí, no puede ser de otra manera. De cualquier forma, estando así las mis cosas, los cómos y porqués me parecen un privilegio. En un mundo atascado en vivir rápidamente, en el que basta con mostrar el resultado, o incluso maquillarlo, o incluso fingirlo, en un mundo tan real como el virtual en el que el relato a veces sólo sirve para crear un acto de fe, pero no describe ni explica; en un contexto donde las palabras más allá del sonido no conservan su significado, detenerse a narrar, documentar y compartir el proceso de un proyecto y su resultado último, las maneras personales de mirar, los trucos, las decisiones, las debilidades o los valores propios, es sin duda alguna un acto de coraje por parte del que lo escribe y un lujo para el que lo lee.

Por otro lado reconocer y reiterar que “Por supuesto, cualquier otra persona podría haberlo hecho de otra manera” es, además de un buen juego narrativo, un reto, un guiño y un reconocimiento de las propias limitaciones y de todos los caminos que quedarían por explorar.

Si además te gusta el cine desde dentro del cine, el corto y el post de Iago te pueden interesar más aún. Yo no soy ningún letrado en estas lides, me gusta mucho ver algunas películas, cortos y documentales, pero no me apasionan -por ignorancia- las zonas de blancos, la temperatura de color o las posibilidades de los etalonados.

Sin duda he disfrutado mucho el corto Josman (#dMudanza) y me ha hecho re-vivir y re-sentir con sorprendente facilidad imágenes, olores, conversaciones y sensaciones que están pegados a mi historia y que hacía mucho tiempo que no recordaba.

Pero “Cómos y porqués” habla de muchas más cosas. “Cómos y porqués” es una de las experiencias más extrañas, por infrecuente, que últimamente he visto entre los blogs de aficionados y profesionales de las redes que sigo. Esta entrada es un singular ejercicio didáctico, un acto de generosidad que poca gente está dispuesta a hacer. Como escribiera Fernando Savater al hablar de el valor de educar, “cobardes o recelosos abstenerse”.

Cosas de la educación

Aunque tengamos algoritmos y complicados modelos matemáticos que nos permiten predecir el tiempo y mirar desde nuestra pantalla las horas de sol, la velocidad del viento o la probabilidad de lluvia, los iconos, los porcentajes o los datos que aparecen en nuestras pantallas no son más que herramientas pero no son el frío, ni la nieve, ni el calor, ni el sudor.

Quien quiera entender lo que es andar calado hasta los huesos, caminar perdido con las nubes al cuello o empapado en sudor tendrá que hacer algo más que mirar su pantalla de retina 5K. Al otro lado de la puerta hay una sola pre-visión exacta y acertada, pero mil sensaciones, mil necesidades y muchas de experiencias diferentes.

De la misma manera, más allá de claros análisis de expertos, más allá de encendidos debates entre los que defienden con la misma seguridad una postura y su contraria, o más allá de argumentos ciertos y previsiones sobre las cosas de la escuela y la educación, existen miles de experiencias distintas, de triunfos y derrotas diversas, insospechadas maneras diferentes de sentir todo lo que expertos, políticos y especialistas escriben y se empeñan en predecir.

Cambiar el foco de atención desde la pantalla al aire libre, desde las palabras de los especilaistas a la vida real de las personas, a las experiencias de los propios estudiantes, padres y docentes se nos antoja imprescindible si queremos de verdad conocer y diseñar una aprendizaje desde y hacia las personas, una educación que de verdad encaje con el entorno y con las vidas de nuestros hijos y con lo que quiera que pueda ser su futuro y no con nuestras teorías tan exactas y ciertas o con nuestro pasado.

Quizás no debiera de ser tan difícil, tal vez se trate en gran parte de dejar de mirarse el ombligo, salir a sentir el frío o el calor, mirar a la gente a la cara y escuchar.

Nosotros le hemos preguntado a estudiantes, padres y maestros sobre internet y las redes sociales, sobre cómo las utilizan y sobre su opinión acerca de los deberes para casa. Ya tenemos algunas respuestas, iremos compartiendo en futuras entradas las nuevas que nos lleguen.

Gonzalo (11 años) 6º de Primaria
1. ¿Que redes sociales usas? ¿Cuanto tiempo le dedicas al día? ¿Para qué o cómo usas las redes sociales e internet en tu trabajo/escuela?
Antes usaba tuenti una vez a la semana durante el fin de semana, pero ahora sólo uso Facebook los viernes por la noche un ratillo y el fin de semana también un rato después de cenar,media hora o así.
Las redes sociales sólo las uso para hablar con mis amigos, compartir fotos y vídeos, pero para el colegio no. Internet sí lo uso para el cole porque nos mandan buscar mucha información y hacer trabajos.

2. ¿Que piensas sobre los deberes y tareas para casa? ¿Las utilizas?
A mi me mandan un montón de deberes para casa y eso que en la clase soy de los que término todos los ejercicios rápido porque si no, tendría los del cole atrasados y los de la casa. Me mandan de todas las asignaturas y como son profesores distintos porque ya estoy en sexto, no tienen en cuenta todos los que nos han mandado los otros y se juntan tantos que tengo que apuntarlo en una agenda porque se me olvidan. Yo creo que deberían mandar un poco menos porque me tengo que pasar la tarde estudiando y he tenido que dejar de ir a actividades extraescolares porque ya no me da tiempo.

3. ¿Qué es para tí la educación/la escuela, qué esperas de ella? ¿Para qué debería de servir ir a la escuela/educación, la eso o el instituto,…? ¿Qué sería para ti una escuela interesante y útil?
A mi sinceramente la escuela no es un sitio donde me guste estar, voy porque no tengo más remedio si quiero ser arqueólogo y como niño mi obligación es estudiar para estar preparado cuando sea mayor. Lo que me gusta del cole es estar con mis amigos, los recreos y las clases de educación física.
La escuela debería servir para aprender a convivir unos con otros, donde ayuden a educar a los niños que en su familia no lo hacen mucho, donde estén con los niños mientras sus padres trabajan. Donde nos ayudan a elegir y saber seguro lo que queremos estudiar para el futuro o si queremos hacer un módulo o hacer la selectividad.
Para mí una escuela interesante y útil sería aquella en la que pudiéramos estudiar más de las cosas que nos gusten porque hay cosas que es un poco tonteria que si no nos vamos a dedicar de mayores a ellas pues que perdamos el tiempo. Por ejemplo a mi la música me gusta oirla pero no tocarla que ya me he dado cuenta que es un latazo tocar la flauta, pues para qué tengo que seguir tocando la canción de los elefantes? Por ejemplo la educación física deberíamos hacerla todos porque encima es bueno para la salud. Los idiomas también porque si no hay trabajo aquí nos tenemos que ir al extranjero y la lengua porque tenemos que saber leer y escribir y tener una cultura.La religión con un par de años que la estudiáramos también sería suficiente jeje.
A mi me gustaría una escuela donde los deberes los hiciéramos todos en la clase y tener las tardes libres. Donde no hubiera exámenes sorpresa para pillarnos y siempre después de los puentes como me hacen a mi sin avisar. Donde hubiera una asignatura de lo que queremos estudiar porque a mi me encantaría que hubiera una se arqueología y me contaran muchas cosas y cada vez que en Castulo descubrieran algo nuevo que nos llevaran de excursión. Una escuela donde no hubiera enchufados ni pelotas con los profesores y donde todos nos lleváramos bien y donde en las clases nos dejen participar y no estar toda la mañana en silencio escuchando a la monja. Y donde aprendiéramos jugando, divirtiendo nos, investigando y haciendo trabajos en equipo


Alberto Fernández. Profesor de Formación Profesional e inspector de educación

1. ¿Que redes sociales usas? ¿Cuanto tiempo le dedicas al día? ¿Para qué o cómo usas las redes sociales e internet en tu trabajo?
Whatsapp, grupos de correo, discos duros virtuales compartidos, Facebook (poco). Diariamente entre 2 y 3 horas. El uso fundamental es la transmisión de información adecuada en el tiempo, trazable, obtención de feed-back, etc…

2. ¿Que piensas sobre los deberes y tareas para casa? ¿Las utilizas?
Soy contrario al tipo de ‘homework’ tradicional. Lo considero un elemento de segregación escolar porque el alumno con más posibilidades también es el que más ayuda extraescolar tiene. La escuela pública, como fuente de equidad, debería desterrar las tareas de casa, porque además ya los niños pasan bastantes horas en el cole.

3. ¿Qué es para tí la educación, qué esperas de ella? ¿Para qué debería de servir ir a la escuela/educación, a la eso o el instituto? ¿Qué sería para ti una escuela interesante y útil?
La educación tiene que servir para hacer sociedad, ciudadanos que estimen los bienes públicos, que sepan que se espera de ellos y ejerzan la crítica. El saco de contenidos de los que hoy día se atiborra a los alumnos es un gasto con un alto porcentaje de inutilidad.

Niños y jóvenes con diversidad funcional: escapando de la patologización de la vida cotidiana.

Manuel Calvillo y Miguel Angel López “Niños y jóvenes con diversidad funcional: escapando de la patologización de la vida cotidiana” En DAvid Sánchez y Mª Auxiliadora Robles-Bello (coord.) Transformando problemas en oportunidades. Evaluación e intervención psicosocial y educativa en la infancia y adolescencia. Universidad de Jaén. 2013

En este capítulo se pretende reflexionar sobre la discapacidad, la forma en que se suele abordar su estudio desde la psicología y las ciencias de la salud y cómo su manera de entender y de tratar con ella puede estar contribuyendo a mantener unas relaciones de poder y una visión parcial y limitada de las personas con discapacidad, que repercute de manera negativa en la generación de contextos sociales y personales inclusivos y capacitantes. Se llama además la atención sobre la experiencia vital de muchos niños y adolescentes con diversidad funcional que suponen un reto a la visión común y “oficial” de la discapacidad y se hace hincapié en la necesidad de transformar estos desafíos en oportunidades para abordar el estudio de la discapacidad por parte de la psicología desde una perspectiva menos contaminada por la visión trágica de la discapacidad, asociada al modelo médico-rehabilitador, que aún domina en la actualidad en las prácticas administrativas y profesionales.

¿Consultoría o neurología?

No es de extrañar que a través de Paz Fontanera Digital -y curadora imprescindible- llegase a un artículo en el blog Cumclaivis enriquecido con algún comentario de Isabel Enpalabras Iglesias. Son todos ellos lugares comunes que acostumbro visitar y en los que suelo disfrutar y aprender. Me gustó el cuadro que elegía Manel Muntada y la equivalencia que hacía a partir de él para hablar del excesivo cientificismo a la hora de analizar e intentar entender algunas realidades. Comencé a escribir un comentario a su entrada, sin embargo, habiéndose alargado demasiado mis notas, creo más oportuno compartirlas desde este blog. Conclusión: aprender a sintetizar es una de mis asignaturas pendientes.

Es cierto, como Isabel decía en su comentario, que la demasiada luz ciega y provoca nuevas sombras, es cierto que las maneras de aproximarse a la realidad basadas en una supuesta “objetividad”, en relaciones causa-efecto, en la lógica y la razón más aséptica y pura pueden ser en muchas ocasiones un lastre más que una ventaja. No creo sin embargo que “la culpa” de esto lo tenga ese pensamiento mecanicista o el método científico, ni que estas maneras de estudiar la realidad no sean adecuadas o sean contraproducentes en sí. El problema no estaría en esta filosofía ni en su metodología sino, en el (mal) uso que se hace de ellas.

Los beneficios y los avances que han supuesto para la humanidad la aplicación de esos principios en disciplinas como la física, la química o la medicina han sido y siguen siendo tremendos para terminar con enfermedades, exterminar miles de personas con una sola bomba, revolucionar el transporte y las comunicaciones o permitir la aparición de internet y todo lo que ello implica en nuestras vidas. El método científico, que intenta establecer relaciones causa efecto entre variables dependientes-independientes, intentando a la vez mantener controladas todas las posibles variables extrañas, supuso un paso de gigante para el avance de la humanidad y así seguirá siendo.

Los problemas con el exceso de luz y la ceguera que puediera provocar comienzan tal vez cuando se pretenden aplicar estos principios a realidades y campos de estudio que no son susceptibles de poder ser analizados desde esta óptica lineal y mecanicista. Entre éstos se encuentran los casos que de manera tan acertada apunta Manel en su post (comunicación, liderazgo, conocimiento,…) También aparecen incongruencias, problemas y hasta disparates cuando se dan saltos conceptuales y se pasa a utilizar los descubrimientos y avances realizados desde estudios de laboratorio en ambientes totalmente controlados para ofrecer explicaciones unidireccionales, simples y mecánicistas de hechos que están a un nivel de realidad distinto, mucho más mundano, y que requeriría por tanto un análisis más contextual e interactivo y menos mecánico y aséptico.

Creo que con más frecuencia de la deseada ocurre esto en algunas prácticas que se hacen desde la formación, el coaching o la consultoría, debido a la cercanía y puentes que algunos tienden entre éstas y otras disciplinas como la PNL y demás “neurocosas” (neuromárketing, neuroeconomía, neuroliderazgo, neuroeducación, neurocoaching ¿?,…).

Volvemos a la idea que de alguna manera ya señalaba Manel en su post y con la que estoy de acuerdo, creo que los consultores, formadores, entrenadores,… deberíamos de tener una forma de mirar centrada en la persona en su contexto, lo que supondría independizarse de ese afán en exceso cientificista. Esto implicaría tomar conciencia de la seriedad y complejidad de nuestro campo de trabajo como marco relacional complejo, lo que tal vez evitaría la venta de humo y de soluciones fáciles y rápidas apoyadas en no se sabe qué suerte de estudios científicos.

No se trata aquí de quitar importancia a los avances en disciplinas como la neurología ni a las personas que trabajan desde sus laboratorios, y menos aún a la utilidad del método científico, lo que se pretende decir es que sería mejor situar cada disciplina al nivel de realidad que le corresponde y por tanto con un objetivo y objetividad propia, un lenguaje diferente y con una manera de actuar, de mirar y de relatar distinta.

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¿Adicción tecnológica?

Pensando en voz alta a partir de estas declaraciones (2min. 14 seg.) en la cadena ser con motivo del Día Internacional de la Salud Mental.

Distintos perros con el mismo collar
Aún reconociendo que la ansiedad, la depresión o la adicción tecnológica son experiencias dolorosas, con las que la vida se hace más difícil (o muy difícil) de vivir y pueden requerir apoyo profesional, no deja de ser discutible esta insistencia en situar la depresión o la ansiedad o el consumo desadaptativo de cualquier química, objeto o tecnología (en definitiva, experiencias todas) y en general las llamadas ‘enfermedades mentales’ como patologías, al mismo nivel que la diabetes, el párkinson o la malaria. A diferencia de la universalidad de éstas, el uso de la tecnología será definida como patológico o no dependiendo de múltiples factores temporales, biográficos y contextuales. De esta manera la misma experiencia de uso de un smartphone podría ser catalogada hoy como trastorno de adicción tecnológico para un adolescente de Ainsa o de Cádiz, pero tal vez no sería considerada como ‘enfermedad’ para el mismo adolescente si viviera en la misma ciudad en el año 2018, o en el 2014 de una ciudad como Tokio.

Este manera de entender los problemas de la vida y el comportamiento humano podría no sólo no tener la solidez empírica y conceptual que tiene la misma aproximación a las entidades patológicas naturales, sino que además presenta otras desventajas como pudiera ser el hecho de desviar la atención de otras condiciones, además de las biológicas, no menos importantes y de las que también depende el inicio y mantenimiento de estos ‘trastornos mentales’.

Flor nueva de romances viejos
Sorprendernos o incluso alarmarnos ante cambios tan bruscos y radicales de las formas cotidianas de estar y de ser en el mundo es una reacción frecuente y lógica. Después de toda una historia de generaciones comunicándonos y compartiendo cara a acara, aprendiendo en aulas dirigidas por expertos docentes o amándonos piel con piel, puede ser de sentido común, e incluso una reacción adaptativa, extrañarse y adelantar conclusiones sobre los peligros del vivir en digital.

No es difícil por tanto encontrar sólidos y variados argumentos desde la psicología, la filosofía, la antropología o desde la psiquiatría que nos alertan de lo extraño que es y los riesgos que para los individuos y la sociedad supone estar conectado a lo virtual la mayor parte del día y trabajar, reir, sufrir, aprender o amar a golpe de kilobites.

Situaciones similares se dieron siglos atrás cuando otras tecnologías facilitaron usos innovadores y cambios radicales en las maneras de vivir (pienso ahora en la imprenta, la televisión, o la locomotora). Pero el Darwinismo y la realidad son tozudos y al cabo de un tiempo obligaron a cambiar los marcos de referencia, las teorías y las viejas formas de entender(nos) en el mundo.


El presente invisible

No se trata de negar los riesgos de los usos patológicos o desadaptativos de las tecnologías (como la adicción a las redes sociales), por supuesto que son condiciones que causan sufrimiento y pueden requerir una atención especial y profesional. Sin embargo creo que debieramos ser más meticulosos en nuestra forma de hablar de ello para evitar así caer en el sobrediagnóstico y no patologizar en exceso la vida cotidiana de muchas personas. Para ello son importantes los mensajes que nos llegan desde expertos (psiquiatras, psicólogos,…) y el trabajo responsable de los medios de comunicación que le dan voz.

Creo que sería interesante escuchar con más frecuencia análisis de estas nuevas realidades no sólo desde el pasado y desde nuestra experiencia como producto de nuestra historia y nuestros valores, sino también mirando al futuro (o tal vez presente invisible para muchos de nosotros), para así poder relatar estos nuevos “problemas” desde realidades y valores que, aunque no se estudien aún en las facultades o sean ajenos a la vida de los expertos, no dejan de estar ya aquí.

Lo de ‘relaciones más autistas’ y ‘minusválidos sociales’, merecen un post aparte.

Ideas Poderosas, historias desde la Resistencia.

Granada queda ya lejos, pero no deja de sorprenderme aquél afán por dejar que fuera la vida la que fuese haciendo el camino y no al revés. No dejo de pensar si aquello era razón o estrategia o tal vez pura excusa para hacer todo y no decidir nada, o simplemente una manera de estar donde tocaba estar.

Así comenzamos a inventarnos como psicólogos clínicos, a construir(nos) como psicoterapeutas, a golpe de conversaciones entre el Ruido Rosa y el Amador, así comenzamos a imaginar sin saberlo la clínica que un tiempo después sería el lugar que parimos y donde pudimos aprender y (com)prender lo que varios años de universidad y muchos profesorxs nunca nos dijeron.

Y esa fue nuestra casa, la psicoterapia, durante más de 12 años, allí aprendimos que la felicidad no es un buen objetivo si se quiere ser féliz y descubrimos algunas de las vidas más valiosas, heroicas y sorprendentes que hemos conocido, historias dolorosamente felices y tristes, victorias increíbles y derrotas tan memorables como imprescindibles,… Hoy aún seguimos unidos por un cordón umbilical a la práctica de la psicología clínica en nuestros gabinetes, pero las continuas llamadas desde centros de profesorado, ayuntamientos, ONG, empresas privadas, sindicatos o fundaciones para colaborar con ellos como docentes -especialmente de las áreas de la salud, la docencia, comunicación y organización de equipos de trabajo- volvieron a marcar el camino y poco a poco nos fuimos (auto)exiliando de la clínica y dedicando cada vez más nuestro tiempo a la formación y el desarrollo personal de profesionales. Eran tiempos en los que a un taller lo sucedía otro, en el que los cursos se encadenaban mañana y tarde, mientras la burbuja de la formación continuaba su ritmo.

Los años corrían y a pesar del buen hacer de la mayoría de alumnxs y docentes, toda aquella maquinaria envenenada de la formación subvencionada terminó atrapada por su propia estrategia, por su maquinaria pesada, por estar más diseñada para las justificaciones económicas que para las personas y por su alma muchas veces seca de valores.

Y de esta manera todo se detuvo de repente, era la historia de una muerte anunciada. Con la Formación Profesional para el Empleo -tal y como se había entendido hasta el momento- en la UCI, sólo profesionales muy (re)conocidos o consultoras y compañías de recursos humanos de cierta relevancia tendrían cartas que jugar en la nueva partida.

¿Ahora qué?, nos preguntamos. Volver a la clínica full time y dejar a un lado la formación suponía abandonar una de nuestras pasiones profesionales y personales, y no queríamos renunciar al oficio de aprender y enseñar en unos momentos tan apasionantes como éstos por todos los retos que los avances tecnológicos, culturales y metodológicos implican.

Así que decidimos que era el momento de resistir. De resistir no como una postura política ni como un ejercicio pasivo de apretar los dientes y aguantar la tormenta. Era el momento de resistir como una estrategia organizada, una estrategia con un diseño humano más que contable, centrado en las personas y en su manera de conversar, de experimentar, de emocionarse, de aprender,… Resistir como una forma de rebeldía a todo lo que habíamos visto estos 17 años como docentes y que no nos había gustado, resistir como una manera de poner nuestros valores por delante, resistir a la maquinaria de las subvenciones entendidas como forma de vida, resistir como una manera de asumir riesgos y a la vez de hacer lo que sabemos hacer bien, resistir como una manera de cambiar el mundo, de disfrutar con nuestro trabajo, y de no dejar de experimentar y de aprender.

Por todo ello en Ideas Poderosas tenemos el alma de partisanos y decimos que nos gusta crear historias desde la Resistencia.

Como ocurría con la Resistencia, desde Ideas Poderosas también hacemos “guerra de guerrilas”, nuestra organización es ágil, flexible, aparecemos y desaparecemos sin grandes despliegues, no tenemos que movilizar grandes y pesados recursos, ni humanos ni materiales. Nos basta una videocámara, un smartphone y una conexión a datos para revolucionar el corazón, las cabezas y las manos de las personas con las que trabajamos.

Al igual que pasaba con la Resistencia nuestro modo de mirar la realidad es un poco inconformista a la vez que positiva, porque confiamos en que las cosas se pueden ver, hacer y contar de otras maneras.

Como ocurría con la Resistencia, en Ideas Poderosas contamos con ciertas dosis de clandestinidad y la complicidad del pueblo, el apoyo de la gente y de sus espacios para movernos, para actuar, para hacer que pasen cosas, para sobrevivir y para cambiar con ellos la realidad que no nos gusta.

Tal y como pasaba con la Resistencia, para Ideas Poderosas es imprescindible la colaboración de y con otras organizaciones y personas que conocemos y otras que vamos descubriendo, con las que compartimos valores y con las que disfrutamos y no dejamos de aprender.

Como ocurría con la Resistencia, en Ideas Poderosas los valores y la ideología son importantes. No todo vale. Para nosotros el compromiso con los territorios, con lo social, con la diversidad, con las personas, con las organizaciones grandes y pequeñas está en el centro de nuestra manera de trabajar, de entender y relatar el mundo.

De todo esto se alimenta nuestra alma de partisanos: de crear historias desde la resistencia y seguir disfrutando sin remedio.

 


Nota: ‘Los resistentes fueron hombres y mujeres de todas las edades, aunque a menudo jóvenes, incluso muy jóvenes. Los estudios apuntan que, a pesar de que la Resistencia contó con auténticos personajes románticos y bohemios, la gran mayoría de ellos estaban casados, tenían un oficio y una vida de familia. Entre éstos cabían universitarios, maestros, periodistas, ingenieros, eclesiásticos, militares, adolescentes de las clases medias y superiores, tanto como obreros, tenderos o artesanos. Sólo una minoría vivía a tiempo completo en una total clandestinidad.
Todas las capas sociales, todas las sensibilidades políticas, filosóficas y religiosas están representadas en el seno de la Resistencia’ [recuperado de la wikipedia]