Conceptos, metáforas y mármol

Contaba el diario Clarín esta misma semana que ‘una empleada del museo italiano Bozen-Bolzano, llegó por la mañana al museo y vio lo que le pareció un desorden: botellas de champagne vacías, papel picado, guirnaldas, colillas de cigarrillos, en fin, todo lo que queda después de un final de fiesta. Convencida, barrió todos los objetos, poniéndolos en bolsas de basura que clasificó de manera ecológica. Lo que nunca sospechó la señora fue que no se trataba (¡para nada!) de basura sino ¡de una obra de arte! Era ni más ni menos que Dónde podríamos ir a bailar esta noche de las artistas Sara Goldschmied y Eleonora Chiari’.

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Detalle de “Dónde podríamos ir a bailar esta noche”, Sara Goldschmied y Eleonora Chiari

Parece ser que esta falta de cultura y sensibilidad artística no es algo exclusivo de los profesionales de la limpieza de museos de países mediterráneos, también ha ocurrido en la Tate Britain y otros museos alrededor del mundo.
Tal vez no habría ocurrido lo mismo si la obra abandonada a su merced en mitad de la sala de exposiciones hubiera sido ‘El rapto de Proserpina’.

El metafórico poder de las palabras hace posible que términos como arte o artistas sirvan apara referirnos a cosas tan diferentes. Después vienen individuos como Bernini con su mármol y sus cosas a poner todo en su sitio y a liarnos con el uso que hacemos del lenguaje…

Los toros, leídos: Juegos de comunicación para aprender a hablar en público

Miguel Ángel, uno de los mejores psicólogos clínicos -sin duda-  al sur de la Gran Bretaña, me comentaba una mañana calma en nuestro Albayzín que, a él, los toros le gustaban leídos. Vegetariano entonces, más por sensatez que por ‘religión’, y de espíritu pacífico, no soportaba ver a un animal desangrarse a borbotones. Sin embargo Miguel Ángel no podía resistirse a las crónicas taurinas de Joaquín Vidal en El País de entonces.

Las palabras crean escenarios que pueden desligarnos de la realidad que describen, contextos verbales que pueden llegar a generar incluso sensaciones contrarias a las que sentiríamos si nos expusiéramos a las experiencias directas a las que hacen referencia.

En Ideas Poderosas, como cada otoño, estamos preparando una nueva edición de los talleres para hablar en público. Aquí contamos algo sobre nuestro enfoque y nuestra manera de entrenar estas habilidades.

Cuando este lenguaje es escrito necesitamos hacer un ejercicio serio de atención y reflexión, además de contar con los minutos necesarios. En estos tiempos líquidos de atención líquida y lectura líquida, la importancia de saber cómo contar tu historia más allá de las palabras adquiere una especial importancia. La dimensión y el alcance de los youtubers o de las charlas TED nos hablan de ello. Más allá de los argumentos y las palabras que nos ayuden a encantar, y desligar, ligar, o religar  a  los que nos escuchan de lo que quiera que sea la realidad, nuestra manera de hablar, de movernos, de gesticular, la forma de utilizar las pausas (            ), de se-pa- rar o darle fuerrza a algunas palabras, etc. es también clave (aunque visto lo visto pareciera que estas habilidades para hablar en público fuesen muy importantes para defender una programación ante un tribunal en oposiciones, pero nada relevantes para llegar a ser presidentes de gobierno).

Nada nuevo bajo el sol, aunque tal vez en estos escenarios académicos y laborales modernos de inmediatez e imagen, todos estos aspectos relacionados con comunicar adquieren una mayor importancia.

Al igual que es posible desligar el lenguaje de la realidad, lo que supone un gran ejercicio de creatividad intelectual y de habilidad lingüística, podemos desligar todos estos elementos que acompañan a lo que decimos (eso que siempre han llamado la parte no verbal de la comunicación) de nuestros argumentos. Esto último es un gran ejercicio para entrenar nuestra capacidad expresiva y para generar mayor atención y confianza entre los que nos escuchan.

En nuestros talleres de ‘Encuentra tu voz‘, ‘Training using drama‘  y ‘Haciendo presentaciones eficaces’ realizamos por un lado ejercicios prácticos para desvincular la narración de la realidad que se pretende describir, y por otro trabajamos con algunas  actividades para desligar nuestra manera de contar y actuar, de los argumentos que tenemos, tal y cómo hace magistralmente Will Stephen en este divertido TED.

Este tipo de ejercicios son una parte importante de nuestros cursos, parte del proceso de encontrar la propia voz y aprender a exponerse delante de una audiencia que te escucha, pero además son un reto personal, un momento clave del diseño que vamos modificando y mejorando gracias a la experiencia de cada taller que realizamos. Son momentos  a la vez divertidos y de vértigo en los que probarse a uno mismo en un contexto de aprendizaje y seguridad. Momentos en los que equivocarse  y experimentar con la propia ansiedad son parte de las reglas del juego.

Por cierto, hoy Miguel Ángel es vegetariano pero omnívoro practicante, también por sensatez, de paladar exquisito y buen cocinero, y aunque disfruto en su blog de sus recetas leídas,  yo las prefiero en la mesa. Porque un untiocomiovaatoslaos.

 


 

Nota: En Ideas Poderosas, como cada otoño, ya hemos empezado a diseñar para el próximo mes de noviembre una  nueva edición de nuestros talleres para aprender a hablar en público “Encuentra tu voz” “Training using drama” y “Haciendo presentaciones eficaces”, que este año muy posiblemente celebraremos en Granada. Os iremos contando

La Merkel

Ayer le decía a mi pareja que iba a escribir de la Merkel.” Merkel” me corrigió. Y es que ese ”la” es parte de lo que nuestro subconsciente da de desigual trato a hombres o mujeres que ocupan el poder. ¿O acaso decimos el Rajoy?

Llama la atención cómo La Ser daba la noticia de la victoria electoral de la persona más poderosa de Europa. Mamá Merkel, decía, la celebró con un baile de jubilados. En este sentido, la filóloga románica Lledó insiste en la manía que tienen muchos medios de comunicación en remarcar que las mujeres son, sobre todo y siempre mujeres. Y para serlo, añado, qué mejor que ser madres.

El lenguaje es muchas cosas pero inocente no. Con él, sutilmente, se puede ofender, ridiculizar. Las palabras tienen un conjunto de matices con el que se van arropando por el uso que hacemos de ellas. Lo sabía muy bien Alfonso Guerra cuando habló de la señorita Jiménez para referirse a Trinidad Jiménez, una política de su partido que, en ese momento, tenía mucha más relevancia que él. En un instante, así, como sin querer, echó sobre ella toda la carga discriminatoria y casposa del término. O José Chamizo que para nombrar a la hoy Presidenta de la Junta de Andalucía y, entonces Consejera dijo “la chica que está ahora en Presidencia”. Él, que casi nació siendo Defensor del Pueblo Andaluz, la vio así, y es que sabemos por la filósofa Miyares que ellos, los políticos, son, se creen, insustituibles mientras que las políticas, las mujeres, somos intercambiables. Por eso, no sólo la ninguneó llamándola chica, también remató con el “ahora”. Ya sabemos que lo más parecido a un machista de derechas es uno de izquierdas.

Chica rozando los cuarenta y jubilada sin llegar a los sesenta. Y veinte años no es nada.

Esperanza Aguirre, Rosa Díez , Fátima Báñez o Susana Díaz. Hay muy pocas políticas que se hayan podido desprender de su nombre. Tal vez Sáenz de Santamaría o Fernández de la Vega. Los apellidos son más cosa de hombres. Hombres como Rubalcaba, Gallardón, Wert o Valderas.

Por eso, si eres política, no importa de qué ideología, recuerda que #juntaspodemos. Pactemos. Los derechos de las mujeres están en juego.