Hemos llegado. Parece que el fin del mundo está aquí. Me imagino una semana de especial ajetreo en los centros de salud y los servicios de urgencias. Pequeñas sensaciones de ahogo, presión en el pecho, pérdida de apetito o ataques de ansiedad ante la perspectiva infame que nos deja una caprichosa conjunción de planetas.
Puedo imaginar las iglesias y confesionarios más concurridos que nunca, llenos de personas buscando la absolución y el alivio de saberse en paz y de tener un rincón reservado en su cielo.
Puedo imaginar millones de parejas y de amantes a la vez prometiéndose a cada hora amor eterno y sus camas llenas de besos, de palabras y de pasión como nunca antes se había visto. Incluso puedo imaginar un pequeño repunte de la natalidad nueve meses después de haberse amado sin condiciones, sin barreras, sin miedo ante la perspectiva de un futuro embarazado, ahora imposible; o por el despecho y la valentía de algunas mujeres de enfrentarse a este fin de la vida creando una nueva en el universo de sus entrañas. Secreta venganza.
Como parece ser que hoy (17/12/12) más que nunca es verdad eso de que nos quedan cuatro telediarios, creo que lo mejor sería mirar de frente y actuar. O al menos preguntarnos y completar esta frase: “Antes de morir me gustaría,…”
Y si sobrevives a la fecha maldita, la euforia no debiera hacerte olvidar que el fin de tu mundo sigue al acecho y que aunque debieras de vivir cada día con la frescura y el alivio del que siente que él mismo y las personas que quiere son inmortales, no deberías dejar de vivir con la decisión, la sensatez y la valentía del que sabe que algún día será el último. Y quizás te des cuenta de que, si no te has puesto manos a la obra, aún te queden por hacer demasiadas cosas importantes para las que algún día tal vez ya no te quedará tiempo.
Eso es lo que hizo la artista Candy Chang. En su barrio de Nueva Orleáns, transformó una casa abandonada en una pizarra gigante pidiendo completar la frase: ‘Antes de morir quiero…’. Una historia poderosa que además nos habla del poder de nuestros espacios públicos y todo el potencial de inspiración e innovación que tienen la empatía y el con-sentir a nuestros vecinos, de lo bueno de escucharlos y de caminar por unos instantes en sus zapatos.
‘Before I die I want to…’
¿Cuál es tu respuesta?