No nos fuimos, nunca nos hemos ido. Hemos estado aquí, aunque callados, observando en silencio. No ha sido parte de una estrategia, ni una tregua planificada. Podríamos hablar de la importancia de reconocer con humildad el propio silencio cuando sientes que no tienes nada nuevo que decir. Podríamos hablar quizás del exceso de coaching, de la sobreexplotación de frases bonitas, del buenismo, de la psicología positiva o de esta epidemia impuesta de emprendimiento de sofá y mesa camilla que tanto empiezan a sonar a tiranía. Podríamos hablar, al fin y al cabo, de todos estos temas que llena las redes y sus círculos profesionales de la formación y el desarrollo personal-profesional.
Pero todo esto no serían más que razones, excusas disfrazadas de causas que explicaran nuestros casi tres meses sin publicar en nuestras redes o los más de 120 días desde que hicimos la última entrada para nuestro blog. Simplemente no hemos estado o hemos estado en otros sitios, o la cabeza o las manos o el corazón no han dado abasto.
A pesar de habernos doctorado en silencio, durante este tiempo Ideas Poderosas sigue siendo nuestra casa. La casa a la que siempre se vuelve, en la que guardas tus viejos apuntes, los dolores de cabeza, los experimentos, los proyectos arrugados en servilletas y manchas de café, los buenos amigos, los planes más maravillosos y menos rentables del mundo.
Ideas Poderosas es nuestra inevitable vocación, el lugar que nos apasiona y donde nos gusta estar. Un lugar lleno de triunfos fugaces y derrotas memorables, de partisanos que siguen resistiendo, de personas que han querido compartir con nosotros su tiempo, sus miedos y su voz. Personas que estuvieron con nosotros y que nunca olvidamos.
Desde el torpe silencio de estos meses hemos seguido trabajando sin piedad, deshilando para volver a hilar, atando cabos, conociendo apasionantes propuestas, maestros nuevos que nos han abierto sus casas y con las que vamos a empezar nuevos proyectos. De todo esto os iremos contando.
Mientras tanto la cabeza, las manos y el corazón nos siguen sin dar abasto, pero aquí estamos.
Nota: Fotografía de la Caedral de Jaén, de la exposición ‘In ictu oculi‘. De Jose Manuel Ballester.