La igualdad, como la libertad, habita más en en los verbos que en los nombres, en la posibilidad real de hacer y de cambiar el mundo, nuestro lenguaje y las circunstancias que nos comprometen con la vida que queremos y con nuestros valores. Por eso tal vez a veces esa forma de contar la realidad más centrada en el cromosoma que en la acción, más que acercarnos, nos aleja de esa igualdad. Por supuesto que ante tantos años de historia y de relatos de discriminación en que la mujer ha estado oculta es muy importante hacer que se vean y darles visibilidad, pero sin que los sustantivos hagan sombra a los verbos, sin que achiquen a la persona, al valor, la importancia o la excelencia de sus logros.
Más allá de la seducción de las palabras, creo que ese es el efecto de algunos titulares, de ciertos relatos. Desde el lado opuesto, creo que no ha sido sobre todo a base de titulares, sino gracias a la desigualdad desapercibida, esa que sin explicarnos hemos aprendido, la que sin darnos cuenta hemos mamado desde pequeños, la que ha hecho fuertes nuestros prejuicios y nuestros comportamientos machistas, muchos de los cuales ni siquiera somos capaces de reconocerlos cuando andamos en ellos.
La igualdad, como la libertad, habita más en en los verbos que en los nombres. A veces los (malos) modos de visibilizar empequeñece a las mujeres y nos ciega ante grandes trabajos
Es muy importante la (bien intencionada y bien usada) visibilidad de la mujer a la vez que leyes y acciones de apoyo directo a mujeres. Recortando y parafraseando acá y allá del TED de Michael Kimmel: Los hombres blancos de Estados Unidos y Europa han sido y son los beneficiarios del mayor programa de discriminación (positiva) de la historia de la humanidad. Tal vez no nos demos cuenta -“el privilegio es invisibles para aquellos que lo tienen”- pero esa es nuestra historia. Y esto tiene que dejar de ser así, porque es lo justo y es lo correcto, pero también por puro interés, por el bienestar de los propios hombres. Hacer visible su propio género a los hombres es el primer paso para implicarlos en la lucha por la igualdad entre hombres y mujeres.
Al mismo tiempo que se llevan a cabo estos cambios, tal vez habría que alentar el valor y la fuerza de lo sutil, de lo que está tan presente que no se ve y no necesita ser nombrado continuamente para ser. Necesitamos generar más escenarios de igualdad desapercibida y dejarlos estar, esos que se respiran y se calan hasta los huesos sin darte cuenta y te hacen vivir mejor la vida. Todo ello tiene que ver con los verbos, con lo que hombres y mujeres hacen y tiene la libertad de elegir hacer, con las nuevas realidades que podemos ver en las calles, colegios, hospitales, casas, mercados,… Escenarios que nos harán cambiar no sólo nuestros prejuicios y la manera de vivir y relacionarnos, también la manera en que haremos los titulares y usaremos nuestras palabras.
Nota: La imagen es una foto de la Casa de las Vestales, en los Foros Imperiales de Roma.