La revolución educativa.

Creo en una educación revolucionaria, una educación que remueve el corazón, las cabezas y las manos de las personas. Una educación inconformista y socialmente comprometida, una educación que cambia el orden de las cosas y que ofrece la posibilidad de transformar la vida y el destino que traemos escrito en el adn económico y social de la familia que nos ha parido. Una educación que ofrece los recursos que permiten que la hija de una familia humilde,sin otro horizonte que las temporadas de vendimia o de recogida de aceituna, esté hoy en su segundo año de MIR, y que haya cambiado así su suerte y la de su familia permitiéndoles inventar un futuro que ni en sus mejores sueños habrían imaginado.

Echo de menos esta visión en las (no tan) nuevas propuestas pedagógicas que ponen la felicidad en el centro y como principal objetivo de las escuelas. Como decía, creo en una educación revolucionaria, y no creo que la felicidad sea lo revolucionario, sino el saber, la filosofía, la lengua, la física, el arte, la literatura, la historia, las matemáticas,…. el esfuerzo por superarnos y aprender y aplicar los conocimientos acumulados que siempre nos han hecho avanzar como personas y como especie. En gran medida es todo esto lo que permite darle la vuelta al orden de las cosas, que nuestra vida sea cada vez más digna y que podamos dar lo mejor de nosotros mismos a la sociedad a la que pertenecemos.

Por supuesto que todo este aprendizaje y el disfrute, el coraje y el trabajo que conlleva debe ocurrir con los mayores recursos y las mejores prácticas educativas basadas en la evidencia, y siempre en un escenario de cuidado, de cariño, de respeto, de seguridad, de atención y de un apoyo radical a aquellos alumnos que lo necesiten. Cuando así ocurren las cosas, nuestros hijos y nuestras hijas aprenden que el esfuerzo y los retos, incluso las derrotas, no solo no son incompatible con la felicidad de vivir, sino que son imprescindibles para ella.

Apuntes sobre igualdad

La igualdad, como la libertad, habita más en en los verbos que en los nombres, en la posibilidad real de hacer y de cambiar el mundo, nuestro lenguaje y las circunstancias que nos comprometen con la vida que queremos y con nuestros valores. Por eso tal vez a veces esa forma de contar la realidad más centrada en el cromosoma que en la acción, más que acercarnos, nos aleja de esa igualdad. Por supuesto que ante tantos años de historia y de relatos de discriminación en que la mujer ha estado oculta es muy importante hacer que se vean y darles visibilidad, pero sin que los sustantivos hagan sombra a los verbos, sin que  achiquen a la persona, al valor, la importancia o la excelencia de sus logros.

Más allá de la seducción de las palabras, creo que ese es el efecto de algunos titulares, de ciertos relatos. Desde el lado opuesto, creo que no ha sido sobre todo a base de titulares, sino gracias a la  desigualdad desapercibida, esa que sin explicarnos hemos aprendido, la que sin darnos cuenta hemos mamado desde pequeños,  la que ha hecho fuertes nuestros prejuicios y nuestros comportamientos machistas, muchos de los cuales ni siquiera somos capaces de reconocerlos cuando andamos en ellos.

La igualdad, como la libertad, habita más en en los verbos que en los nombres. A veces los (malos) modos de visibilizar empequeñece a las mujeres y nos ciega ante grandes trabajos

Es muy importante la (bien intencionada y bien usada) visibilidad de la mujer a la vez que leyes y acciones de apoyo directo a mujeres. Recortando y parafraseando acá y allá del TED de Michael Kimmel: Los hombres blancos de Estados Unidos y Europa han sido y son los beneficiarios del mayor programa de discriminación (positiva) de la historia de la humanidad. Tal vez no nos demos cuenta -“el privilegio es invisibles para aquellos que lo tienen”- pero esa es nuestra historia. Y esto tiene que dejar de ser así, porque es lo justo y es lo correcto, pero también por puro interés, por el bienestar de los propios hombres. Hacer visible su propio género a los hombres es el primer paso para implicarlos en la lucha por la igualdad entre hombres y mujeres.

Al mismo tiempo que se llevan a cabo estos cambios, tal vez habría que alentar el valor y la fuerza de lo sutil, de lo que está tan presente que no se ve y no necesita ser nombrado continuamente para ser. Necesitamos generar más escenarios de igualdad desapercibida y dejarlos estar, esos que se respiran y se calan hasta los huesos sin darte cuenta y te hacen vivir mejor la vida. Todo ello tiene que ver con los verbos, con lo que hombres y mujeres hacen y tiene la libertad de elegir hacer, con las nuevas realidades que podemos ver en las calles, colegios, hospitales, casas, mercados,… Escenarios que nos harán cambiar no sólo nuestros prejuicios y la manera de vivir y relacionarnos, también la manera en que haremos los titulares y usaremos nuestras palabras.

Nota: La imagen es una foto de la Casa de las Vestales, en los Foros Imperiales de Roma.

Storytelling, del márketing a la educación (un viaje de ida y vuelta)

El pasado 7 de abril terminamos nuestro primer ciclo de colaboraciones con Jaén Acoge con un taller sobre storytelling en el IES Las fuentezuelas. El ancestral arte de contar cuentos que llevamos clavado en nuestros genes de aprendices y maestros está siendo aprovechado con fuerza desde el márketing y la publicidad para adaptarse a la forma de ser de los nuevos ciudadanos, a una nueva manera de consumir y de estar en el mundo. Pensamos que la educación y los educadores podemos aprender y enriquecernos de este viaje del storytelling por los campos de la publicidad y la empresa.

De la caverna a la escuela. Taller sobre storytelling y educación intercultural con Jaén Acoge y el IES «Las Fuentezuelas».

De ello estuvimos conversando durante dos horas con un grupo de maestros de un instituto muy grande, un grupo pequeño pero de profesionales muy implicados y enamorados de su trabajo. Hablamos de las múltiples ventajas que el storytelling puede aportar a nuestras clases, de la necesidad de pasar de los contenidos a los contenidos+las experiencias y de la importancia de pasar de ser simplescontadores de historias a ser auténticos creadores de historias si queremos de verdad ir más allá de “días de”, de pósters con palomas de la paz y de manifiestos llenos de buenas intenciones, si queremos de verdad educar la empatía, la educación emocional, la educación en valores, la desigualdad, la interculturalidad, el racismo…

Fue una buena tarde en la que estuvimos conversando pero también probando y proponiendo algunas maneras alternativas de trabajar estos temas en clase. Porque cada metodología encierra una historia y cada historia una experiencia, y sólo las experiencias memorables nos transforman el alma. El resto apenas sirve para adornar las paredes de nuestras clases.

Piropos

Me gustaría hablar del piropo. Lo primero que suelo hacer en estos casos es ver qué significa esta palabra para la Real Academia de la Lengua y el María Moliner. Dicen ambos que ‘es una alabanza dirigida a una persona, dicha a ella misma’. Podemos convenir que a cualquier persona, sea mujer un hombre, le agrada que le digan cosas buenas sobre ella misma. No conozco a nadie que no le guste tener belleza, inteligencia,…A la mayoría le gusta, además, que los demás se den cuenta de ello y se lo reconozcan. Si se hace con gracia o con cariño, aún más. ¿Qué hace entonces que no haya unanimidad sobre si está bien o no decir piropos? ¿Por qué genera debate?¿Por qué a algunas personas no les gustan?

Aquí no vamos a hablar de las alabanzas o cumplidos sino de algo más concreto, de lo que la mayoría entendemos por piropos; esos que dicen por la calle algunos hombres y que van dirigidos a las mujeres para alabar, con mayor o menor acierto, sus atractivos físicos.
No escuchamos: ‘¡Lista!’, ‘¡Inteligente!’, ‘¡Tienes un cerebro de escándalo!’ No, ¿verdad?. Hablamos del ‘¡Guapa!’, el ‘¡Tía buena!’ y sus versiones ‘mayores’. Si la calle es de todos no parece justo que no estemos en ella con la misma tranquilidad. Di con algo que también me molesta: el piropo del que hablamos no va dirigido de una persona a otra, no, sino de un hombre hacia una mujer.
Si pudiera ir en las dos direcciones estaría mucho mejor. O sería menos malo, que es lo mismo. Pero una sola dirección es indicativo de que algo está mal. Nos dice, entre otras cosas, que cualquier hombre, cualquiera, puede opinar sobre la belleza de cualquier mujer. Sobre mí. Sobre ti. Y se queda tan pancho. Esto me lleva a evocar como alguno, poco agraciado, expone, tranquilamente, ante un grupo de personas lo fea que es tal o cual política o mujer relevante (un modo de atacar su poder) sin que le pase, ni un momento por su cabeza que él no es un Adonis. Porque a quien se le pone nota es a nosotras, a las mujeres. Y el que piropea no tiene que examinarse.
Una amiga me confiesa que cada día le gustan más los piropos. Otra, se queja de que a partir de cierta edad las mujeres nos hacemos invisibles. ¿Para quién, le pregunté?

Estamos hablando de los piropos. No como halagos, que sabemos que gustan a cualquiera. Tampoco cuando se producen dentro de nuestro círculo de amistades. Nos referimos al que lanza en la calle un desconocido a una mujer. Sí, él debe ser un hombre y va solo aunque también puede ir acompañado. Ella va sola o acompañada por otras (a los ojos de él eso es como ir sola también). Eso sí, si la mujer va con un hombre el piropo es impensable. ¿Cómo va a hacer algo así a otro de su especie? Ellos, los que piropean, estas cosas las respetan.
El debate, en mi opinión, no debe centrarse en que es diferente si los piropos son bonitos o no. No se trata de averiguar si hay mujeres, que claro que las hay, encantadas de recibirlos. Lo que debería importar es que hay muchísimas mujeres a las que eso les molesta, o no les gusta en cualquier momento o por cualquier hombre. Es decir, debería ser fundamental caer en la cuenta de que una mujer también es un ser humano. Y es que hay hombres, que por serlo, creen tener derecho a opinar sobre la belleza, o la ausencia de ésta, en cualquier mujer. Cuando opinan sobre el cuerpo de una mujer les es indiferente qué piensa ella al respecto. Cómo se siente. El piropo es un arma y ellos lo intuyen.
Hay un sujeto activo, él, y un sujeto pasivo, ella. Según el susodicho él es el sujeto y ella, nosotras, un objeto. Esa niña que se siente contenta y bonita porque acaba de recibir su primer piropo de mujer aún no sabe que es un caramelo envenenado y que le costará un alto precio.
Al menos nueve mujeres, ¡nueve!, han sido asesinadas en España durante este mes de agosto de 2014 por culpa del machismo. Puede que la culpa no la tengan los piropos. La ideología que lo sustenta desde luego que sí.

Publicado en el Diario Jaén en agosto de 2014

Ayer fue 14 de abril, aniversario de la II República

Los Estados pueden ser monarquías o repúblicas. En España, la Jefatura del Estado no se elige, se hereda. Suena mal pero es la verdad. El Jefe del Estado es quien representanta a nuestro país en el mundo. ¿Cómo se puede heredar algo así?
En 1969, Franco designó a Juan Carlos de Borbón como su sucesor a la Jefatura del Estado, puesto que el Rey ocupa desde 1975, tras la muerte del dictador. Otros cuarenta años. Por un Real Decreto de 1977, su hijo varón, menor que sus hermanas, es el heredero de la Jefatura de nuestro Estado. ¿Cuarenta más? Nuestra Constitución no se aprobó hasta el año siguiente. En su artículo 1.2 proclama que “la soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado’. ¿Cómo va a haber Soberano si el pueblo lo es? Pues en el 1.3 dice que sí, que puede ser y se llama Monarquía Parlamentaria. En estas contradicciones entra nuestra Carta Magna, que más que padres parece que tuvo padrastros. Pero es que, además, una sociedad como la española no debería seguir permitiendo que se la ofenda cuando en el artículo 57 dice que se prefiere el varón a la mujer en la línea sucesoria. Un privilegio que la ley de igualdad de 2007 no debió dejar pasar. Si quieren lo pueden modificar en un momento, en una noche de verano como hicieron con el 135. Nuestras representantes, al menos, deberían exigirlo. Se trata de hacer efectivo el principio constitucional de igualdad.

Cada cuatro años votamos listas paritarias, y elegimos a quienes deberían ser nuestros únicos representantes. Como ciudadana, a eso creo tener derecho.
Como mujer, además, no me resigno a que la personificación de España sea un hombre, es decir, quiero saber que cada cuatro años la mujer tiene opción, expectativas de gobernar. Aunque no gobierne. La monarquía española es una institución anacrónica y contraria a los principios de la democracia, que refuerza, más aún en los últimos tiempos, roles y estereotipos que perpetúan la desigualdad entre mujeres y hombres.

La palabra República viene de cosa pública, de pueblo. Sin conocerla, ya la quiero. Ayer fue 14 de abril.

Lenguaje sexista

“A la mujer y al papel hasta el culo se ha de ver”. Esta es la frase que hace unos días se le escapaba al teniente alcalde de Jaén y que, como era de esperar, rápidamente tenía respuesta desde la oposición. Al parecer, lo que quería decir es que los documentos que hemos de firmar hay que leerlos, releerlos y mirarlos de arriba abajo si no queremos que nos engañen. El hombre se ha disculpado y no todos lo hacen.

Está claro, según él, que no quería ofender a las mujeres, y menos, esto es ya cosa mía, hablar de su culo. El caso es que lo ha hecho. Lenguaje sexista, además, en el uso de sus funciones.

“Antes nos podíamos reír de estas cosas. Ahora sabemos que queda mal”, me dice un amigo que se erige portavoz de los hombres, como si esto fuera cosa de dos bandos, ellos y nosotras. Este es el sentir de muchos. Les hacen gracia esos refranes groseros y machistas pero saben que la sociedad ya no se lo permite. Por eso, llama la atención, que cada poco, sea noticia que algún político, de cualquier partido, haya hecho un comentario machista. ¡Ellos, tan políticamente correctos! Da idea de lo interiorizado que el machismo está en nuestro subconsciente.

Es nuestra responsabilidad crear un lenguaje que sea más justo con la sociedad actual. Con el uso que de él estamos haciendo se desvaloriza, subordina, excluye y ofende a las mujeres. Hay quien lo hace con mayor contundencia o con menos, pero como señala Gaspar Llamazares, la cultura machista es transversal, no tiene clase. Así, a poco que busquemos, vamos a encontrar ejemplos, cuando menos, desafortunados en todos los partidos políticos. Llenaríamos varias páginas con las frasecitas que han soltado Guerra, Valderas, Aznar… Por fortuna, sabemos también de algunos que no aparecerán en estos ejemplos. De izquierdas y de derechas. Al final, como casi todo, es cuestión de educación.

Me agradan las políticas que, ante una ofensa machista, tienen la misma contundencia para corregir a un compañero de partido que a un adversario político. Las hay. Esas son las que nos hacen falta para conseguir la igualdad entre mujeres y hombres, especialmente ahora que los derechos de las mujeres están en peligro.

Pacto entre mujeres

El viernes 20 el Consejo de Ministros recibió el Informe del ministro de Justicia sobre el Anteproyecto por el que Gallardón pretende convertir en delincuentes a aquellas mujeres que decidan abortar. 118.359 fueron las que interrumpieron voluntariamente su embarazo en 2011 según el Ministerio de Sanidad. Por cada mil españolas en edad fértil, doce deciden abortar cada año. Esos son los datos que pasarían a ser invisibles si las mujeres perdiéramos esta batalla. Y mucho más sufrimiento.

¿Pero qué nos habíamos creído nosotras? parece decirnos el ministro, que debe saber que con su ley clasista esto no cambia. ¿Qué pretende? En mi opinión, esto no va sólo de aborto. Se trata de devolver a la mujer “a su sitio”. Una vuelta al pasado que no podemos consentir.

Por eso urge un Pacto entre Mujeres, un pacto que la Plataforma Feminista de Alicante ha conseguido introducir en el debate sobre el aborto. Uno, como el protagonizado por todas las parlamentarias de la Legislatura Constituyente cuando se negaron a avalar con su voto la discriminación por razón de sexo en la sucesión a la Corona y que, como mujeres, nos hace sentirnos orgullosas de ellas. Ahora es igual. El ministro quiere tutelarnos. Convertirnos en ciudadanas de segunda, a todas, empezando por la Vicepresidenta del Gobierno y las Ministras y siguiendo por nuestras representantes en las Cortes Generales. Por eso, es a ellas a quienes nos dirigimos para que garanticen nuestros derechos. Ellas, las parlamentarias de todos los grupos políticos, son nuestras legítimas representantes cuando de limitar nuestros derechos como mujeres se trata. A ellas apelamos; a las del partido en el poder también, y por eso, si las vemos sumisas y calladas, nos avergüenzan. Ni ellas se lo merecen ni nosotras tampoco. Porque necesitamos una democracia en que todos los partidos, respeten a las mujeres. La derecha y la izquierda. Porque las mujeres no vamos a votar a un partido que nos considere inferiores.

¡Ya está bien de aguantar a políticos, con “o”, que nos humillan como mujeres y, sólo protestar si son contrarios a nuestra ideología! Los machistas van contra todas. Pactemos.

Nadie nace maltratador

Ayer, Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, hubo concentraciones y manifestaciones en muchos lugares de nuestro país. Durante unos días de noviembre jornadas y actos tratan de sensibilizar a la sociedad de este grave problema. Pancartas diciéndonos que el machismo mata, que el silencio nos hace cómplices y que este año son ya más de cincuenta asesinadas y, y, y,…Pancartas que gritan “Ni una más”. Y sabemos que sí, que habrá más, muchas más. Pero no nos resignamos.

La violencia se aprende desde la infancia, la igualdad también. Nadie nace maltratador. Tampoco víctima. Sabemos que nacemos con una gran plasticidad para adaptarnos y que ésta se va reduciendo con el tiempo. De ahí la importancia de las experiencias que vivimos en la infancia y en la adolescencia. Prevenir es mejor que curar. Más, si no hay cura. Y para prevenir la violencia machista desde la escuela hay que saber que el sexismo que la origina está relacionado estrechamente con la división del mundo en dos espacios: el público, reservado a los hombres y el privado a las mujeres; con la división también, de los valores en masculinos y femeninos, como si fueran incompatibles. Si sabemos qué es lo que se ha hecho mal, parece que podríamos comenzar el camino correcto. Sólo haría falta que los poderes públicos se lo tomaran en serio.

Por eso, desde aquí, quiero recomendarles el corto “Querernos bien” sobre la violencia de género en adolescentes. Deja claro la importancia de la prevención y que la violencia machista está presente en las y los adolescentes y, por tanto, cualquier chico puede ejercerla y cualquier chica sufrirla. Nos cuenta como “El hecho de haber trabajado en la escuela contra este problema, de haber aprendido a detectar cómo son sus inicios, de aprender a rechazarlo, reduce el riesgo de ser maltratador en el caso de los chicos y el riesgo de ser víctima en el caso de las chicas”.

Un tercio de las asesinadas son menores de treinta años. Por eso, si te pide que no vayas con tus amigas, si te prohíbe, te controla, si a veces te da miedo, puede que él crea que te quiere pero, sin duda, no te quiere bien.

La Merkel

Ayer le decía a mi pareja que iba a escribir de la Merkel.” Merkel” me corrigió. Y es que ese ”la” es parte de lo que nuestro subconsciente da de desigual trato a hombres o mujeres que ocupan el poder. ¿O acaso decimos el Rajoy?

Llama la atención cómo La Ser daba la noticia de la victoria electoral de la persona más poderosa de Europa. Mamá Merkel, decía, la celebró con un baile de jubilados. En este sentido, la filóloga románica Lledó insiste en la manía que tienen muchos medios de comunicación en remarcar que las mujeres son, sobre todo y siempre mujeres. Y para serlo, añado, qué mejor que ser madres.

El lenguaje es muchas cosas pero inocente no. Con él, sutilmente, se puede ofender, ridiculizar. Las palabras tienen un conjunto de matices con el que se van arropando por el uso que hacemos de ellas. Lo sabía muy bien Alfonso Guerra cuando habló de la señorita Jiménez para referirse a Trinidad Jiménez, una política de su partido que, en ese momento, tenía mucha más relevancia que él. En un instante, así, como sin querer, echó sobre ella toda la carga discriminatoria y casposa del término. O José Chamizo que para nombrar a la hoy Presidenta de la Junta de Andalucía y, entonces Consejera dijo “la chica que está ahora en Presidencia”. Él, que casi nació siendo Defensor del Pueblo Andaluz, la vio así, y es que sabemos por la filósofa Miyares que ellos, los políticos, son, se creen, insustituibles mientras que las políticas, las mujeres, somos intercambiables. Por eso, no sólo la ninguneó llamándola chica, también remató con el “ahora”. Ya sabemos que lo más parecido a un machista de derechas es uno de izquierdas.

Chica rozando los cuarenta y jubilada sin llegar a los sesenta. Y veinte años no es nada.

Esperanza Aguirre, Rosa Díez , Fátima Báñez o Susana Díaz. Hay muy pocas políticas que se hayan podido desprender de su nombre. Tal vez Sáenz de Santamaría o Fernández de la Vega. Los apellidos son más cosa de hombres. Hombres como Rubalcaba, Gallardón, Wert o Valderas.

Por eso, si eres política, no importa de qué ideología, recuerda que #juntaspodemos. Pactemos. Los derechos de las mujeres están en juego.

Machismo y medios de comunicación

“12 causas para un 2013 menos machista” dedica el mes de julio a machismo y medios de comunicación, por eso, esta mañana, al comprar mi diario, he dado un vistazo a las portadas de la principal prensa nacional, incluida la deportiva. La foto principal, en dos de ellos, es de un grupo de personas, mayoritaria, si no exclusivamente, de hombres. En otros dos, tenemos a los Papas Francisco y Benedicto. En los deportivos, los deportistas; los, no las.

Sabía lo que me iba a encontrar; es un “juego” que practico desde hace años y sí, día tras día, esto es así. Cuando se fotografía a personas, los medios entienden que el hombre representa a la humanidad. La excepción solo confirma la regla. ¿Estoy exagerando? Mira cualquier diario, éste que tienes entre tus manos. Muchísimas más imágenes e información de hombres que de mujeres ¿verdad? ¡Y suerte que hoy no es lunes! Eso sí, para compensarnos, en el interior del que he leído, y a toda página, una guapa joven en bikini nos recomienda reservar ya nuestras vacaciones, y otra, con boca y ojos muy abiertos nos anuncia las rebajas del grande de los grandes. Cada cual en su papel.

¿Eso es reflejo del mundo real? No, señores medios; somos mujeres y hombres. Y si me apuran, unas poquitas más mujeres. ¿Qué ocurre entonces? ¿Es razonable que unos perdedores acaparen las portadas negadas a las campeonas? ¿Qué mecanismos, qué filtros, le llevan a una de las principales cadena de radio a entrevistar a diez hombres como los personajes claves de la autonomía andaluza? ¿Le parecería a usted normal al revés?

Pero los medios de comunicación podrían tener un papel decisivo para lograr la igualdad entre mujeres y hombres. Así, por ejemplo, en la televisión, que es un medio que llega e influye en la mayoría, y que tan machista es con frecuencia, ha habido alguna serie que mostraba modelos de socialización positivos, series que han tratado de una manera muy acertada el mundo laboral, la conciliación, la violencia de género o el acoso sexual.

Con internet, el acceso a la información, a la comunicación y al conocimiento son derechos de la ciudadanía. Las mujeres no podemos estar excluidas. El feminismo tiene esperanzas de que así sea.