Hoy, día del padre, me gustaría hablar de los permisos que, quienes trabajamos, tenemos cuando nace una criatura y que reflexionáramos sobre lo injusto de que sean inferiores para el padre, o lo absurdo, si pensamos en que hay distintos tipos de parejas y que, además de nacimiento, estamos hablando de adopción. Por tanto, más que de hombre y mujer quiero que me permitáis hablar de dos personas cuidadoras.
Actualmente, el permiso principal sigue siendo el de maternidad, de dieciséis semanas de duración. De ellas, seis son de uso exclusivo de la madre y de las diez restantes ella puede optar porque el otro progenitor disfrute de una parte determinada. Pese a esa flexibilidad es la mujer la que en un noventa y cuatro por ciento de los casos hace uso completo del mismo. Preguntémonos las causas.
Por otro lado, en toda la Ley de Igualdad la medida más innovadora fue el permiso de paternidad, un derecho individual y exclusivo del padre. Y ello es así, porque por primera vez en nuestra legislación una medida para conseguir la igualdad no iba dirigida a las mujeres. Con este permiso se intenta transformar el día a día de una familia, porque se pretende incentivar la implicación de los hombres en las responsabilidades familiares. Como no se puede transferir y si no se usa, se pierde, la mayoría de hombres disfruta de él, no como en el de maternidad.
Resumiendo, una trabajadora al ser madre tiene dieciséis semanas de permiso y un trabajador al ser padre sólo dos. Derechos diferentes. Mal mensaje ¿no? Ello significa que desde el poder se nos está diciendo que las mujeres han de ocupar el espacio doméstico y los hombres el público. También, que ser padre es menos que ser madre. Que ella es la actriz principal y él tiene un papel secundario. Como ello no es ni debe ser así, la plataforma PPIINA (Plataforma por Permisos Iguales e Intrasferibles por Nacimiento y Adopción) reivindica permisos parentales iguales e intransferibles de nacimiento y adopción.
Cuando los permisos sean iguales las tareas de cuidado serán compartidas, y eso nos beneficiará al conjunto de la sociedad. Las hijas e hijos serán quienes primero se alegren. Muchos padres tendrán tiempo para cuidar y disfrutar de su bebé; las mujeres, madres o no, no llevarán en la frente el sello que diga “menos disponible para el mercado laboral” y puede que, hasta el gobierno no sólo la vea justa, sino además conveniente, cuando la tasa de natalidad invierta su tendencia negativa.
En este día del padre, quienes tuvimos suerte en ese reparto sabemos que además de parir, hay muchos más verbos: querer, cuidar, alimentar, besar, reír, llorar, soñar, dormir, enseñar, regañar, amar, jugar, bailar,…y es que, por encima de las etiquetas que se empeñan en ponernos ¿hay algo más parecido a una madre que un padre?