La sofisticación del disparate.

Esta mañana escuchaba en la radio hablar sobre los prometedores avances de la neurociencia para distinguir distintas enfermedades mentales atendiendo a diferencias en las estructura y funcionamiento del cerebro. En este caso se hablaba de psicópatas, de esquizofrenia y depresión, sin embargo esta misma búsqueda de la “Piedra Roseta” que nos permita explicar de manera simple y mecánica la jeroglífica complejidad del comportamiento humano se hace también para explicar las diferencias entre hombres-mujeres, blancos-negros, homosexuales-heterosexuales, optimistas-pesimistas, demócratas-republicanos,…

A pesar de lo espectacular y moderno -casi de ciencia ficción- que resulta el lenguaje y los relatos de los periodistas que preguntan y de la mayoría de profesionales (psicólogos, psiquiatras, neurocientíficos, expertos en educación,…) que son entrevistados, casi siempre me suenan a demasiado antiguo, a explicaciones en exceso simples, mecánicas e infantiles, vino viejo en odres nuevos. No son recientes los intentos de encontrar las respuestas en el análisis de los rostros o de la forma y el perímetro craneal para distinguir a las personas violentas, pruebas éstas que podían ser decisivas para declarar como culpable o inocente a los sospechosos de algún delito.

Ya en el S.XIX desde diciplinas como la craneología, la frenología, la fisiognomía o la criminología antropológica se afirmaba la posibilidad de identificar científicamente vínculos entre la naturaleza de un crimen y la personalidad o la apariencia física del criminal. También ha sido recurrente en la historia el intento de relacionar variables como racismo o coeficiente intelectual con el adn o el tamaño o la estructura del cerebro. Ni qué decir tiene que la rotundidad con la que se hacían algunas de estas afirmaciones quedaron en poco más que nada, y que en algunas ocasiones respondían más a la ideología del momento o del estudioso de turno que a su honestidad científica o intelectual.

Estudios y explicaciones en apariencia más asepticos, objetivos y con toda la apariencia científica que aporta el lenguaje de lo cerebral y sus neuromitos, siguen divulgándose día a día en redes sociales y medios de información, desde los más serios y reputados a los más frikis y fantasiosos; extendiéndose así una explicación mecanicista y cerebrocéntrica -erronea en su mayoría, incompleta en el mejor de los casos- del comportamiento humano. Explicación ésta que impregna la manera entender y de trabajar de muchos profesionales de ámbitos tan importantes como la psicología, la psiquiatría, la educación, o los recursos humanos.

Todos estos nuevos estudios se han visto posibilitados y han tomado un gran impulso por el enorme avance en la tecnología que permite estudiar el cerebro con máquinas maravillosas y sin duda útiles, con software inteligente y algoritmos muy sofisticados. Sin embargo, sin una revisión profunda de nuestra manera de entender el comportamiento humano, sin un planteamiento previo desde la filosofía y la epistemología del comportamiento (también del comportamiento de los científicos) que nos permita hacer las preguntas correctas, el avance real que toda esta tecnología permitirá será inevitablemente más lento. Creo que, en más ocasiones de las deseables, esta gran sofistificación tecnológica está aportando “disparates” más sofisticados para dar respuesta a preguntas erróneas que nos dejarán en el mismo lugar de siempre.

 

Nota: La imagen superior es del cuadro: “Extracción de la piedra de la locura“, El Bosco, 1501-1505.

La revolución educativa.

Creo en una educación revolucionaria, una educación que remueve el corazón, las cabezas y las manos de las personas. Una educación inconformista y socialmente comprometida, una educación que cambia el orden de las cosas y que ofrece la posibilidad de transformar la vida y el destino que traemos escrito en el adn económico y social de la familia que nos ha parido. Una educación que ofrece los recursos que permiten que la hija de una familia humilde,sin otro horizonte que las temporadas de vendimia o de recogida de aceituna, esté hoy en su segundo año de MIR, y que haya cambiado así su suerte y la de su familia permitiéndoles inventar un futuro que ni en sus mejores sueños habrían imaginado.

Echo de menos esta visión en las (no tan) nuevas propuestas pedagógicas que ponen la felicidad en el centro y como principal objetivo de las escuelas. Como decía, creo en una educación revolucionaria, y no creo que la felicidad sea lo revolucionario, sino el saber, la filosofía, la lengua, la física, el arte, la literatura, la historia, las matemáticas,…. el esfuerzo por superarnos y aprender y aplicar los conocimientos acumulados que siempre nos han hecho avanzar como personas y como especie. En gran medida es todo esto lo que permite darle la vuelta al orden de las cosas, que nuestra vida sea cada vez más digna y que podamos dar lo mejor de nosotros mismos a la sociedad a la que pertenecemos.

Por supuesto que todo este aprendizaje y el disfrute, el coraje y el trabajo que conlleva debe ocurrir con los mayores recursos y las mejores prácticas educativas basadas en la evidencia, y siempre en un escenario de cuidado, de cariño, de respeto, de seguridad, de atención y de un apoyo radical a aquellos alumnos que lo necesiten. Cuando así ocurren las cosas, nuestros hijos y nuestras hijas aprenden que el esfuerzo y los retos, incluso las derrotas, no solo no son incompatible con la felicidad de vivir, sino que son imprescindibles para ella.

César Bona, un maestro que sabe escuchar

Ayer (1 de marzo de 2016) tuve la suerte de escuchar en vivo y en directo a César Bona, un maestro que sabe escuchar. Y digo que tuve suerte porque, a pesar de llegar a la cita con más de media hora de antelación, el Aula Magna de la Universidad de Jaén puso el cartel de completo, dejando a las puertas de la amplia sala a muchas personas, que como yo, estaban interesadas en escuchar al único español nominado en 2015 a los Global Teacher Prize.

Quisiera empezar por el final, con la última frase que César dijo en su conferencia dirigiéndose a todos los/as docentes que allí le estábamos escuchando: “Sé el maestro/a que te gustaría tener para tus hijos/as”. Todo un reto y un desafío para quienes, de una u otra forma, se encargan de enseñar en cualquier contexto de la formación y/o educación.

En este post, no voy a relatar lo que César Bona contó, quien quiera escucharlo puede hacerlo en el podcast que aparece en el blog de nuestro amigo Víctor Guillermo Figueroa pinchando aquí. En ese mismo enlace, podrás también escuchar el podcast del programa emitido por UNIRADIO, la radio de la Universidad de Jaén, en un programa especial presentado y conducido por Víctor junto a un grupo de profesionales y expertos en Educación entre los que se encontraba César Bona justamente antes de presentarse ante las más de 650 personas que le esperábamos para disfrutar de su conferencia.

Como digo, en este post no voy a relatar lo que César Bona contó sino más bien algunas cosas que me llamaron la atención en su forma de dar clase y que creo que son la clave de su éxito:

  • César Bona es un maestro que escucha, y eso lo demostró con las numerosas anécdotas y experiencias que contó. Probablemente, la palabra que más repitió a lo largo de su charla fue la palabra “escuchar”, iba en el título de la conferencia: “escuchar para educar” y apareció en varias de las listas que mostró en su presentación. Una escucha que sirve para procesar la información obtenida y a partir de ahí diseñar una acción concreta dirigida a hacer algo con lo escuchado. ¿De qué vale escuchar si sólo nos quedamos en comprender pero no hacemos nada más?
  • César introduce la cámara de fotos y la grabadora de vídeo en sus clases. Grabar y fotografíar lo que se hace en el aula me parece de un valor excepcional para el aprendizaje por varios motivos: permite al alumnado exponerse a sí mismo, verse como lo ven los demás, mostrarse al mundo y obtener información de qué hacen y cómo lo hacen desde una perspectiva muy distinta a la que están acostumbrados. Al quedar registrado, todo ese material puede volver a verse y analizarse. Al saberse grabados/fotografiados les obliga a dar la mejor versión de sí mismos y en ese esfuerzo tienen que romper la barrera de la timidez y de la vergüenza y como consecuencia incorporar nuevas competencias sociales de fundamental uso en su vida adulta.
  • La música forma parte del ecosistema que César genera en sus clases. Precisamente inició la conferencia con una bella melodía de Chopin como homenaje a la celebración, el 1 de marzo, del 206 cumpleaños del músico polaco. También fue la música (en este caso las bandas sonoras de las películas de Woody Allen) la que inspiró, según contó, uno de los cortometrajes que ha grabado con los chicos y chicas de su clase. Ver el vídeo aquí. La música (no la Historia de la Música) es, junto a la palabra, una de las más bellas expresiones de la sensibilidad del ser humano y otorgarle un protagonismo en el aula que actualmente no tiene, me parece muy interesante.
  • A César le entusiasma desarrollar la capacidad de expresión emocional de sus alumnos y alumnas y elige la dramatización (el cine, el teatro, la literatura) como un método para el aprendizaje de competencias sociales que desarrollan valores personales y previenen o solucionan conflictos interpersonales. César preguntó al auditorio a cuántos de los que allí estábamos nos enseñaron en la escuela cómo gestionar nuestras emociones, muy pocas personas levantaron la mano. También preguntó a cuántos se lo enseñaron en la Universidad, no hubo mucha diferencia. Si en el debate eterno de razón y emoción, la escuela sólo elige la primera, la educación se queda coja.
  • Para César, la capacidad de hablar en público es una de las asignaturas pendientes del sistema educativo en todos sus ciclos (desde la Educación Primaria a la Universidad). Las asambleas, tan habituales en las aulas de Educación Infantil, dijo, deberían exportarse al resto del Sistema Educativo como espacio no sólo de expresión emocional sino también de desarrollo de la capacidad de contar. Nuevamente interpeló al auditorio solicitando que levantaran la mano quienes habían recibido formación en cómo hablar en público tanto en la escuela como en la Universidad y la respuesta fue desoladora. Insistió en varias ocasiones en la necesidad de aprender a hablar en público y de aprender a enseñar a hablar en público. Me pareció muy inspiradora su reflexión porque precisamente en Ideas Poderosas estamos plenamente comprometidos en entrenar esta competencia en nuestros cursos y talleres, como por ejemplo aquí, aquí o aquí.

Como él bien avisó al inicio de la conferencia, su charla iba a estar llena de obviedades, y como también confesó, lo que él hace en el aula no es innovación, porque casi todo, de una u otra forma, ya se ha hecho antes. Lo que él hace en el aula es sentido común, aunque yo me permito añadir, un sentido común poco común. Y para mí esa es la clave.

Y ahora para terminar, quisiera acabar de la forma en la que César empezó su conferencia: “Maestro es alguien que inspira para la vida”.

Modas y modos de la educación

No es nueva esta película-documental. Han debido de pasar más de dos inviernos desde que la vi, me pareció entonces larga y reincidente, con algunas ideas que creo valiosas pero en absoluto reñidas o incompatibles con muchos aspectos de la docencia tradicional como (me dio la impresión) de alguna manera se intentaba de-mostrar. Es cierto que existen malas prácticas en la dirección y organización de centros o en las formas de trabajar y crear experiencias de los docentes, pero esto no debiera servir de argumentos para poner en duda la funcionalidad y el valor de algunos de los elementos y principios básicos de la educación y el aprendizaje con el que muchos hemos crecido y con los que se siguen educando niños y niñas en todos los países del globo. Eppur si muove…

Nunca sospeché hasta qué punto conceptos como estilos de aprendizaje, inteligencias múltiples o neuroeducación podían ser más cienciología que ciencia, más una religión disfrazada de falsa modernidad que robustos constructos psicológicos aplicados y útiles. Ante tanto relato con tan débil argumento, nunca me parecieron más necesarios mis buenxs maestrxs con toda su carga de cariño pero también de con-pre(n)sión y exigencia. Educar con el miedo del que transporta objetos delicados, con cuidado de no molestar, crecer sin dolor,… Nada tiene que ver la autocomplacencia con la felicidad y nunca la felicidad será un buen objetivo para lograr alumnxs o hijos felices, sino más bien ciudadanos enfermos de sí mismos.

Tal vez llegados a este punto, en el que “pareciera que la ignorancia se nos haya vuelto glamurosa“, sea buen momento para reivindicar el valor de los contenidos, de los conocimientos, del saber de los docentes y hasta de la exigencia de esfuerzo o la posibilidad de los suspensos como derrota memorable y consecuencia imprescindible para el aprendizaje.
Dentro de un escenario de amor incondicional (¡joder, somos sus madres y sus maestros!) quizás necesitemos una educación con más sentido común y con menos miedo.

Storytelling, del márketing a la educación (un viaje de ida y vuelta)

El pasado 7 de abril terminamos nuestro primer ciclo de colaboraciones con Jaén Acoge con un taller sobre storytelling en el IES Las fuentezuelas. El ancestral arte de contar cuentos que llevamos clavado en nuestros genes de aprendices y maestros está siendo aprovechado con fuerza desde el márketing y la publicidad para adaptarse a la forma de ser de los nuevos ciudadanos, a una nueva manera de consumir y de estar en el mundo. Pensamos que la educación y los educadores podemos aprender y enriquecernos de este viaje del storytelling por los campos de la publicidad y la empresa.

De la caverna a la escuela. Taller sobre storytelling y educación intercultural con Jaén Acoge y el IES «Las Fuentezuelas».

De ello estuvimos conversando durante dos horas con un grupo de maestros de un instituto muy grande, un grupo pequeño pero de profesionales muy implicados y enamorados de su trabajo. Hablamos de las múltiples ventajas que el storytelling puede aportar a nuestras clases, de la necesidad de pasar de los contenidos a los contenidos+las experiencias y de la importancia de pasar de ser simplescontadores de historias a ser auténticos creadores de historias si queremos de verdad ir más allá de “días de”, de pósters con palomas de la paz y de manifiestos llenos de buenas intenciones, si queremos de verdad educar la empatía, la educación emocional, la educación en valores, la desigualdad, la interculturalidad, el racismo…

Fue una buena tarde en la que estuvimos conversando pero también probando y proponiendo algunas maneras alternativas de trabajar estos temas en clase. Porque cada metodología encierra una historia y cada historia una experiencia, y sólo las experiencias memorables nos transforman el alma. El resto apenas sirve para adornar las paredes de nuestras clases.

Cosas de la educación

Aunque tengamos algoritmos y complicados modelos matemáticos que nos permiten predecir el tiempo y mirar desde nuestra pantalla las horas de sol, la velocidad del viento o la probabilidad de lluvia, los iconos, los porcentajes o los datos que aparecen en nuestras pantallas no son más que herramientas pero no son el frío, ni la nieve, ni el calor, ni el sudor.

Quien quiera entender lo que es andar calado hasta los huesos, caminar perdido con las nubes al cuello o empapado en sudor tendrá que hacer algo más que mirar su pantalla de retina 5K. Al otro lado de la puerta hay una sola pre-visión exacta y acertada, pero mil sensaciones, mil necesidades y muchas de experiencias diferentes.

De la misma manera, más allá de claros análisis de expertos, más allá de encendidos debates entre los que defienden con la misma seguridad una postura y su contraria, o más allá de argumentos ciertos y previsiones sobre las cosas de la escuela y la educación, existen miles de experiencias distintas, de triunfos y derrotas diversas, insospechadas maneras diferentes de sentir todo lo que expertos, políticos y especialistas escriben y se empeñan en predecir.

Cambiar el foco de atención desde la pantalla al aire libre, desde las palabras de los especilaistas a la vida real de las personas, a las experiencias de los propios estudiantes, padres y docentes se nos antoja imprescindible si queremos de verdad conocer y diseñar una aprendizaje desde y hacia las personas, una educación que de verdad encaje con el entorno y con las vidas de nuestros hijos y con lo que quiera que pueda ser su futuro y no con nuestras teorías tan exactas y ciertas o con nuestro pasado.

Quizás no debiera de ser tan difícil, tal vez se trate en gran parte de dejar de mirarse el ombligo, salir a sentir el frío o el calor, mirar a la gente a la cara y escuchar.

Nosotros le hemos preguntado a estudiantes, padres y maestros sobre internet y las redes sociales, sobre cómo las utilizan y sobre su opinión acerca de los deberes para casa. Ya tenemos algunas respuestas, iremos compartiendo en futuras entradas las nuevas que nos lleguen.

Gonzalo (11 años) 6º de Primaria
1. ¿Que redes sociales usas? ¿Cuanto tiempo le dedicas al día? ¿Para qué o cómo usas las redes sociales e internet en tu trabajo/escuela?
Antes usaba tuenti una vez a la semana durante el fin de semana, pero ahora sólo uso Facebook los viernes por la noche un ratillo y el fin de semana también un rato después de cenar,media hora o así.
Las redes sociales sólo las uso para hablar con mis amigos, compartir fotos y vídeos, pero para el colegio no. Internet sí lo uso para el cole porque nos mandan buscar mucha información y hacer trabajos.

2. ¿Que piensas sobre los deberes y tareas para casa? ¿Las utilizas?
A mi me mandan un montón de deberes para casa y eso que en la clase soy de los que término todos los ejercicios rápido porque si no, tendría los del cole atrasados y los de la casa. Me mandan de todas las asignaturas y como son profesores distintos porque ya estoy en sexto, no tienen en cuenta todos los que nos han mandado los otros y se juntan tantos que tengo que apuntarlo en una agenda porque se me olvidan. Yo creo que deberían mandar un poco menos porque me tengo que pasar la tarde estudiando y he tenido que dejar de ir a actividades extraescolares porque ya no me da tiempo.

3. ¿Qué es para tí la educación/la escuela, qué esperas de ella? ¿Para qué debería de servir ir a la escuela/educación, la eso o el instituto,…? ¿Qué sería para ti una escuela interesante y útil?
A mi sinceramente la escuela no es un sitio donde me guste estar, voy porque no tengo más remedio si quiero ser arqueólogo y como niño mi obligación es estudiar para estar preparado cuando sea mayor. Lo que me gusta del cole es estar con mis amigos, los recreos y las clases de educación física.
La escuela debería servir para aprender a convivir unos con otros, donde ayuden a educar a los niños que en su familia no lo hacen mucho, donde estén con los niños mientras sus padres trabajan. Donde nos ayudan a elegir y saber seguro lo que queremos estudiar para el futuro o si queremos hacer un módulo o hacer la selectividad.
Para mí una escuela interesante y útil sería aquella en la que pudiéramos estudiar más de las cosas que nos gusten porque hay cosas que es un poco tonteria que si no nos vamos a dedicar de mayores a ellas pues que perdamos el tiempo. Por ejemplo a mi la música me gusta oirla pero no tocarla que ya me he dado cuenta que es un latazo tocar la flauta, pues para qué tengo que seguir tocando la canción de los elefantes? Por ejemplo la educación física deberíamos hacerla todos porque encima es bueno para la salud. Los idiomas también porque si no hay trabajo aquí nos tenemos que ir al extranjero y la lengua porque tenemos que saber leer y escribir y tener una cultura.La religión con un par de años que la estudiáramos también sería suficiente jeje.
A mi me gustaría una escuela donde los deberes los hiciéramos todos en la clase y tener las tardes libres. Donde no hubiera exámenes sorpresa para pillarnos y siempre después de los puentes como me hacen a mi sin avisar. Donde hubiera una asignatura de lo que queremos estudiar porque a mi me encantaría que hubiera una se arqueología y me contaran muchas cosas y cada vez que en Castulo descubrieran algo nuevo que nos llevaran de excursión. Una escuela donde no hubiera enchufados ni pelotas con los profesores y donde todos nos lleváramos bien y donde en las clases nos dejen participar y no estar toda la mañana en silencio escuchando a la monja. Y donde aprendiéramos jugando, divirtiendo nos, investigando y haciendo trabajos en equipo


Alberto Fernández. Profesor de Formación Profesional e inspector de educación

1. ¿Que redes sociales usas? ¿Cuanto tiempo le dedicas al día? ¿Para qué o cómo usas las redes sociales e internet en tu trabajo?
Whatsapp, grupos de correo, discos duros virtuales compartidos, Facebook (poco). Diariamente entre 2 y 3 horas. El uso fundamental es la transmisión de información adecuada en el tiempo, trazable, obtención de feed-back, etc…

2. ¿Que piensas sobre los deberes y tareas para casa? ¿Las utilizas?
Soy contrario al tipo de ‘homework’ tradicional. Lo considero un elemento de segregación escolar porque el alumno con más posibilidades también es el que más ayuda extraescolar tiene. La escuela pública, como fuente de equidad, debería desterrar las tareas de casa, porque además ya los niños pasan bastantes horas en el cole.

3. ¿Qué es para tí la educación, qué esperas de ella? ¿Para qué debería de servir ir a la escuela/educación, a la eso o el instituto? ¿Qué sería para ti una escuela interesante y útil?
La educación tiene que servir para hacer sociedad, ciudadanos que estimen los bienes públicos, que sepan que se espera de ellos y ejerzan la crítica. El saco de contenidos de los que hoy día se atiborra a los alumnos es un gasto con un alto porcentaje de inutilidad.

Cuando la respuesta correcta es un cuadrado que no existe

El otro día, mientras mi hija de 7 años hacía los deberes, me enseñó su libro y me preguntó: ¿Papá, tú que ves aquí?, a lo que yo le respondí con otra pregunta: ¿qué ves tú? Ella me dijo que una estrella, y yo le animé a que escribiera en la zona de respuesta lo que ella veía (aunque yo ya me temía que no le iban a dar la respuesta como válida).

Al día siguiente, cuando trajo corregido el ejercicio, efectivamente su respuesta venía tachada en rojo y, escrita por su seño, aparecía la respuesta correcta: un cuadrado. Ella se enfadó y dijo que allí no había ningún cuadrado dibujado y yo la consolé intentando explicarle que a veces la misma cosa puede ser vista de manera distinta por diferentes personas y que a pesar de la corrección de su seño, su respuesta también era correcta.

Aquello me dejó pensativo y decidí hacer un pequeño experimento. Fotografié la figura y la colgué en mi muro de Facebook con el siguiente texto: “Atención, pregunta: ¿qué figura ves dibujada?”, las respuestas no se hicieron esperar y encontré que la mayoría respondía que veía un cuadrado, aunque otros respondieron que veían también una estrella o cuatro flechas amarillas. Otras respuestas fueron la rosa de los vientos, ¡un exágono!, y también hay quien se lo tomó a broma y dijo que “una tía en pelotas”; o quien conociendo mi interés por la psicología (¡¡¡ostras, soy psicólogo!!!) se temía un “psicoanálisis” on-line e intentaba afinar su respuesta. Otra de mis amigas de Facebook (que también lo es fuera de allí) contestó que veía un punto rojo y entonces le dije, de manera cariñosa, que encontraba su respuesta como un síntoma de la gravedad de su estado, pero ella me demostró contundentemente su afirmación cuando me hizo caer en la cuenta de que justo delante del enunciado de la pregunta, junto a la palabra “contesta” aparecía un punto rojo. Lo admito: “touché”.

En fin, como podéis ver, la variabilidad de las respuestas fue bastante amplia y eso me dejó bastante tranquilo respecto de lo que mi hija había escrito en su libro de ejercicios, bueno, en realidad estaba bastante tranquilo también antes.

Vale, ahora pasemos a analizar la imagen. Aunque la respuesta presuntamente correcta es un cuadrado a poco que analicemos la imagen descubriremos que eso no es así.

Argumentos:

Un cuadrado es una figura plana, cerrada por cuatro líneas rectas iguales que forman otros tantos ángulos rectos. No lo digo yo, lo dice el diccionario de la Real Academia Española. En la imagen, no aparecen por ningún lado cuatro líneas rectas iguales que formen cuatro ángulos rectos y que den lugar a una figura cerrada, por lo que el cuadrado no existe. (Esto por definición).
Si hay algo en un sitio, y lo cambiáramos de lugar, seguiríamos viendo el objeto. Si en este caso, cambiamos las cuatro flechas amarillas o simplemente las eliminamos no hay manera de encontrar el cuadrado por ningún lado, lo cual me lleva a pensar que el presunto cuadrado no existe. (Esto por intuición).

Conclusión:

Estamos ante un fenómeno perceptivo denominado ilusión óptica: Una ilusión es una percepción o interpretación errónea de un estímulo externo real. También se puede definir como una imagen sugerida por los sentidos que carece de verdadera realidad. Tampoco lo digo yo, lo dicen la Wikipedia y WordReference.

El cerebro humano, ante un estímulo confuso, reinterpreta la experiencia para darle sentido escogiendo patrones conocidos que tiene almacenados. Ante situaciones confusas “rellena” los huecos que faltan para crear algo significativo y conocido.

Reflexiones:

No todo lo que vemos es lo que parece. Debemos aprender a mirar porque tras las percepciones siempre hay interpretaciones. (Esto me recuerda la historia de un punto negro que leí recientemente no sé dónde y que he encontrado en este enlace).
Las soluciones a un problema no suelen ser únicas. La vida es mucho más compleja como para aceptar que sólo hay una solución al mismo problema. (Esto me recuerda una conocida anécdota sobre el físico danés, premio Nobel de Física en 1922, Niels Bohr).
Las preguntas no están exentas de ideología y menos aún las respuestas. Si decimos a los niños cuáles son las respuestas correctas y no los dejamos observar, pensar, interpretar… estaremos promocionando un pensamiento único y destruyendo la creatividad.
Mientras el sistema educativo se dedique a ofrecer respuestas y no a sugerir preguntas, seguiremos viviendo una educación donde más que pensar, experimentar o probar se dará prioridad a reproducir, acertar o a aprobar un examen (por cierto, ¿a-probar, podría traducirse como no-probar?).
Si ante respuestas “no convencionales” o ante soluciones “diferentes”, y no necesariamente incorrectas, “castigamos” el comportamiento, estaremos destruyendo la confianza creativa de los futuros adultos. (Esto me recuerda una charla de David Kelley en TED muy recomendable (subtitulada al castellano) y titulada precisamente “Cómo construir tu confianza creativa”).

Moraleja:

Las experiencias cobran sentido gracias (o a pesar) del contexto en el que se desarrollan. Tengo la experiencia de ver un cuadrado porque el contexto así me lo hace ver incluso cuando técnicamente no existe. Pero si mi experiencia es otra, no puedo permitir que sean otros quienes interpreten por mí lo que siento, lo que percibo, lo que veo.

Un simple experimento en Facebook:

Una pregunta a bocajarro en la Red Social ha generado una divertida y fluida conversación donde hemos hablado de la rosa de los vientos, hemos aprendido que un cuadrado es un paralelogramo y que además es un tipo especial de rectángulo (un rectángulo equilátero) y también que es un tipo especial de rombo (un rombo equiángulo); hemos descubierto puntos rojos más allá de ilusiones de cuadrado y hasta hemos hablado de sexo (por aquello de la mujer desnuda que alguien vio quién sabe si escondida tras el cuadrado blanco)

Nota aclaratoria:

Este tonto experimento surgido de una ingenua pregunta en el libro de ejercicios de mi hija sólo ha sido una excusa para pensar en voz alta acerca de algunos asuntos relacionados con la educación. Sólo ha sido una excusa para mirar más allá de la aparente existencia de un cuadrado inexistente. Sólo ha sido una excusa para conversar.

Imagen extraída del libro de texto Tengo todo, cuaderno de matemáticas 6, pág 25. Tengo todo es un proyecto pedagógico creado por Anaya Educación para el Primer Ciclo de Educación Primaria. Grupo Anaya, S.A. (2013).

Nadie nace maltratador

Ayer, Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, hubo concentraciones y manifestaciones en muchos lugares de nuestro país. Durante unos días de noviembre jornadas y actos tratan de sensibilizar a la sociedad de este grave problema. Pancartas diciéndonos que el machismo mata, que el silencio nos hace cómplices y que este año son ya más de cincuenta asesinadas y, y, y,…Pancartas que gritan “Ni una más”. Y sabemos que sí, que habrá más, muchas más. Pero no nos resignamos.

La violencia se aprende desde la infancia, la igualdad también. Nadie nace maltratador. Tampoco víctima. Sabemos que nacemos con una gran plasticidad para adaptarnos y que ésta se va reduciendo con el tiempo. De ahí la importancia de las experiencias que vivimos en la infancia y en la adolescencia. Prevenir es mejor que curar. Más, si no hay cura. Y para prevenir la violencia machista desde la escuela hay que saber que el sexismo que la origina está relacionado estrechamente con la división del mundo en dos espacios: el público, reservado a los hombres y el privado a las mujeres; con la división también, de los valores en masculinos y femeninos, como si fueran incompatibles. Si sabemos qué es lo que se ha hecho mal, parece que podríamos comenzar el camino correcto. Sólo haría falta que los poderes públicos se lo tomaran en serio.

Por eso, desde aquí, quiero recomendarles el corto “Querernos bien” sobre la violencia de género en adolescentes. Deja claro la importancia de la prevención y que la violencia machista está presente en las y los adolescentes y, por tanto, cualquier chico puede ejercerla y cualquier chica sufrirla. Nos cuenta como “El hecho de haber trabajado en la escuela contra este problema, de haber aprendido a detectar cómo son sus inicios, de aprender a rechazarlo, reduce el riesgo de ser maltratador en el caso de los chicos y el riesgo de ser víctima en el caso de las chicas”.

Un tercio de las asesinadas son menores de treinta años. Por eso, si te pide que no vayas con tus amigas, si te prohíbe, te controla, si a veces te da miedo, puede que él crea que te quiere pero, sin duda, no te quiere bien.

Sobre las verdades a medias del lenguaje

Nuestro lenguaje sobre el lenguaje está basado en un viejo mito, una metáfora que por un lado nos ayuda a entender(nos) y hablar(nos) sobre una falsa realidad objetiva, y que a la vez nos sitúa de una manera y no otra en el mundo, estructura la forma en que percibimos lo que quiera que sea esa realidad y el modo en que nos relacionamos con ella y con los demás.

Michael Reddy se refiere a esta forma de entender el lenguaje como “la metáfora del canal”. Esta metáfora plantea que las ideas, los mensajes (significados) son objetos, las expresiones lingüísticas serían una suerte de recipientes que contendrían estos objetos y la comunicación consisitría en el envío de un lado a otro, de una persona a otra de estos objetos debidamente “empaquetados”.

Esta es la caprichosa y cansina descripción de comunicación que desde pequeños nos han enseñado, que siempre hemos creído y que configura en cierto modo nuestra manera de entender las relaciones, los conflictos, la posesión de la verdad o incluso las relaciones de poder. Un modelo que ayuda a justificar ciertas concepciones y metodologías “industriales” de la comunicación, y el aprendizaje en el que el conocimiento no se descubre, no se construye ni se genera con el otro, sino que se posee como verdad cierta por parte de los docentes, los expertos o los políticos, y que éstos habrán de transportar, vender o regalar a su alumnado que aprende o a sus ignorantes ciudadanos.

“Emisor-mensaje-canal-receptor-….”, una aparente verdad irrefutable y universal un modelo fácil para explicar lo que implica la comunciación. Se podría decir que se trata de un patrón adecuado, incluso útil, para enfrentarnos de una manera racional con nuestras complicadas experiencias como seres verbales, como animales sociales. Se trata en definitiva, de una inteligente pirueta lingüística que nos ayuda a transformar algo tremendamente contextual, complejo y multicausado en algo más lineal, mecánico, manipulable y entendible.

Esta metáfora del canal supone que las palabras tienen significados en sí mismas como contenedoras de mensajes, de significados que son independientes de cualquier contexto o de cualquier hablante/oyente. En cierta manera esta metáfora es cierta y justa en muchas situaciones, aquellas en las que las diferencias de contexto y las diversas experiencias vitales de los oyentes y los hablantes son mínimas, no tienen importancia o no son relevantes.

Sin embargo el conocimiento, el significado nunca estará en las palabras, en la oración misma, y habrá por tanto ocasiones en las que tiene mucha importancia el contexto, quiénes están diciendo o escuchando esas frases y cuál es su visión del mundo, sus intenciones, sus intereses o sus actitudes sociales y políticas.

Sería importante no perder de vista que esta metáfora del canal, que tan bien hemos aprendido hasta el punto de impregnar nuestro ADN social con ella, nos proporciona una visión útil pero parcial de lo que es la comunicación y todo lo que ella implica, y que resaltando unos aspectos de la misma se ocultan otros que nos exigirían como padres, educadores, directores, periodistas, políticos,… más humildad y una mayor aceptación, reconocimiento y compromiso con los demás.
Por tanto, sin dejar de aceptar las ventajas y beneficios de esta concepción de la comunicación (y por tanto de las relaciones -de poder-, del aprendizaje, de la enseñanza, de la dirección de grupos,..), no deberíamos dejar de reconocer que ésta no es más que una metáfora, una manera de entender(nos) y de hablar(nos) sobre el lenguaje y por tanto sobre nosotros mismos.

Las implicaciones de esto para oradores , profesores, gestores, consultores, psicólogos, políticos… es tremenda. ¿Eres más canal o explorador, ponente o buscador, crees que tu papel es transmitir información o construir y compartir significados con tu audiencia, acabas tus exposiciones generando(te) más preguntas o más respuestas?

Por todo ello en Ideas Poderosas huimos de fórmulas mágicas o libros de recetas cuando planteamos nuestros cursos, por eso no nos queda más remedio que aceptar la necesaria incertidumbre y la inevitable improvisación en nuestro talleres. Porque pensamos que aprender a comunicar es más un proceso orgánico que industrial, que tiene que ver con cómo te relaciones contigo mismo y con los demás, con tus miedos a dejarte ver, con tus propósitos, tus valores, con tu historia, con tus intenciones. Por eso lo primero que te proponemos es que no huyas de tus emociones, sino trabajar desde ellas, creemos que esta es la mejor forma de encontrar tu voz.
Y cuando una persona encuentra humildemente su voz, hasta sus silencios tienen sentido.

Nota: Algunas de estas reflexiones surgen a raiz de la lectura del libro: Metáforas de la vida cotidiana. George Lakoff y Mark Johnson. Catedra, 2005

Libre te quiero

Quizá porque no soy madre sí me sorprende mucho ver cómo hay mayores que se desconciertan al ver actitudes machistas en parejas de adolescentes y jóvenes. Creo, que cegadas por el amor que sienten a sus hijas e hijos estas personas piensan que las nuevas generaciones vienen mejor “de serie”.Y claro, eso no es así. El ser humano es el mismo ahora y hace mil años.

Y nosotras leímos a Blancanieves y a Cenicienta y ellas, las jóvenes de hoy también. Así, por ejemplo, el estudio “La socialización desde Disney. La figura de la mujer en los clásicos” evidenciael efecto socializador que estas películas tienen y cómo influyen en que niñasy niños asuman sus roles sociales. Los cuentos les enseñarán cual “debe ser” su papel en la vida y así, van viendo natural algo que quizá no lo es.

En esos cuentos las mujeres son princesas,bellas, sumisas, pasivas, miedosas dependientes, irracionales, débiles,inferiores… Los hombres son príncipes, de escala social superior, cultivancuerpo y mente y utilizan la violencia para conseguir que el bien triunfe. Ellaanhela un hombre en el que encontrar el amor, su media naranja, que le apartaráde esa vida desgraciada que, sin él, le habría tocado vivir. Ella esperará atener la suerte de ser la elegida porque el papel activo lo tendrá él.

Por eso, puede que entre otros, Disney tenga la culpa de que las chicas sigan soñando con un príncipe azul y que lasmujeres sigan mitificando la figura masculina, buscando en ella cariño yprotección. Mientras, los chicos aprenden que tienen que ser fuertes,protectores, valientes y, también, violentos. Y ambos que, por supuesto, elobjetivo de la existencia, es tener pareja. En otro caso, por algo será.

El otro día, por San Valentín,leí un excelente artículo en que nos señalaba cómo todos los cuentos acababan en aquello de “fueron felices y comieron perdices” pero no explican qué ocurría después, si la pareja compartía las tareas domésticas, si se respetaban, si cuandoya no había belleza/juventud se seguían atrayendo,… y es que es muy probable que si basamos nuestra existencia en este amor romántico, desigual, la cosa no acabe bien.

Es por eso que estaría bien enseñar a nuestros jóvenes a que el amor no puede estar basado en la necesidad ni en el miedo a la soledad. Que ha de ser generoso, entre iguales, no posesivo. Porque quien te quiere no necesitar controlar todo lo que haces, ni te chantajea ni te amenaza. Que no es amor si te prohíbe. Que más celos no es más amor. Que si no hay alegría y felicidad en una relación, la ruptura evita males mayores. Endefinitiva, que el amor debe ser parecido al poema de Agustín García Calvo, Libre te quiero.