Cuando la respuesta correcta es un cuadrado que no existe

El otro día, mientras mi hija de 7 años hacía los deberes, me enseñó su libro y me preguntó: ¿Papá, tú que ves aquí?, a lo que yo le respondí con otra pregunta: ¿qué ves tú? Ella me dijo que una estrella, y yo le animé a que escribiera en la zona de respuesta lo que ella veía (aunque yo ya me temía que no le iban a dar la respuesta como válida).

Al día siguiente, cuando trajo corregido el ejercicio, efectivamente su respuesta venía tachada en rojo y, escrita por su seño, aparecía la respuesta correcta: un cuadrado. Ella se enfadó y dijo que allí no había ningún cuadrado dibujado y yo la consolé intentando explicarle que a veces la misma cosa puede ser vista de manera distinta por diferentes personas y que a pesar de la corrección de su seño, su respuesta también era correcta.

Aquello me dejó pensativo y decidí hacer un pequeño experimento. Fotografié la figura y la colgué en mi muro de Facebook con el siguiente texto: “Atención, pregunta: ¿qué figura ves dibujada?”, las respuestas no se hicieron esperar y encontré que la mayoría respondía que veía un cuadrado, aunque otros respondieron que veían también una estrella o cuatro flechas amarillas. Otras respuestas fueron la rosa de los vientos, ¡un exágono!, y también hay quien se lo tomó a broma y dijo que “una tía en pelotas”; o quien conociendo mi interés por la psicología (¡¡¡ostras, soy psicólogo!!!) se temía un “psicoanálisis” on-line e intentaba afinar su respuesta. Otra de mis amigas de Facebook (que también lo es fuera de allí) contestó que veía un punto rojo y entonces le dije, de manera cariñosa, que encontraba su respuesta como un síntoma de la gravedad de su estado, pero ella me demostró contundentemente su afirmación cuando me hizo caer en la cuenta de que justo delante del enunciado de la pregunta, junto a la palabra “contesta” aparecía un punto rojo. Lo admito: “touché”.

En fin, como podéis ver, la variabilidad de las respuestas fue bastante amplia y eso me dejó bastante tranquilo respecto de lo que mi hija había escrito en su libro de ejercicios, bueno, en realidad estaba bastante tranquilo también antes.

Vale, ahora pasemos a analizar la imagen. Aunque la respuesta presuntamente correcta es un cuadrado a poco que analicemos la imagen descubriremos que eso no es así.

Argumentos:

Un cuadrado es una figura plana, cerrada por cuatro líneas rectas iguales que forman otros tantos ángulos rectos. No lo digo yo, lo dice el diccionario de la Real Academia Española. En la imagen, no aparecen por ningún lado cuatro líneas rectas iguales que formen cuatro ángulos rectos y que den lugar a una figura cerrada, por lo que el cuadrado no existe. (Esto por definición).
Si hay algo en un sitio, y lo cambiáramos de lugar, seguiríamos viendo el objeto. Si en este caso, cambiamos las cuatro flechas amarillas o simplemente las eliminamos no hay manera de encontrar el cuadrado por ningún lado, lo cual me lleva a pensar que el presunto cuadrado no existe. (Esto por intuición).

Conclusión:

Estamos ante un fenómeno perceptivo denominado ilusión óptica: Una ilusión es una percepción o interpretación errónea de un estímulo externo real. También se puede definir como una imagen sugerida por los sentidos que carece de verdadera realidad. Tampoco lo digo yo, lo dicen la Wikipedia y WordReference.

El cerebro humano, ante un estímulo confuso, reinterpreta la experiencia para darle sentido escogiendo patrones conocidos que tiene almacenados. Ante situaciones confusas “rellena” los huecos que faltan para crear algo significativo y conocido.

Reflexiones:

No todo lo que vemos es lo que parece. Debemos aprender a mirar porque tras las percepciones siempre hay interpretaciones. (Esto me recuerda la historia de un punto negro que leí recientemente no sé dónde y que he encontrado en este enlace).
Las soluciones a un problema no suelen ser únicas. La vida es mucho más compleja como para aceptar que sólo hay una solución al mismo problema. (Esto me recuerda una conocida anécdota sobre el físico danés, premio Nobel de Física en 1922, Niels Bohr).
Las preguntas no están exentas de ideología y menos aún las respuestas. Si decimos a los niños cuáles son las respuestas correctas y no los dejamos observar, pensar, interpretar… estaremos promocionando un pensamiento único y destruyendo la creatividad.
Mientras el sistema educativo se dedique a ofrecer respuestas y no a sugerir preguntas, seguiremos viviendo una educación donde más que pensar, experimentar o probar se dará prioridad a reproducir, acertar o a aprobar un examen (por cierto, ¿a-probar, podría traducirse como no-probar?).
Si ante respuestas “no convencionales” o ante soluciones “diferentes”, y no necesariamente incorrectas, “castigamos” el comportamiento, estaremos destruyendo la confianza creativa de los futuros adultos. (Esto me recuerda una charla de David Kelley en TED muy recomendable (subtitulada al castellano) y titulada precisamente “Cómo construir tu confianza creativa”).

Moraleja:

Las experiencias cobran sentido gracias (o a pesar) del contexto en el que se desarrollan. Tengo la experiencia de ver un cuadrado porque el contexto así me lo hace ver incluso cuando técnicamente no existe. Pero si mi experiencia es otra, no puedo permitir que sean otros quienes interpreten por mí lo que siento, lo que percibo, lo que veo.

Un simple experimento en Facebook:

Una pregunta a bocajarro en la Red Social ha generado una divertida y fluida conversación donde hemos hablado de la rosa de los vientos, hemos aprendido que un cuadrado es un paralelogramo y que además es un tipo especial de rectángulo (un rectángulo equilátero) y también que es un tipo especial de rombo (un rombo equiángulo); hemos descubierto puntos rojos más allá de ilusiones de cuadrado y hasta hemos hablado de sexo (por aquello de la mujer desnuda que alguien vio quién sabe si escondida tras el cuadrado blanco)

Nota aclaratoria:

Este tonto experimento surgido de una ingenua pregunta en el libro de ejercicios de mi hija sólo ha sido una excusa para pensar en voz alta acerca de algunos asuntos relacionados con la educación. Sólo ha sido una excusa para mirar más allá de la aparente existencia de un cuadrado inexistente. Sólo ha sido una excusa para conversar.

Imagen extraída del libro de texto Tengo todo, cuaderno de matemáticas 6, pág 25. Tengo todo es un proyecto pedagógico creado por Anaya Educación para el Primer Ciclo de Educación Primaria. Grupo Anaya, S.A. (2013).

Ayer fue 14 de abril, aniversario de la II República

Los Estados pueden ser monarquías o repúblicas. En España, la Jefatura del Estado no se elige, se hereda. Suena mal pero es la verdad. El Jefe del Estado es quien representanta a nuestro país en el mundo. ¿Cómo se puede heredar algo así?
En 1969, Franco designó a Juan Carlos de Borbón como su sucesor a la Jefatura del Estado, puesto que el Rey ocupa desde 1975, tras la muerte del dictador. Otros cuarenta años. Por un Real Decreto de 1977, su hijo varón, menor que sus hermanas, es el heredero de la Jefatura de nuestro Estado. ¿Cuarenta más? Nuestra Constitución no se aprobó hasta el año siguiente. En su artículo 1.2 proclama que “la soberanía nacional reside en el pueblo español, del que emanan los poderes del Estado’. ¿Cómo va a haber Soberano si el pueblo lo es? Pues en el 1.3 dice que sí, que puede ser y se llama Monarquía Parlamentaria. En estas contradicciones entra nuestra Carta Magna, que más que padres parece que tuvo padrastros. Pero es que, además, una sociedad como la española no debería seguir permitiendo que se la ofenda cuando en el artículo 57 dice que se prefiere el varón a la mujer en la línea sucesoria. Un privilegio que la ley de igualdad de 2007 no debió dejar pasar. Si quieren lo pueden modificar en un momento, en una noche de verano como hicieron con el 135. Nuestras representantes, al menos, deberían exigirlo. Se trata de hacer efectivo el principio constitucional de igualdad.

Cada cuatro años votamos listas paritarias, y elegimos a quienes deberían ser nuestros únicos representantes. Como ciudadana, a eso creo tener derecho.
Como mujer, además, no me resigno a que la personificación de España sea un hombre, es decir, quiero saber que cada cuatro años la mujer tiene opción, expectativas de gobernar. Aunque no gobierne. La monarquía española es una institución anacrónica y contraria a los principios de la democracia, que refuerza, más aún en los últimos tiempos, roles y estereotipos que perpetúan la desigualdad entre mujeres y hombres.

La palabra República viene de cosa pública, de pueblo. Sin conocerla, ya la quiero. Ayer fue 14 de abril.

Training using drama: se abre el telón.

l 27 de abril de cada año se celebra el Día internacional del Teatro. Un día en el que se trata de visibilizar la esencia de este arte que acompaña a la Humanidad desde tiempo inmemoriables.

El Teatro es la gran metáfora de la vida y en Ideas Poderosas descubrimos desde el principio las sugerentes e inspiradoras equivalencias que se pueden establecer entre el Teatro y el desarrollo personal y profesional.

Tuvimos la gran suerte de encontrarnos en el camino con Noelia Camacho, actriz y contadora de historias, con quien descubrimos todo un mundo de posibilidades metodológicas a introducir en nuestras acciones formativas y con quien aprendimos la virtud de contar que va más allá del hábito de explicar. Más tarde nos encontramos con César Guerra, también actor y creador de experiencias teatrales, quien nos enseñó el método, el camino y la pasión por la dramaturgia.

Desde entonces, el Teatro ha inspirado nuestros cursos y talleres y siempre que es posible; y a veces, aun cuando no lo parece; surgen en ellos alguna técnica, alguna referencia o algún ejercicio procedente del proceso de creación teatral.

Una buena obra de teatro es el resultado de repetir, repetir y repetir: cada ensayo, una repetición; cada función, otra repetición. Representar una obra de teatro no consiste en reproducir cada palabra, cada silencio fielmente tal y como vienen recogidos en el guión, ni de repetir una partitura de movimientos de manera mecánica y sincronizada; se trata de interpretar desde la verdad, de convertir cada repetición, cada ensayo, cada función, en una auténtica primera vez, consiste en establecer una genuina conexión con el personaje y con la historia que cuenta, y obtener como resultado una experiencia única y especial.

¿Y no es eso mismo lo que hacemos día a día en nuestro trabajo?: repetir, repetir y repetir.
¿Interpretas tu trabajo o simplemente haces tu trabajo?, ¿nunca es igual o siempre es lo mismo?, ¿actúas como si fuera la primera vez o se nota que eso ya lo has hecho mil veces hoy?

No es fácil interpretar a tu personaje en cada escena, pero si los actores y las actrices lo consiguen, por qué tú no lo puedes conseguir.

Dentro de la secuencia de actividades de entrenamiento que solemos proponer, introducimos un ejercicio que consiste en comenzar a andar hacia el frente y, al atravesar una línea imaginaria trazada sobre el suelo, dejamos de ser nosotros para convertirnos en un personaje. Un personaje que anda y se mueve de una manera peculiar, que habla y se expresa de una manera diferente a como lo hacemos habitualmente. No hay mucho tiempo para pensar (sólo unos pasos) pero es al cruzar la línea, cuando de manera casi inesperada, nos encontramos con el personaje. De pronto el cuerpo se dobla o se estira, aparece un tic, se inmovilizan ciertas partes de nuestro cuerpo, nuestra voz cambia… ya no somos nosotros. La actividad continúa hasta que al llegar al final de la sala, giramos y volvemos a nuestro punto de origen y justamente al atravesar de nuevo la línea imaginaria, dejamos atrás al personaje y volvemos a ser nosotros. Más adelante, con otros ejercicios, trabajamos sobre ese personaje depurando los movimientos, afinando los tics, perfeccionando el habla hasta que en un tiempo relativamente corto hemos conseguido crear un engendro que tiene una historia que contar, algo que decir y que se relaciona con el resto de personajes que le rodean (el resto de las personas que también han cruzado la línea).

La actividad de cruzar la línea es la metáfora de la línea que cruzamos cada día cuando nos incorporamos a nuestros puestos de trabajo. Cruzamos la línea y dejamos de ser “yo” para convertirnos en “yo trabajando” y en ese momento tenemos dos opciones o bien fusionarnos con el personaje o bien distanciarnos del mismo. Distanciarse del personaje significa interpretarlo desde su perspectiva y no desde la nuestra, prestarle nuestro cuerpo, nuestros pensamientos y nuestras emociones para que se pueda expresar pero sintiendo que él es él y yo soy yo; no necesito sentir o pensar como él para representarlo. Fusionarse con el personaje significa interpretarlo desde nuestra perspectiva, sentir como él siente y pensar como él piensa corriendo el riesgo de que el personaje se apodere de nosotros porque no hay un límite claro entre él y yo.

¿Cuántas veces nos dejamos llevar por la ira, el enfado, la tristeza o la frustración en el trabajo cuando no somos capaces de distanciarnos del personaje que estamos representando y hacemos nuestra la crítica, la burla o la indolencia de las personas con quienes nos relacionamos allí?

¿Alguien se imagina a un actor o actriz discutiendo con alguien del público que en medio de la representación interrumpe la función para criticar algún aspecto de la obra? El actor o la actriz o bien continúa con el guión ignorando lo sucedido o bien, acepta la intromisión como una propuesta que introduce en la historia y le da un sentido, porque el espectáculo debe continuar.

La metodología “training using drama” (formación a través del teatro) que usamos en los talleres y cursos de Ideas Poderosas nos proporciona un contexto de entrenamiento, una secuencia de aprendizaje, una disciplina de trabajo, una experiencia inspiradora, en fin, una metáfora de la vida. A través de ella aprendemos cada día el valor de la improvisación, de confiar en los demás, de romper paredes, de aceptar propuestas, de contar historias y de trabajar desde la verdad.

Training using drama es una experiencia de teatro convertida en metáfora de nuestro quehacer diario en el trabajo que potencia la expresión, la conexión y las historias del día a día.

‘El teatro conmueve, ilumina, incomoda, perturba, exalta, revela, provoca, trasgrede. Es una conversación compartida con la sociedad. El teatro es la primera de las artes que se enfrenta con la nada, las sombras y el silencio para que surjan la palabra, el movimiento, las luces y la vida’
Manifiesto del Teatro 2006, Un rayo de esperanza

Feliz Día Internacional del Teatro

Comunicación: la metáfora del canal.

Nuestro lenguaje sobre el lenguaje está basado en un viejo mito, una metáfora que por un lado nos ayuda a entender(nos) y hablar(nos) sobre una supuesta realidad objetiva, y que a la vez nos sitúa de una manera y no otra en el mundo, estructura la forma en que percibimos lo que quiera que sea esa realidad y el modo en que nos relacionamos con ella y los demás.

Michael Reddy se refiere a esta forma de entender el lenguaje como “la metáfora del canal”. Esta metáfora plantea que las ideas, los mensajes (significados) son objetos, las expresiones lingüísticas serían una suerte de recipientes que contendrían estos objetos y la comunicación consistiría en el envío de estos objetos debidamente “empaquetados” de un lado a otro, de una persona a otra.

Emisor-mensaje-canal-receptor-…., esta es la caprichosa y cansina descripción de comunicación que desde pequeños nos han enseñado, que siempre hemos creído y que configura en cierto modo nuestra manera de entender las relaciones, la educación, los conflictos, la posesión de la verdad o incluso las relaciones de poder. Un modelo que ayuda a justificar ciertas concepciones y metodologías “industriales” de la comunicación, y el aprendizaje en el que el conocimiento no se descubre, no se construye ni se genera con el otro, sino que se posee como verdad cierta por parte de los docentes, los expertos o los políticos, y que éstos habrán de transportar, vender o regalar a su alumnado que aprende o a sus ignorantes y agradecidos ciudadanos.

“La metáfora del canal” una aparente verdad irrefutable y universal, un modelo fácil de explicar y hasta cierto punto descriptivo y cierto de lo que implica comunicar. Se podría decir que se trata de un patrón incluso útil para enfrentarnos de una manera racional con nuestras complicadas experiencias como seres verbales, como animales sociales. Se trata en definitiva, de una inteligente pirueta lingüística que nos ayuda a transformar algo tremendamente contextual, complejo y multicausado en algo más lineal, mecánico, manipulable y entendible.

Esta metáfora del canal supone que las palabras tienen significados en sí mismas como contenedoras de mensajes, de significados que son independientes de cualquier contexto o hablante/oyente. En cierta manera esta metáfora es cierta, justa y útil en muchas situaciones, aquellas en las que las diferencias de contexto y las diversas experiencias vitales de los oyentes y los hablantes son mínimas, no tienen importancia o no son relevantes.
Sin embargo no siempre son así las cosas, no siempre el conocimiento, los contenidos no pertenecen en exclusiva a las palabras que lo “transportan”, la realidad es más complicada, hay otros muchos factores a los que también interesa mirar si queremos entender los porqués y los significados de nuestras comunicaciones: el contexto, los valores, la ideología, la experiencia previa, los intereses, las actitudes, etc. de los hablantes y los oyentes que están construyendo -más que transportando- un mensaje. Y esto sería válido para cualquier tipo de interacción comunicativa, desde el RD de un BOE a la discusión en un foro, desde una clase magistral en un instituto o la universidad a una sesión de trabajo de consultoría.

Sería interesante no perder de vista que esta metáfora del canal, que tan bien hemos aprendido hasta el punto de impregnar nuestro ADN con ella, nos proporciona una visión útil pero parcial de lo que es la comunicación y todo lo que ella implica. No deberíamos dejar de reconocer que ésta no es más que una metáfora, una manera de entender(nos) de hablar(nos) sobre el lenguaje, y por tanto sobre nosotros mismos. La aceptación de esto nos exigiría como educadores, gestores, periodistas, políticos,… el beneficio de la duda, de la infidelidad con las propias palabras-ideas, más humildad y una mayor aceptación, (re)conocimiento y compromiso con los demás y sus discursos.

Las implicaciones de esto para oradores, profesores, consultores, psicólogos, políticos… no es pequeña. ¿Eres más canal o explorador, ponente o buscador, crees que tu papel es transmitir información o construir y compartir significados con tu audiencia, acabas tus exposiciones generado(te) más preguntas o más respuestas?

Por todo ello en Ideas Poderosas huímos de fórmulas mágicas o ‘libros de recetas’ cuando planteamos nuestros talleres, por todo ello no nos queda más remedio que aceptar la necesaria incertidumbre y la inevitable improvisación en nuestros cursos: ante personas distintas no puede haber dos experiencias formativas idénticas. Porque pensamos que aprender a comunicar es más un proceso orgánico que industrial, que es un proceso de autoconocimiento, que tiene que ver con cómo te relaciones contigo mismo y con los demás, con tus propósitos, con tu historia, con tus intenciones, pero también con el conocimiento y la aceptación de tu audiencia y con tu interés por sus valores, sus intenciones y su experiencias y por su manera de entender y hablar del mundo. Por todo ello proponemos en nuestros cursos: “encuentres tu voz, para expresarte, para ayudar a otros, para entender el mundo

Y cuando una persona encuentra humildemente su voz, hasta sus silencios tienen sentido.

Improvisar

En nuestros talleres “Encuentra tu voz” de entrenamiento de hablar en público solemos observar con frecuencia algunos temores comunes, por ejemplo el temor a la posibilidad de quedarse con la mente en blanco, a no saber qué hacer o decir ante una situación complicada o una pregunta imprevista. Este miedo a la incertidumbre es uno de los componentes imprescindibles, una de las experiencias más poderosas en nuestros talleres y siempre estamos atentos a que aparezcan, las provocamos e intentamos aprovecharlas.

Muchas de las personas que pretenden mejorar sus habilidades de exposición ante una audiencia buscan su seguridad en el discurso, en tener siempre la respuesta adecuada, en no perder el hilo, en que nada ni nadie pueda sacarles de su guión, de su “papel” que tanto han entrenado y tan bien han aprendido. Como se puede suponer, en este contexto la improvisación es sinónimo de desastre, de fracaso asegurado y por tanto el enemigo a evitar. A esto hay que añadir todo el significado peyorativo que encierra la palabra improvisar (“hacer algo de pronto, sin estudio ni preparación”, según la RAE), pareciera que improvisar fuese propio de personas que no dominan un tema lo suficiente, de profesionales que no han preparado bien su trabajo y van a hacer cualquier cosa para salir del paso.

Hay otra manera sin embargo de mirar todo esto. Vivir es improvisar. Nadie sabe a ciencia cierta qué le va a ocurrir en cada momento de su día ni tiene planificada cuál será su reacción ante cada situación imprevista. Aceptar la incertidumbre como una de las reglas del juego de la vida en general y del trabajo en particular se antoja clave si se quiere estar en la partida. Siempre se puede optar por no jugar por temor a lo incierto o por miedo a perder, pero en estos casos la partida ya estaría perdida, más aún cuando -como en un viaje a Ítaca- la victoria está no en el resultado final, sino en la propia partida. En los entornos de trabajo actuales, líquidos, flexibles y en continuo cambio esto adquiere más significado aún.

Pero volvamos al contexto de “encuentra tu voz”, según analizamos en nuestros talleres, hablar en público no es sólo transmitir un mensaje, exponer unas ideas o ejecutar de manera ejemplar un discurso. La clave no está en dar o representar, sino en construir un mensaje, una experiencia con tu auditorio, con las personas que han dejado a un lado otras actividades y organizan su tiempo para estar allí contigo. Estar más pendiente de ti, de tus sensaciones y de tu discurso que de ellos, de sus intereses, de sus propuestas y de sus sugerencias no solamente es una falta de respeto hacia ellos, sino una engañosa solución para dominar tus nervios e inseguridades que acabará provocandote más problemas que beneficios

Enlazando en este punto con el tema de este post, como quiera que toda audiencia es diferente, la improvisación no sólo será inevitable sino una herramienta clave, necesaria e imprescindible para que todo vaya sobre ruedas y para que las ideas que allí se construyan conecten de verdad con los intereses y necesidades de los que te escuchan aquí y ahora, transformando una simple charla en una experiencia personal interesante y más probable de ser recordada.

Estas son algunas de las ideas y conclusiones que vamos descubriendo en nuestros talleres a partir del trabajo y las experiencias de improvisación que en ellos se generan:
1. La improvisación es una habilidad clave en ambientes de trabajo colaborativos y en un mundo profesional que siempre está cambiando.
2. Querer tener a toda costa un mundo sólo de certezas e instalarnos en ellas como condición para dar un paso y para poder trabajar con garantía, no sólo es irreal, además es una trampa que nos limita y muchas veces puede funcionar como una (auto)excusa para evitar las responsabilidades que nos genera emociones incómodas e inseguridad.
3. Para hablar de manera genuina ante un auditorio, para encontrar nuestra voz y ofrecer autenticidad tenemos que dejar a un lado lo que tenemos que/lo que queremos ser para simplemente ser quienes realmente somos. Esto significa que aceptamos nuestra vulnerabilidad, que no tendremos siempre una respuesta preparada ante todo y que la improvisación será una pieza importante de la partida
4. Cuando una persona conoce a fondo un tema, lo ha trabajado a conciencia y se ha preocupado de cómo hacer llegar y construir con su audiencia un discurso o unas ideas, no tener todas las respuestas en cada momento y mostrar la propia vulnerabilidad no le resta crédito ni le distancia de los que le escuchan. Al contrario en muchas ocasiones nos hará más cercanos y ayudará aumentar la confianza en nosotros.
5. Porque asumir riesgos (asumir riesgos digo, no ser un inconsciente ni un suicida) ayuda a generar confianza. Hablar en público implica asumir riesgos, exponerse, dejarse ver, mirar para ser mirado, escuchar para ser escuchado. No podemos construir en solitario desde el discurso que tenemos escrito o que llevamos aprendido de memoria. Entendido de esta manera, hablar en público no es un evento, es una relación y por tanto lo imprevisto es altamente probable y la improvisación un habilidad realmente útil y poderosa.
6. Improvisar no es actuar o reaccionar a ciegas y sin criterio ni plan alguno. Solamente aquellas personas que se han preparado a fondo, que han investigado, experimentado y trabajado en profundidad sobre un tema, serán capaces de improvisar y encontrar alternativas ysoluciones que van a enriquecer e innovar su discurso y su trabajo.
7. Una situación que nos obliga a improvisar sólo será problemática en el contexto de una experiencia escasa, un trabajo previo insuficiente y una preparación pobre. La inseguridad no se “cura” con ansiolíticos ni controlando todas las incertidumbres posibles, si no con mucho trabajo, preparación y exponiéndose, lo que permitirá transformar el miedo en experiencia y la improvisación en un elemento clave para la innovación.

Valgan éstas como una muestra de las ideas que trabajamos a partir de distintas actividades y experiencias que vamos construyendo e “improvisando” en algunos de nuestros talleres de Ideas Poderosas. En ellos no tratamos de explicarlas para convencer a los que nos acompañan, sino de hacer que pasen cosas en directo, exponernos y jugar con nuestras “certezas”y emociones, relacionarlas con nuestra vida diaria y nuestro trabajo cotidiano, reflexionar sobre todo ello y ayudar a que cada participante encuentre ideas y estrategias de cambio personal con las que pueda jugar y experimentar en su mundo real, fuera ya del contexto de entrenamiento.

Hay distintas actividades de improvisación que utilizamos en nuestros talleres, este blog puede ser un buen lugar para compartir algunas de estas experiencias, la forma en la que las realizamos y los objetivos que perseguimos con ellas. Pero eso será otro día, en este momento toca practicar para seguir improvisando, ahora en la cocina.

Asociación Proxecto Máscaras

Hablar en primera persona puede ser muy complicado, dominio del lenguaje puede no faltarte pero además se necesita valor para hacerlo y un mínimo de biografía. En realidad esto no es cierto, o al menos la realidad nos muestra lo contrario. Palabras tenemos, valor nos sobra y experiencia a nuestras espaldas… ¿qué importa? Hilar palabras relacionadas con los valores, la misión, la visión de las empresas, el personal branding, el desarrollo personal, etc. esto es lo que ofrecen muchos consultores, coachs, oradores motivacionales,… Es como si una suerte de virus verbal nos hubiera contagiado a todos de grandes palabras y mensajes de responsabilidad social corporativa, sostenibilidad, innovación,…

Parece que bastara con saber nombrar para realmente innovar y actuar de manera congruente con lo que las palabras significan. Esto se observa en grandes y pequeñas empresas, en profesionales y en proyectos de todo tipo, forma y color. Son proyectos que ponen el discurso y las palabras por delante. En ocasiones esto da para “poco más” que unos buenos beneficios, un buen blog con muchos seguidores, algunos titulares por un tiempo y no pocos proyectos contratados y subvencionados por la administración de turno. Al final la innovación y los grandes valores no van mucho más allá de los beneficios económicos y de los límites del discurso con el que se explicó todo. De palabras afuera todo sigue igual.

En ocasiones parece exisitir algo así como una burbuja verbal, se está inflando demasiado el valor de algunas palabras, detrás de las cuales muchas veces no hay más que aire. Sin embargo, no basta con decir e hilar finos discursos, esto es garantía de casi nada. Los repertorios decir/hacer no siempre van en la misma dirección, ni se necesitan el uno al otro. Se puede describir muy bien un proceso, parecer el mayor experto en agricultura ecológica o en educación, y sin embargo no haber plantado ni saber plantar una sola hortaliza en tu vida, ni haber estado nunca ante una clase. Recuerdo a más de un profesor en la facultad de psicología que, a pesar de no haber tratado con caso clínico alguno, impartía asignaturas de diagnóstico diferencial y tratamiento psicológico y tenía escritos algunos libros y artículos sobre la materia. Pero también se observa el caso contrario, hay personas capaces de cultivar las mejores coles o de enseñar y despertar la pasión por el aprendizaje y ninguno de ellos sería capaz de escribir un post sobre desarrollo sostenible o un artículo sobre métodos didácticos.

Y en ese punto estamos, a veces tengo la sensación de que lo blogs son trincheras desde donde lanzamos palabras elocuentes y discursos impecables y a la vez donde escondemos nuestras carencias, donde protegernos del cuerpo a cuerpo, del trabajo sucio de campo, del inevitable error del que juega a hacer y aprender no sólo de las palabras, también de las consecuencias de cada acción a la que se lanza.

No se trata de restar valor al trabajo, los artículos, los proyectos de buenos consultores “de sofá y mesa camilla”, con los que disfruto y aprendo en muchas ocasiones a través de sus lecturas. Se trata de reivindicar la necesidad y el valor del hacer, de la importancia de forjarte una buena biografía para poder hablar de verdad en primera persona, de la importancia de trabajar y vivir en gerundio, de exponerse y dejar que ocurran cosas, de girar nuestra atención hacia las prácticas cotidianas de profesionales y asociaciones que no tienen tiempo nada más que para seguir buscando soluciones, salidas; de aprender de personas que, aún sin saberlo, no dejan de estar innovando, diseñando y creando nuevos caminos.

Quería llegar hasta aquí para desembarcar en el Proxecto Máscaras. No es fácil de definir. Es un buen ejemplo de cómo hablar en primera persona con un buen dominio de la palabra, con mucha biografía a las espaldas y muchas cosas por contar. Pero Máscaras es ante todo cine, a partir de aquí el proxecto es mucho más: se trata de un grupo de personas haciendo cine de verdad, aprendiendo, abriendo caminos, reflexionando sobre su trabajo, innovando, escribiendo sobre su experiencia, siendo actores de la vida pública, interpretando el mundo, definiendo sus valores desde lo que les importa, desde lo que les afecta y siempre en términos de acciones, de verbos como única estrategia posible para cambiar el (su) mundo.

El Proxecto Máscaras es un punto en el que el buen cine, la consultoría, el aprendizaje, el compromiso, la inclusión y la innovación social se integran y lo hacen de la única manera posible: sin hablar demasiado de ello en esos términos, trabajando mucho, de una manera orgánica, generando las condiciones para que sucedan cosas, analizándolas, escribiendo sobre ellas, y revisando continuamente para no dejar de aprender.

El Proxecto Máscaras es ahora además una asociación, y esa asociación es un laboratorio social donde se está trabajando con nuevas maneras que permitan, entre otras cosas, crear una escuela de actores y actrices y difundir su trabajo, analizar y estandarizar lo andado y lo aprendido en métodos, unidades didácticas y herramientas de trabajo para la integración social por la naturalidad.

La asociación es un proyecto de participación social abierta a todas las personas que pretende impulsar nuevos proyectos. La primera campaña que se ha lanzado desde la asociación es “invita al cine” El objetivo de esta campaña es que más personas vean la película Máscaras. Quienes la han visto la recomiendan y así empezó a surgir la idea de preparar un pack especial de tres entradas para regalar. La campaña es muy simple: consiste en el envío de invitaciones a título personal, para ver Máscaras.

Desde Ideas Poderosas hemos retirado ya nuestras tres invitaciones que pensamos regalar a amigos, algún(a) participante de nuestros talleres o a cualquiera de nuestros seguidores en nuestras redes.

La Asociación Proxecto Máscaras es un Idea construida en gerundio, humilde y sutil, pero muy Poderosa. Os deseamos que la disfrutéis mucho.

Lenguaje sexista

“A la mujer y al papel hasta el culo se ha de ver”. Esta es la frase que hace unos días se le escapaba al teniente alcalde de Jaén y que, como era de esperar, rápidamente tenía respuesta desde la oposición. Al parecer, lo que quería decir es que los documentos que hemos de firmar hay que leerlos, releerlos y mirarlos de arriba abajo si no queremos que nos engañen. El hombre se ha disculpado y no todos lo hacen.

Está claro, según él, que no quería ofender a las mujeres, y menos, esto es ya cosa mía, hablar de su culo. El caso es que lo ha hecho. Lenguaje sexista, además, en el uso de sus funciones.

“Antes nos podíamos reír de estas cosas. Ahora sabemos que queda mal”, me dice un amigo que se erige portavoz de los hombres, como si esto fuera cosa de dos bandos, ellos y nosotras. Este es el sentir de muchos. Les hacen gracia esos refranes groseros y machistas pero saben que la sociedad ya no se lo permite. Por eso, llama la atención, que cada poco, sea noticia que algún político, de cualquier partido, haya hecho un comentario machista. ¡Ellos, tan políticamente correctos! Da idea de lo interiorizado que el machismo está en nuestro subconsciente.

Es nuestra responsabilidad crear un lenguaje que sea más justo con la sociedad actual. Con el uso que de él estamos haciendo se desvaloriza, subordina, excluye y ofende a las mujeres. Hay quien lo hace con mayor contundencia o con menos, pero como señala Gaspar Llamazares, la cultura machista es transversal, no tiene clase. Así, a poco que busquemos, vamos a encontrar ejemplos, cuando menos, desafortunados en todos los partidos políticos. Llenaríamos varias páginas con las frasecitas que han soltado Guerra, Valderas, Aznar… Por fortuna, sabemos también de algunos que no aparecerán en estos ejemplos. De izquierdas y de derechas. Al final, como casi todo, es cuestión de educación.

Me agradan las políticas que, ante una ofensa machista, tienen la misma contundencia para corregir a un compañero de partido que a un adversario político. Las hay. Esas son las que nos hacen falta para conseguir la igualdad entre mujeres y hombres, especialmente ahora que los derechos de las mujeres están en peligro.

Pacto entre mujeres

El viernes 20 el Consejo de Ministros recibió el Informe del ministro de Justicia sobre el Anteproyecto por el que Gallardón pretende convertir en delincuentes a aquellas mujeres que decidan abortar. 118.359 fueron las que interrumpieron voluntariamente su embarazo en 2011 según el Ministerio de Sanidad. Por cada mil españolas en edad fértil, doce deciden abortar cada año. Esos son los datos que pasarían a ser invisibles si las mujeres perdiéramos esta batalla. Y mucho más sufrimiento.

¿Pero qué nos habíamos creído nosotras? parece decirnos el ministro, que debe saber que con su ley clasista esto no cambia. ¿Qué pretende? En mi opinión, esto no va sólo de aborto. Se trata de devolver a la mujer “a su sitio”. Una vuelta al pasado que no podemos consentir.

Por eso urge un Pacto entre Mujeres, un pacto que la Plataforma Feminista de Alicante ha conseguido introducir en el debate sobre el aborto. Uno, como el protagonizado por todas las parlamentarias de la Legislatura Constituyente cuando se negaron a avalar con su voto la discriminación por razón de sexo en la sucesión a la Corona y que, como mujeres, nos hace sentirnos orgullosas de ellas. Ahora es igual. El ministro quiere tutelarnos. Convertirnos en ciudadanas de segunda, a todas, empezando por la Vicepresidenta del Gobierno y las Ministras y siguiendo por nuestras representantes en las Cortes Generales. Por eso, es a ellas a quienes nos dirigimos para que garanticen nuestros derechos. Ellas, las parlamentarias de todos los grupos políticos, son nuestras legítimas representantes cuando de limitar nuestros derechos como mujeres se trata. A ellas apelamos; a las del partido en el poder también, y por eso, si las vemos sumisas y calladas, nos avergüenzan. Ni ellas se lo merecen ni nosotras tampoco. Porque necesitamos una democracia en que todos los partidos, respeten a las mujeres. La derecha y la izquierda. Porque las mujeres no vamos a votar a un partido que nos considere inferiores.

¡Ya está bien de aguantar a políticos, con “o”, que nos humillan como mujeres y, sólo protestar si son contrarios a nuestra ideología! Los machistas van contra todas. Pactemos.

Nadie nace maltratador

Ayer, Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra las Mujeres, hubo concentraciones y manifestaciones en muchos lugares de nuestro país. Durante unos días de noviembre jornadas y actos tratan de sensibilizar a la sociedad de este grave problema. Pancartas diciéndonos que el machismo mata, que el silencio nos hace cómplices y que este año son ya más de cincuenta asesinadas y, y, y,…Pancartas que gritan “Ni una más”. Y sabemos que sí, que habrá más, muchas más. Pero no nos resignamos.

La violencia se aprende desde la infancia, la igualdad también. Nadie nace maltratador. Tampoco víctima. Sabemos que nacemos con una gran plasticidad para adaptarnos y que ésta se va reduciendo con el tiempo. De ahí la importancia de las experiencias que vivimos en la infancia y en la adolescencia. Prevenir es mejor que curar. Más, si no hay cura. Y para prevenir la violencia machista desde la escuela hay que saber que el sexismo que la origina está relacionado estrechamente con la división del mundo en dos espacios: el público, reservado a los hombres y el privado a las mujeres; con la división también, de los valores en masculinos y femeninos, como si fueran incompatibles. Si sabemos qué es lo que se ha hecho mal, parece que podríamos comenzar el camino correcto. Sólo haría falta que los poderes públicos se lo tomaran en serio.

Por eso, desde aquí, quiero recomendarles el corto “Querernos bien” sobre la violencia de género en adolescentes. Deja claro la importancia de la prevención y que la violencia machista está presente en las y los adolescentes y, por tanto, cualquier chico puede ejercerla y cualquier chica sufrirla. Nos cuenta como “El hecho de haber trabajado en la escuela contra este problema, de haber aprendido a detectar cómo son sus inicios, de aprender a rechazarlo, reduce el riesgo de ser maltratador en el caso de los chicos y el riesgo de ser víctima en el caso de las chicas”.

Un tercio de las asesinadas son menores de treinta años. Por eso, si te pide que no vayas con tus amigas, si te prohíbe, te controla, si a veces te da miedo, puede que él crea que te quiere pero, sin duda, no te quiere bien.

¿Y de qué dices que va el curso?

El pasado 9 de noviembre de 2013, organizamos un taller titulado «Trabajando con el miedo escénico. Training using drama». Un taller dirigido por César Guerra, actor y director de Volunto Teatro y colaborador habitual de Ideas Poderosas. Manuel Calvillo y Juan Luis Hueso apoyamos su excelente trabajo con nuestras aportaciones desde la Psicología y junto a un grupo excepcional de aprendizaje, vivimos una experiencia inolvidable. Una de las participantes en el taller compartió en su muro de Facebook estas reflexiones y le hemos pedido que nos las deje para transcribirlas en el blog porque nos han emocionado. Gracias Adela por tu amistad, por tu participación y por tu apasionado resumen.


 

Sobre como ver nuestra imagen sin espejo,
sobre las emociones y el darnos permiso para sentirlas todas,
sobre lo que nos hace iguales a todos/as,
sobre la continua necesidad de palas y escaleras y el hacer (y ver) las cosas de otra forma.

Sobre las máscaras y el ridículo que se esconde tras de ellas,
sobre la vulnerabilidad y el coraje de cantar o bailar sin saber ante testigos casi en el mismo instante,
sobre la aceptación del error,
sobre la solidaridad y la compasión ante quien sufre.

Sobre las primeras veces, y las que les siguen tras decidir vivir ‘con’ emociones, sin descafeinar ninguna,
sobre cartas y resistencias y la no lucha para la transformación,
sobre la humildad de no saber, la dignidad de ser,
sobre el teatro, la estructura, la improvisación, el ‘¡y yo qué!’ y el ‘¡y yo qué sé!’.

Sobre la risa surfeando entre las olas de la palpitación y la ansiedad,
sobre lo que somos, a pesar del pensamiento y de la emoción,
sobre cuerdas, capas, sombreros, faldas, estatuas y fiestas sin alcohol,
sobre un modo más de sentir que los demás son ‘tal como yo’

Bueno… sobre un sábado cualquiera bajo la piel de quien es consciente.

Feliz noche de lunes y feliz semana…

 

Por Adela Montalvo Gil