Parece que de la revolución de la información y los avances en inteligencia artificial están surgiendo situaciones similares a los que en el S.XIX provocó la revolución industrial. Entonces, la interacción de los humanos con las máquinas cambió nuestra relación con los espacios y el tiempo y ésto, como un engranaje de ruedas dentadas que conectan unas con otras multiplicando y extendiendo sus efectos, cambió la mecánica de la vida y se pusieron en marcha grandes movimientos que afectaron a nuestra manera de resistir, de salvarnos, de necesitar, de agruparnos o de trabajar. Imagino en los periódicos de la época columnas de opinión y noticias amenazantes y temerosas sobre los riesgos que las máquinas podrían suponer para la pérdida de millones de puestos de trabajo. Imagino otras noticias y análisis en la dirección contraria, anunciando las ventajas y oportunidades de nuevos empleos para miles de personas como resultado de la misma Revolución Industrial
Parece que todo esto vuelve a repetirse. Parece una vez más que gracias a la inteligencia artificial, internet o la robótica el futuro no estuvo nunca tan cerca…(de nuestro pasado). Según indican algunos estudios, los robots nos quitarán la mitad de los trabajos; no debemos de pensar sólo en que serán las ocupaciones tecnológicas y mecanizadas las que más afectadas se verán por esta disrupción tecnológica. Según estos mismos informes, el uso de robots e inteligencia artificial tendrá un gran efecto en los trabajos administrativos, la contabilidad, la atención directa al público, el transporte, la construcción, la banca, los gobiernos locales, las tiendas o los cafés y restaurantes. Si quieres comprobar -a modo de juego- el riesgo que tienes de ser sustituido por un robot en tu trabajo en las dos próximas décadas, puedes entrar en esta página de la BBC. Las siguientes imágenes son capturas de pantalla de los resultados para profesionales de la psicología, de la hostelería y de las finanzas.
Sin embargo, no es ésta la única lectura de la nueva situación,otros analistas son menos apocalípticos y afirman que la automatización hará que surjan nuevas categorías de empleos. No sabemos hasta qué punto estos nuevos trabajos se irán creando al mismo ritmo de los que se destruirán como efecto de la irrupción masiva en los procesos de laborales de programas y máquinas más o menos inteligentes. Tampoco sabemos cuánto tardarán en reaccionar las universidades para adaptarse a este nuevo escenario.
Parece que todo el trabajo que puedan hacer las máquinas lo terminarán haciendo, porque lo harán más rápido y mejor que nosotros. Así las cosas, tal vez es la hora de los que saben moverse en la incertidumbre, de la sabiduría práctica, de la imperfección creadora, de reivindicarnos y reconciliarnos con nuestro lenguaje más primitivo y menos tecnológico, de prepararnos a fondo en todo aquello que aún nos diferencia de las máquinas y la inteligencia artificial, esos competidores con los que no podemos competir. A la espera de que lleguen nuevas máquinas que sean capaces de escribir El Quijote de Cervantes, o “El Maestro y Margarita” de Bulgakov es el momento de prepararnos a fondo en lenguaje, en conversar , en las excepciones, en el cariño, en las metáforas, en los conflictos, en la conexión, en la mirada, en la poesía,… Tal vez ahora que las máquinas harán cada vez mejor su (nuestro) trabajo, los perfiles laborales de las ocupaciones para mortales incidan cada vez más en estas cosas propias de los mediocres humanos.