La revolución educativa.

Creo en una educación revolucionaria, una educación que remueve el corazón, las cabezas y las manos de las personas. Una educación inconformista y socialmente comprometida, una educación que cambia el orden de las cosas y que ofrece la posibilidad de transformar la vida y el destino que traemos escrito en el adn económico y social de la familia que nos ha parido. Una educación que ofrece los recursos que permiten que la hija de una familia humilde,sin otro horizonte que las temporadas de vendimia o de recogida de aceituna, esté hoy en su segundo año de MIR, y que haya cambiado así su suerte y la de su familia permitiéndoles inventar un futuro que ni en sus mejores sueños habrían imaginado.

Echo de menos esta visión en las (no tan) nuevas propuestas pedagógicas que ponen la felicidad en el centro y como principal objetivo de las escuelas. Como decía, creo en una educación revolucionaria, y no creo que la felicidad sea lo revolucionario, sino el saber, la filosofía, la lengua, la física, el arte, la literatura, la historia, las matemáticas,…. el esfuerzo por superarnos y aprender y aplicar los conocimientos acumulados que siempre nos han hecho avanzar como personas y como especie. En gran medida es todo esto lo que permite darle la vuelta al orden de las cosas, que nuestra vida sea cada vez más digna y que podamos dar lo mejor de nosotros mismos a la sociedad a la que pertenecemos.

Por supuesto que todo este aprendizaje y el disfrute, el coraje y el trabajo que conlleva debe ocurrir con los mayores recursos y las mejores prácticas educativas basadas en la evidencia, y siempre en un escenario de cuidado, de cariño, de respeto, de seguridad, de atención y de un apoyo radical a aquellos alumnos que lo necesiten. Cuando así ocurren las cosas, nuestros hijos y nuestras hijas aprenden que el esfuerzo y los retos, incluso las derrotas, no solo no son incompatible con la felicidad de vivir, sino que son imprescindibles para ella.

Inteligencia artificial: se buscan poetas

Parece que de la revolución de la información y los avances en inteligencia artificial están surgiendo situaciones similares a los que en el S.XIX provocó la revolución industrial. Entonces, la interacción de los humanos con las máquinas cambió nuestra relación con los espacios y el tiempo y ésto, como un engranaje de ruedas dentadas que conectan unas con otras multiplicando y extendiendo sus efectos, cambió la mecánica de la vida y se pusieron en marcha grandes movimientos que afectaron a nuestra manera de resistir, de salvarnos, de necesitar, de agruparnos o de trabajar. Imagino en los periódicos de la época columnas de opinión y noticias amenazantes y temerosas sobre los riesgos que las máquinas podrían suponer para la pérdida de millones de puestos de trabajo. Imagino otras noticias y análisis en la dirección contraria, anunciando las ventajas y oportunidades de nuevos empleos para miles de personas como resultado de la misma Revolución Industrial

Parece que todo esto vuelve a repetirse. Parece una vez más que gracias a la inteligencia artificial, internet o la robótica el futuro no estuvo nunca tan cerca…(de nuestro pasado). Según indican algunos estudios, los robots nos quitarán la mitad de los trabajos; no debemos de pensar sólo en que serán las ocupaciones tecnológicas y mecanizadas las que más afectadas se verán por esta disrupción tecnológica. Según estos mismos informes, el uso de robots e inteligencia artificial tendrá un gran efecto en los trabajos administrativos, la contabilidad, la atención directa al público, el transporte, la construcción, la banca, los gobiernos locales, las tiendas o los cafés y restaurantes. Si quieres comprobar -a modo de juego- el riesgo que tienes de ser sustituido por un robot en tu trabajo en las dos próximas décadas, puedes entrar en esta página de la BBC. Las siguientes imágenes son capturas de pantalla de los resultados para profesionales de la psicología, de la hostelería y de las finanzas.
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Sin embargo, no es ésta la única lectura de la nueva situación,otros analistas son menos apocalípticos y  afirman que la automatización hará que surjan nuevas categorías de empleos. No sabemos hasta qué punto estos nuevos trabajos se irán creando al mismo ritmo de los que se destruirán como efecto de la irrupción masiva en los procesos de laborales de programas y máquinas más o menos inteligentes. Tampoco sabemos cuánto tardarán en reaccionar las universidades para adaptarse a este nuevo escenario.

Parece que todo el trabajo que puedan hacer las máquinas lo terminarán haciendo, porque lo harán más rápido y mejor que nosotros. Así las cosas, tal vez es  la hora de los que saben moverse en la incertidumbre, de la sabiduría práctica, de la imperfección creadora, de reivindicarnos y reconciliarnos con nuestro lenguaje más primitivo y menos tecnológico, de prepararnos a fondo en todo aquello que aún nos diferencia de las máquinas y la inteligencia artificial, esos competidores con los que no podemos competir. A la espera de que lleguen nuevas máquinas que sean capaces de escribir El Quijote de Cervantes, o “El Maestro y Margarita” de Bulgakov es el momento de prepararnos a fondo en lenguaje, en conversar , en las excepciones, en el cariño, en las metáforas, en los conflictos,  en la conexión, en la mirada, en la poesía,… Tal vez ahora que las máquinas harán cada vez mejor su (nuestro) trabajo, los perfiles laborales de las ocupaciones para mortales incidan cada vez más en estas cosas propias de los mediocres humanos.

 

 

La salud mental de la UNIA

Por segundo año consecutivo desde el Campus Antonio Machado de Baeza, la Universidad internacional de Andalucía organiza su “Aula de experiencia”, un espacio universitario destinado a ofrecer a los mayores la oportunidad de acceder a la formación continua en diversas áreas (científica, cultural, social y tecnológica) cuando ya han alcanzado el fin de su etapa laboral activa.

Por segundo año consecutivo desde ideas poderosas tenemos el honor de participar en la programación de talleres que se ofrecen dentro de esta formación. Para este curso el tema que hemos elegido ha sido: “La salud mental: entendiendo los problemas psicológicos de la vida cotidiana”. Las fechas de celebración serán el 15, 16, 22 y 23 de Junio en horario de tarde. El coste de la matrícula: 8 euros.
Para más información sobre el taller hacer click aquí.

Algunos porqués 

  • Porque desde nuestra formación y experiencia profesional como psicólogos especialistas en psicología clínica creemos en la necesidad y en la utilidad personal y social de una psicología seria, basada en las evidencias y con un importante compromiso social.
  • Porque creemos que, ante la visión actual predominante de la salud mental excesivamente medicalizada, se necesita difundir una aproximación a los problemas psicológicos desde una perspectiva contextual y biográfica que ayude a entender(nos) y a cuidar(nos) desde los valores y la responsabilidad y sin la necesidad de patologizar nuestra vida cotidiana.
  • Porque, pensamos que la normalidad y la felicidad no son el principal objetivo a perseguir si queremos estar sanos psicológicamente, ni para vivir bien, ni si quiera para ser felices. Reivindicar el derecho a no ser perfectos, “normales” o a no encontrarnos siempre bien y felices es importante para dirigir nuestra vida y comenzar a trabajar sobre nuestro bienestar personal.
  • Porque pensamos que las personas mayores, desde sus grandes triunfos y desde sus derrotas memorables, tienen mucho que aportar y mucho que enseñar en esto de la “salud mental”. La intersección de sus vivencias personales con algunos conocimientos desde la psicología pueden ser de gran utilidad tanto para ellas mismas, como para las personas con las que conviven por el papel que desempeñan como personas consejeras, educadoras, padres y madres o abuelos y abuelas.

¿Qué haremos?
Nuestro taller no pretende ser un tratamiento, ni una clase magistral, es una pequeña y humilde invitación a conversar sobre estos temas, a (re)descubrir (desde el rigor científico, las experiencias vitales y el sentido común) algo más sobre problemas psicológicos como la depresión, la ansiedad, el TDAH,… Es una taza de café a media tarde entre muchas historias y muchas preguntas en el escenario mágico de Baeza.

La salud mental de la UNIA.
Como veremos en nuestro taller, algunas de las claves para una «salud mental» óptima tienen que ver con la flexibilidad, la aceptación de los retos y las situaciones difíciles, el compromiso con valores personales y sociales relevantes, con saber lo que se quiere y con dar un paso adelante y actuar en función de dichos valores y propósitos. Si esto es así, el Campus Antonio Machado de la UNIA en Baeza parece tener una salud de hierro. Enhorabuena por vuestro compromiso con las personas mayores de nuestra provincia y gracias por contar con nosotros.

Fuente de la imagen: stokpic.com

César Bona, un maestro que sabe escuchar

Ayer (1 de marzo de 2016) tuve la suerte de escuchar en vivo y en directo a César Bona, un maestro que sabe escuchar. Y digo que tuve suerte porque, a pesar de llegar a la cita con más de media hora de antelación, el Aula Magna de la Universidad de Jaén puso el cartel de completo, dejando a las puertas de la amplia sala a muchas personas, que como yo, estaban interesadas en escuchar al único español nominado en 2015 a los Global Teacher Prize.

Quisiera empezar por el final, con la última frase que César dijo en su conferencia dirigiéndose a todos los/as docentes que allí le estábamos escuchando: “Sé el maestro/a que te gustaría tener para tus hijos/as”. Todo un reto y un desafío para quienes, de una u otra forma, se encargan de enseñar en cualquier contexto de la formación y/o educación.

En este post, no voy a relatar lo que César Bona contó, quien quiera escucharlo puede hacerlo en el podcast que aparece en el blog de nuestro amigo Víctor Guillermo Figueroa pinchando aquí. En ese mismo enlace, podrás también escuchar el podcast del programa emitido por UNIRADIO, la radio de la Universidad de Jaén, en un programa especial presentado y conducido por Víctor junto a un grupo de profesionales y expertos en Educación entre los que se encontraba César Bona justamente antes de presentarse ante las más de 650 personas que le esperábamos para disfrutar de su conferencia.

Como digo, en este post no voy a relatar lo que César Bona contó sino más bien algunas cosas que me llamaron la atención en su forma de dar clase y que creo que son la clave de su éxito:

  • César Bona es un maestro que escucha, y eso lo demostró con las numerosas anécdotas y experiencias que contó. Probablemente, la palabra que más repitió a lo largo de su charla fue la palabra “escuchar”, iba en el título de la conferencia: “escuchar para educar” y apareció en varias de las listas que mostró en su presentación. Una escucha que sirve para procesar la información obtenida y a partir de ahí diseñar una acción concreta dirigida a hacer algo con lo escuchado. ¿De qué vale escuchar si sólo nos quedamos en comprender pero no hacemos nada más?
  • César introduce la cámara de fotos y la grabadora de vídeo en sus clases. Grabar y fotografíar lo que se hace en el aula me parece de un valor excepcional para el aprendizaje por varios motivos: permite al alumnado exponerse a sí mismo, verse como lo ven los demás, mostrarse al mundo y obtener información de qué hacen y cómo lo hacen desde una perspectiva muy distinta a la que están acostumbrados. Al quedar registrado, todo ese material puede volver a verse y analizarse. Al saberse grabados/fotografiados les obliga a dar la mejor versión de sí mismos y en ese esfuerzo tienen que romper la barrera de la timidez y de la vergüenza y como consecuencia incorporar nuevas competencias sociales de fundamental uso en su vida adulta.
  • La música forma parte del ecosistema que César genera en sus clases. Precisamente inició la conferencia con una bella melodía de Chopin como homenaje a la celebración, el 1 de marzo, del 206 cumpleaños del músico polaco. También fue la música (en este caso las bandas sonoras de las películas de Woody Allen) la que inspiró, según contó, uno de los cortometrajes que ha grabado con los chicos y chicas de su clase. Ver el vídeo aquí. La música (no la Historia de la Música) es, junto a la palabra, una de las más bellas expresiones de la sensibilidad del ser humano y otorgarle un protagonismo en el aula que actualmente no tiene, me parece muy interesante.
  • A César le entusiasma desarrollar la capacidad de expresión emocional de sus alumnos y alumnas y elige la dramatización (el cine, el teatro, la literatura) como un método para el aprendizaje de competencias sociales que desarrollan valores personales y previenen o solucionan conflictos interpersonales. César preguntó al auditorio a cuántos de los que allí estábamos nos enseñaron en la escuela cómo gestionar nuestras emociones, muy pocas personas levantaron la mano. También preguntó a cuántos se lo enseñaron en la Universidad, no hubo mucha diferencia. Si en el debate eterno de razón y emoción, la escuela sólo elige la primera, la educación se queda coja.
  • Para César, la capacidad de hablar en público es una de las asignaturas pendientes del sistema educativo en todos sus ciclos (desde la Educación Primaria a la Universidad). Las asambleas, tan habituales en las aulas de Educación Infantil, dijo, deberían exportarse al resto del Sistema Educativo como espacio no sólo de expresión emocional sino también de desarrollo de la capacidad de contar. Nuevamente interpeló al auditorio solicitando que levantaran la mano quienes habían recibido formación en cómo hablar en público tanto en la escuela como en la Universidad y la respuesta fue desoladora. Insistió en varias ocasiones en la necesidad de aprender a hablar en público y de aprender a enseñar a hablar en público. Me pareció muy inspiradora su reflexión porque precisamente en Ideas Poderosas estamos plenamente comprometidos en entrenar esta competencia en nuestros cursos y talleres, como por ejemplo aquí, aquí o aquí.

Como él bien avisó al inicio de la conferencia, su charla iba a estar llena de obviedades, y como también confesó, lo que él hace en el aula no es innovación, porque casi todo, de una u otra forma, ya se ha hecho antes. Lo que él hace en el aula es sentido común, aunque yo me permito añadir, un sentido común poco común. Y para mí esa es la clave.

Y ahora para terminar, quisiera acabar de la forma en la que César empezó su conferencia: “Maestro es alguien que inspira para la vida”.

El big data y la solución de problemas complejos

Las nuevas formas de estar en el mundo (educar, ser ciudadano, viajar, comunicarnos, ser madres, comer, hacer deporte, aprender, consumir…) y de interaccionar con él, con uno mismo y con los demás a través de las nuevas tecnologías permiten la recolección continua de incontables datos de todo tipo. El almacenamiento y tratamiento de estos datos gracias a complicados algoritmos, conocido como big data, puede facilitar el análisis de problemas o realidades complejas: la predicción de tendencias en los mercados, de comportamientos individuales o colectivos, el éxito de nuevos productos, la reacción de un grupo de ciudadanos ante nuevas decisiones que les puedan afectar, la (re)aparición de viejas y nuevas enfermedades,etc.

El acceso a tal cantidad de datos y su adecuado análisis puede ayudar en cierta manera a jugar a ser dioses, pues nos permite no sólo adelantarnos y ver el futuro, sino además construirlo, diseñar nuevos escenarios, nuevos problemas, nuevas soluciones, nuevos productos con los que la mayoría de las personas reaccionarán o interactuarán de la manera esperada,…

Más allá de estas cuestiones, los datos y las fórmulas tienen la capacidad de hacer invisibles a valores e ideologías. Pareciera que los datos pertenecen al ámbito de lo objetivo, que no están contaminados por la subjetividad, las creencias o los intereses personales o corporativos. Sin embargo no siempre es así, en muchas ocasiones esto no deja de ser más que un ingenuo deseo, en otras una interesada impostura. Los datos no son la realidad, los datos y sus algoritmos son una herramienta, una tecnología para medir, interpretar o intervenir en esa realidad.

En este escenario es importante entender en qué momentos el uso de grandes cantidades de datos para la solución de problemas complejos funciona de manera adecuada, ante qué preguntas y bajo qué condiciones es más probable que esta tecnología aporte conclusiones que sean verdaderamente ventajosas.  En esta charla TED, Sebastian Wernicke resalta el papel imprescindible que han de jugar los hombres y mujeres expertos en cada materia a la hora de analizar los resultados de estos complicados algoritmos y de asumir el riesgo de tomar decisiones a veces a favor a veces en contra de lo que el todopoderoso big data pudiera indicar.

So whenever you’re solving a complex problem, you’re doing essentially two things. The first one is, you take that problem apart into its bits and pieces so that you can deeply analyze those bits and pieces, and then of course you do the second part. You put all of these bits and pieces back together again to come to your conclusion. And sometimes you have to do it over again, but it’s always those two things: taking apart and putting back together again.

And now the crucial thing is that data and data analysis is only good for the first part. Data and data analysis, no matter how powerful, can only help you taking a problem apart and understanding its pieces. It’s not suited to put those pieces back together again and then to come to a conclusion. There’s another tool that can do that, and we all have it, and that tool is the brain. If there’s one thing a brain is good at, it’s taking bits and pieces back together again, even when you have incomplete information, and coming to a good conclusion, especially if it’s the brain of an expert.

 

Formación y desarrollo personal, estamos errando el disparo

El jueves pasado Juan Luis Hueso y yo nos llevamos a nuestra criatura, Ideas Poderosas, a los previos del Foro de Emprendedores Lince 2015, que se celebrará el día 2 de diciembre.

Se organizaron esa mañana en IFEJA 5 mesas sectoriales diferentes (TIC, servicos, agroalimentario y comercio) y en cada una de ellas diferentes personas presentaban su propuesta o algún aspecto de su empresa que quisieran dar a conocer ante representantes de entidades como la Asociación Cultural de Empresarios y Profesionales PROA, la Universidad de Jaén, Caixa Bank o Caja Rural de Jaén -entre otras-. Todo ello con un formato ágil y dinámico: 5 minutos para presentar tu propuesta y 5 minutos para recibir preguntas.

Fue una buena experiencia, tuvimos la oportunidad de conocer buenas ideas bien presentadas (de manera excelente algunas de ellas) por las personas que allí estuvieron. Disfrutamos y aprendimos.

Tras presentar nuestra idea y lanzar una propuesta final, nos preguntaron algo así: “después de vuestras acciones de formación, ¿qué hacéis para que el subidón de ánimo con el que salen los participantes se extienda en el tiempo y tenga efecto de vuelta a la vida y el trabajo cotidiano?” Fue una muy buena pregunta. Sin duda ésta es una de las claves de la formación enfocada al desarrollo personal y la consultoría. Más allá de todos los retos que esta pregunta plantea y de las posibles respuestas (respuestas que tienen que ver entre otras cosas con el enfoque ante el cambio, con un análisis funcional contextual e ideográfico de la situación que se desea cambiar, con los valores de la empresa -o sea de las personas en ella-, con el relato que sobre dichos problemas tienen las personas implicadas, con el uso de una metodología de aprendizaje experiencial basada en evidencias o con el uso planificado de las estrategias de trasferencia adecuadas, etc.), como decía, más allá de lo apasionante que nos resulta reflexionar sobre estas cuestiones, la pregunta nos encantó.

Nos encantó porque es reflejo y resultado de lo que paso a paso, sesión a sesión, post a post, se está consiguiendo desde el trabajo de una gran número de consultores, formadores, psicólogos, coachs y neurothings: todas estas cosas consisten principalmente en generar ese “subidón”. Creemos que se empieza a recoger lo que se ha sembrado desde los fuegos de artificio, el buenismo y el positivismo sin piedad tan injustificado como jaleado desde una psicología y disciplinas afines -bajo nuestro punto de vista- mal entendidas.

La formación, el desarrollo personal, la consultoría o la psicología son algo mucho más serio que tiene que ver con los principios del aprendizaje y análisis del comportamiento de las personas y de éstas en las organizaciones. Así, no tendría sentido darle entidad propia a la psicología positiva (¿donde está la negativa?), tiene sentido la psicología sería y bien hecha. Tampoco hemos descubierto nada diferencial o genuino y propio del coaching que aporte algo diferente a lo que ya se dice y se hace desde la psicología. Y así podríamos repasar otras “modas” de este tiempo excesivamente (mal) psicologizado.

No, no pensamos que la clave de la formación o el aprendizaje sea provocar ese “subidón” de autoestima, autoconfianza, automotivación (por nombrar sólo algunos de los componentes del parque móvil de la psicología). No es ese nuestro objetivo en las acciones que llevamos a cabo. Necesitamos la experiencia real, es decir también necesitamos la frustración, la vergüenza, el miedo, la derrota, los errores o exponernos a las propias limitaciones; y necesitamos tener muy claro nuestros motivos y nuestros valores y comprometernos seriamente con ellos. Es en el compromiso y el trayecto con esos valores donde se puede encontrar el sentido y la satisfacción personal/laboral de cualquier proceso de aprendizaje, y no en un optimismo infantil exacerbado ni en la tiranía de la felicidad como objetivo.

Estamos errando el disparo porque hemos equivocado el objetivo.

Apuntes sobre un nuevo proceso de consultoría relacional

«Váyanse a descansar un rato y después vengan y me sacan de aquí.

Mañana comenzamos junto con Aula Integral de Formación un nuevo proceso de formación y consultoría relacional con Hornipan Rangel, una empresa panificadora con sede en Bailén (Jaén) que, con un equipo de 45 personas, amasa diariamente 14 toneladas de harina y lleva su pan desde Barcelona hasta Algeciras. Detrás de Hornipán Rangel hay una historia (o mejor muchas historias) apasionante, una historia de mucho insomnio desesperado pero a la vez creativo, de mucho trabajo, de innovación y de pequeñas y grandes conquistas, pero también una historia llena de derrotas memorables, de las que le hacen a uno mismo y a sus proyectos crecer y desarrollar autenticidad y un carácter propio.

Como siempre hacemos, antes de comenzar con el diseño de la acción formativa mantuvimos una entrevista con el gerente de la empresa, Alfonso Rangel. Se trataba de conocer las instalaciones y el proceso de trabajo in situ, conocer los valores que van en el adn de la historia de la empresa y que Alfonso quiere que corran por las venas y las relaciones de sus trabajadores/as, conocer la manera que tiene de comunicar y comunicarse con/entre ellos/as, acercarnos desde sus zapatos al tipo de conflictos y problemas que se dan entre ellos y las emociones que estas situaciones despiertan en él y en todo el equipo. En definitiva se trataba de hacer un análisis funcional de las relaciones y las situaciones “conflictivas” que en ocasiones suceden y de las interpretaciones que él hace acerca de porqué ocurren las mismas.

Según observamos en nuestra visita y según nos contó en la entrevista no es una empresa con frecuentes o intensos problemas entre sus trabajadores, ni tampoco interfieren estas relaciones de manera significativa y sistemática en el rendimiento ni la producción; tampoco está pasando por momentos de pérdidas o reducción de beneficios, más bien al contrario. Sin embargo, Alfonso de alguna manera quiere hacerles pensar sobre el ambiente emocional en el que trabajan, sobre “la confianza y la humildad en el trabajo” (son palabras suyas), sobre la cercanía, la cooperación y la empatía que existe entre ellos y cómo estos aspectos les puede afectar no sólo a su rendimiento, sino también a su manera de trabajar “a gusto” y de sentirse satisfechos de su trabajo y del equipo al que pertenecen.

Ya tenemos todo listo, mañana en las geniales instalaciones del Parque Científico y Tecnológico GEOLIT comenzamos con la primera de las tres sesiones de consultoría relacional que tendremos con la plantilla de trabajadores de la empresa con el fin de generar una experiencia compartida alejada del contexto laboral habitual. Pocas explicaciones y muchas conversaciones a partir de diversas actividades que provoquen lo mejor y lo peor de cada uno de ellos y que nos permitirán establecer equivalencias con las situaciones y comportamientos que ocurren de manera natural en su trabajo.

El cercano 16 de noviembre hará 30 años que Omayra Sánchez Garzón, una niña de 13, moría víctima del volcán Nevado después de tres días atrapada en el lodo y los restos de su propia casa. Tras horas de trabajo de los bomberos y especialista que trataban de ayudarla a salir, la niña aún atrapada les dijo: “Váyanse a descansar un rato y después vengan y me sacan de aquí”.
Pocos ejemplos de humildad y confianza más profundos que este me vienen ahora a la cabeza. Por eso la recordaremos mañana y le contaremos su historia al grupo, la mayoría de ellos tal vez nunca hayan oído hablar de Omayra, muchos de ellos no habían nacido aún. Creemos que será positivo llenar de contenido y referentes reales palabras como humildad y confianza, e imaginar cómo sería trabajar (o vivir) si fuésemos capaces de actuar de esa manera. Con humildad y confianza.

De la psicología clínica a la consultoría

Tras doce años trabajando full time como psicólogo clínico es difícil aterrizar en la formación y la consultoría dejando a un lado experiencias, aprendizajes y perspectivas de ese tiempo. En ideas poderosas sabemos que este recorrido es una de las cosas que nos hace darle un matiz diferente a nuestra manera de diseñar nuestras acciones, de trabajar y de relacionarnos con nuestros clientes.
Conforme vamos completando proyectos nos vamos haciendo más conscientes de estas conexiones entre la clínica y la consultoría y la formación, conexiones que están más en los métodos y los conceptos que en los contenidos y los objetivos del ejercicio de la psicoterapia con nuestro trabajo actual. A lo largo de este tiempo hemos ido recogiendo -y así seguimos- estas equivalencias, esas maneras de hacer enraizadas en nuestros personajes de psicólogos clínicos que suelen aparecer de manera espontánea en nuestro trabajo actual, e intentamos sistematizarlas e integrarlas en una manera de trabajar más estratégica e intencionada dentro de nuestro papel como consultores y docentes.

Llegados a este punto, y como manera de ayudarme a organizar estas ideas, me propongo reflexionar en voz alta en una serie de post sobre estas conexiones. Se trata de hablar sobre determinados conceptos y prácticas propias de la psicología clínica en general y de algunas terapias en particular y de hacer una lectura de las mismas aplicada al ejercicio de la docencia y la consultoría Como esencialmente será un ejercicio de reflexión personal creo que no seguirán los post una línea lógica ni organizada, se parecerá más bien a un cuaderno de viaje lleno de apuntes y dibujos rápidos, con muchas ideas a vuela pluma que pueden desaparecer y volver a aparecer en distintos momentos.

Tomando posiciones

Ejercer la psicología desde una perspectiva u otra implica posicionarse y elegir una manera determinada de entender y estudiar el comportamiento, la mente, la salud mental, la (a)normalidad,… Desde ese campo de referencia analizamos y tratamos con la realidad con la que tendremos que tratar como profesionales. Nunca me ha parecido serio o una virtud ni la indefinición ni el eclecticismo conceptual dentro de la práctica de la psicología a la hora de situarse en un marco teórico desde el que trabajar.

Personalmente, el escenario desde el que siempre he trabajado y estudiado nuevas formas de hacer las cosas tanto en educación como en psicoterapia ha sido el conductismo, más en concreto el interconductismo y el conductismo radical de, entre otros, JR Kantor y BF Skinner y toda la carga de estudios básicos y aplicados sobre el aprendizaje y el comportamiento humano que esta “escuela” atesora . Comentaremos por tanto desde mi punto de vista y experiencia las conexiones aplicadas entre la consultoría y este cuerpo teórico/práctico y todo lo que ha surgido a partir de él: los principios básicos del aprendizaje, la modificación de conducta, el análisis funcional de la conducta, la teoría de marcos relacionales, el análisis funcional de la conducta verbal, las relaciones de equivalencia, las psicoterapias basadas en la función del lenguaje o terapias de tercera generación -como son la terapia de aceptación y compromiso de Hayes o la psicoterapia analítico funcional de Kohlemberg y Tsai-, etc.
Poco a poco iremos pensando en voz alta para poner en orden ideas y anotaciones, y lo compartiremos desde este blog. No hay otra intención. Veremos en qué queda todo esto.

Positivismo sin piedad

Leía ayer este post de Julen Iturbe en el que compartía un texto del libro “La sociedad del cansancio”, de Byung-Chul Han, y que me hizo conectar con algunos apuntes e ideas que tengo recogidas en relación al positivismo. Consciente de mi ignorancia a cerca de los planteamientos de este autor (las citas que recoge Julen en su blog es lo único que he leído de él) y de que la cita que voy a comentar está sacada totalmente del contexto conceptual que Byung-Chul Han plantea en su libro, comento -en voz baja y con recato- un par de cosas sobre lo que escribe, enlazándolas con estas notas e ideas que tenía en modo reposo.

Por acotar la cosa, me voy a centrar en este párrafo:

‘La sociedad disciplinaria es una sociedad de la negatividad. La define la negatividad de la prohibición. El verbo modal negativo que la caracteriza el el “no-poder”. Incluso al deber le es inherente una negatividad: la de la obligación. La sociedad de rendimiento se desprende progresivamente de la negatividad. Justo la creciente desregularización acaba con ella. La sociedad de rendimiento se caracteriza por el verbo modal positivo poder sin límites. Su plural afirmativo y colectivo “Yes, we can” expresa precisamente su carácter de positividad. Los proyectos, las iniciativas y la motivación reemplazan la prohibición, el mandato y la ley’.

Pareciera que la crítica (o la explicación) que el autor hace de la sociedad disciplinaria estuviera escrita desde la perspectiva propia de la sociedad del rendimiento a la que también hace referencia. Asumir que la obligación es una negatividad inherente al deber no puede hacerse más que desde un posicionamiento filosófico y vital propio de algo así como un individualismo positivo extremo en el que el estado y las instituciones públicas y las corporaciones privadas se sacuden de un plumazo su responsabilidad sobre lo que quiera que sea la felicidad de sus ciudadanos y trabajadores, y sus posibilidades de mejorar, superarse o incluso emprender.

La obligación en sí misma no es necesariamente una negatividad o algo negativo. La obligación puede estar vinculada a valores como el compromiso, la responsabilidad o incluso al amor. La obligación tal vez sea un elemento imprescindible de la libertad, la igualdad, del aprendizaje, la educación,…

El que la sociedad del rendimiento con su peculiar positividad se desprenda de la vieja negatividad para infundirnos ese nuevo poder y optimismo sin límites, puede no ser más que una impostura, un lobo disfrazado de cordero, o si se prefiere un troyano, que dándonos nuevas armas nos hace más débiles, que quitándonos obligaciones nos hace más esclavos, que iluminándonos nos deja más ciegos y que prometiéndonos la felicidad como objetivo de vida nos hace más infelices. Una maniobra sutil montada desde un uso perverso del lenguaje que termina por hacernos insensibles a las contingencias que se van instalando con serenidad entre la tiranía de la normalidad y la busqueda de una felicidad con demasiados efectos secundarios indeseables.

No deja de ser curioso y una paradoja que en la sociedad del rendimiento, liberada ya de la negatividad de la obligación, con unos ciudadanos más informados, con una internet que parece que nos hace más inteligentes (cuantas dudas metodológicas y conceptuales despiertan este tipo de estudios), con la promesa de conseguir lo que nos propongamos si tenemos la adecuada actitud positiva,… seamos capaces de mantener y aguantar tantas situaciones injustas durante tanto tiempo sin mover más que un dedo para hacer clic en las campañas de apoyo que nos llegan por la red. Pareciera a veces que la sociedad del rendimiento y del positivismo sin piedad incapacita más nuestra posibilidad de reacción y compromiso que la vieja sociedad disciplinaría de las obligaciones.

Tal vez no sea buena idea analizar valores como la obligación o el esfuerzo desde el contexto político, desde el mundo de la empresa o desde la educación de hace 40, 50 o 60 años, pues nos puede llevar con cierta facilidad a renegar de ellos.

No, no creo que cualquier sociedad o cualquier tiempo pasado sea mejor, pero sí creo que hay elementos que tuvieron un gran peso en aquellas vidas que es necesario rescatar y poner en su justo valor en un nuevo escenario.

Nota: La imagen es una foto de la Catedral de Jaén, por J.M. Ballester

Conceptos, metáforas y mármol

Contaba el diario Clarín esta misma semana que ‘una empleada del museo italiano Bozen-Bolzano, llegó por la mañana al museo y vio lo que le pareció un desorden: botellas de champagne vacías, papel picado, guirnaldas, colillas de cigarrillos, en fin, todo lo que queda después de un final de fiesta. Convencida, barrió todos los objetos, poniéndolos en bolsas de basura que clasificó de manera ecológica. Lo que nunca sospechó la señora fue que no se trataba (¡para nada!) de basura sino ¡de una obra de arte! Era ni más ni menos que Dónde podríamos ir a bailar esta noche de las artistas Sara Goldschmied y Eleonora Chiari’.

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Detalle de “Dónde podríamos ir a bailar esta noche”, Sara Goldschmied y Eleonora Chiari

Parece ser que esta falta de cultura y sensibilidad artística no es algo exclusivo de los profesionales de la limpieza de museos de países mediterráneos, también ha ocurrido en la Tate Britain y otros museos alrededor del mundo.
Tal vez no habría ocurrido lo mismo si la obra abandonada a su merced en mitad de la sala de exposiciones hubiera sido ‘El rapto de Proserpina’.

El metafórico poder de las palabras hace posible que términos como arte o artistas sirvan apara referirnos a cosas tan diferentes. Después vienen individuos como Bernini con su mármol y sus cosas a poner todo en su sitio y a liarnos con el uso que hacemos del lenguaje…